Sin necesidad de voltearse tocó con sus nudillos otro de los rectángulos. Esta vez sí que apareció un rostro acompañando al nombre. Unos ojos tan verdes como los del moreno con coleta que acababa de ser abroncado. Briatore.

―La humanidad se reconstruyó sobre unos cimientos vulnerables. Tenían tanto miedo a repetir errores del pasado que eliminaron cualquier exaltación o culto a un ser superior. No hay un único líder, cualquier decisión se toma consensuada por un selecto grupo de personas. La decisión de hacer una "limpieza de sangre"―volvió a alzar unas comillas―viene desde arriba. Y ese arriba, irónicamente, forma parte de esa élite de militares anormales y peligrosos.

Se sacó una cerveza del interior de la gabardina y la abrió con el canto del respaldo de la silla. Escuché un grito ahogado en la garganta de Shiruke. Ya decía yo que el té era attrezzo. Después de un profundo sorbo y de relamerse los labios, continuó:

―Estos cinco militares controlaban desde las sombras todo el complejo sistema militar de Ryu. De ellos viene la brillante idea de resetear vuestros recuerdos para afligir alianzas, idea que empezaron a implementar hace apenas unos años.―Su mirada azul se perdió en la nada, en la mesa en la que había depositado la pistola. Volvió a incorporarse y a dar grandes zancadas al compás de su discurso―. La limpieza de sangre, como tal, empezó hace unos veinte años. Primero poco a poco, muy fortuitamente. Luego, sin disimulo. Uniéndoles como Tridentes para que desfilasen por el matadero. Hasta ese momento, las cinco sombras estaban orgullosas del linaje que habían construido entre sus camaradas. Más que orgullosas... obsesionadas. Les obsesionaba la herencia que corría por sus venas de la misma manera que algunos clanes proponían matrimonios de conveniencia entre ellos para que la descendencia fuese más pura.

Señaló con su cerveza al rostro oscuro del Saichi de la pantalla y luego ladeó la cabeza hacia el del sofá.

―La sombra más escurridiza es la más importante. Saichi. Prácticamente un fantasma, un puto fantasma en boca de todos. Y por "todos" me refiero al resto del equipo alfa.

Tocó otro de los rectángulos sin girarse. Realmente parecía haber tenido tiempo de sobras como para memorizarse la coreografía. La imagen que apareció hizo saltar de su asiento a Shiruke.

― ¡Papá!

―En efecto, Bryce Loknahr era una de esas sombras. ―El dedo índice de Bright dibujó una cruz sobre la pantalla y el rostro de Bryce, idéntico al de sus hijos, quedó oculto tras ella―. Era. Éste ya está muerto. Uno menos.

― ¿Lo mataste tú? ―preguntó Shiruke tímidamente. Su hermano se encogió de brazos.

― ¿Importa a estas alturas?

Otro sorbo de amarga cebada de trigo. Si el ambiente fuese más distendido le pediría una. Desde la Arena no había bebido nada y la tensión estaba secando mi garganta cual desierto.

―Saichi ni siquiera es su nombre―dio varios golpes a su rectángulo haciendo brotar varios apodos―, "Cowboy del espacio", "El Relámpago"... un sinfín de gilipolleces autoproclamadas. Se bautizó como Saichi después de volver de ese planeta. Porque, oh sí, Saichi consiguió volver allí. A las coordenadas más prohibidas de toda la galaxia siglos más tarde desde la última visita.

Mientras tragaba otro sorbo dibujó una "S" sobre la pantalla. Repitió varias veces su trazo, una y otra vez, ensanchando su grosor.

― ¿Saichi porque el nombre del planeta empieza por "S"? ―siguiendo la curva de la "S" llegó a dibujar el símbolo de infinito― ¿O porque es un planeta infinito? ¿O es el nombre del Dios de allí? Alimentó muchos rumores con esas coordenadas que guardaba recelosamente para sí mismo. Empezó a ser "Saichi" hace treinta años; los cuchicheos sobre el planeta pusieron de moda los nombres empezados por "S" como si fuesen un buen augurio para su portador.

Ryu; Retorno (2)Where stories live. Discover now