80. Muchas preguntas y muchas respuestas.

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En el capítulo anterior:
{Mi corazón comenzó a latir con rapidez, supuse que en cualquier momento iba a vomitar el órgano por mi garganta. Los ojos se me aguaron por breves segundos, pero impedí que cualquier lágrima cayera, no era el momento.

Él estaba invadiendo mis oídos con su melodiosa risa, lo noté junto a una chica castaña de piernas largas, su brazo cubría los hombros de la mujer, cuando su mirada se encontró con la mía, dejó de reír para observarme un poco sorprendido y asustado. Mi estómago se encogió y supe que yo también lo miré de la misma forma.}

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Capítulo ochenta

Muchas preguntas y muchas respuestas

Tragué saliva mordiéndome el labio. No entendía si no esperaba mi visita o si, directamente, se arrepentía de haberme dado la carta, que estaba bien guardada en mi mochila.

La chica se soltó de Ashton y la reconocí al instante, cuando le tendió a Blake una bolsa llena de comida y se acercó a Jayden. Para luego, plantar un beso corto en sus labios y abrazarlo por la cintura.

Era Megan.

— ¿Me trajeron algo? —le preguntó Tyler de forma interesada a la chica.

Asintió señalando la cocina, donde Blake había llevado las bolsas. —Te trajimos un poco de Nutella... ¡Es para compartir! —se apresuró la chica cuando la mayoría abrió los ojos, emocionados, y corrieron.

Yo también pude haber corrido sumamente rápido para rescatar a mi querida amiga, pero no me apetecía. Estaba concentrada en los ojos grises del tonto de Brown.

Ashton por fin me sonrió, sus ojos se achinaron y el hoyuelo apareció en su rostro, una vez más. Sentí que me estaba derritiendo, pero pude terminar de bajar los escalones para plantarme frente a él, no iba a negar que me estaba muriendo de nervios y que mi estómago parecía estar perreando el Taki Taki Rumba a ritmo, mis piernas temblaban tanto que temía derrumbarme.

—Hola —saludé. Traté de que escuchase mi firmeza, pero mi voz vibró y pensé que estaba por escupir un pollo. Ni una palabra se deslizó por sus labios. No dijo nada, absolutamente nada.

Simplemente, abrió los brazos y eso fue todo lo que necesité para estar bien. Dio un paso y envolvió mi cuerpo brindándome calor. Mis manos se entrelazaron en su cintura y me dediqué a apoyar mi mejilla en su pecho inhalando todo su perfume, quería quedarme así para siempre. La posición me permitía escuchar su corazón y, al final, no era la única que perreaba la canción.

— ¿Cómo te sientes? —su armoniosa voz llegó a mis oídos, sonreí cerrando los ojos y lo apreté más contra mí. Sin chistar, acarició mi espalda y dejó un par de besos en mi cabeza.

— ¿Ahora? Muchísimo mejor.

Sus brazos dejaron de rodearme prohibí que se alejase de mí, pero justamente eso no era lo que él quería que hiciéramos. Alzó mi rostro hacia el suyo recorriendo mis mejillas con sus dedos, fue el momento donde me atreví a contar sus pestañas y caer hipnotizada con sus ojos grises. No podía estar más feliz de tenerlo junto a mí y me sentí agradecida de haber esperado tanto. Su mirada viajó hasta mis labios, morderlos con nerviosismo no estaba ayudando en nada. El pulgar tocó mi belfo e impidió que siguiera triturándolo.

Su vista volvió a la mía y todo mi interior explotó. Inclinó la cabeza un poco más y unió nuestros labios. Su cálida lengua recorrió mi labio inferior con lentitud y suavidad, sabía lo que estaba haciendo y cómo hacerlo. El calor de mi cara no le bastó con quedarse allí, sentí una punzada en mi estómago y me preocupé de que fuese otra cosa. No escuché nada más que nuestras respiraciones entrecortadas por la sesión de besos calurosos y la proximidad bastante peligrosa. Le abrí paso a su lengua dentro de mi boca y él dejó que yo hiciese lo mismo en la suya. Bajando sus manos hasta mi espalda baja, dejé escapar un jadeo y sentí vergüenza por mí misma.

¡Esto es guerra! © #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora