—¡ERES UN PEDAZO DE PORQUERÍA! Ella era inocente, ojalá te pudras en el infierno.—dijo ella gritándome, me sentí avergonzado y no porque me esté gritando, sino porque tiene la razón, todos nos miraban.

—ya me insultaron mucho hoy, gracias. —dije levantándome, en dirección a la puerta, me sentía realmente mal al pensar que joey me odia.

—¿Dónde vas? —dijo sara— ¿no verás la forma de ayudarla? —reprochó.

—espero que ellos te cuenten. —dije saliendo.

Salí de la casa de Calum, caminaba sin dirección alguna, mis pies me llevaban a un rumbo desconocido. Ya no importa, me dije a mi mismo. No importa nada, soy una mierda de persona. Pensé. Ellos sufren, por mí, mi madre nos dejó, por mí, lo único malo que hice fue existir desde un principio.

*

Ya eran las nueve de la noche, estaba en un bar, tratando de olvidar mis problemas con licor, varias chicas con ropa-extremadamente-pequeña se me insinuaron, mi único problema es que pensaba en joey, en su rostro, en su cabello castaño claro, en sus ojos que transmitían dulzura, en ella.

Se me vino a la mente Harry, joder. A estado todo el día completamente solo, salí de ahí, camine en busca de un taxi, para mi suerte no pasaba ninguno, tendré que caminar. Pensé, camine en dirección a esta, llegaría tarde si seguía así, apresure el paso, tratando de caminar lo más rápido posible, las calles estaban desalojadas, no había carros, ni muchas personas caminando en esta. Camine cuadras, estaba algo agotado, pero calculo que a este paso llegaría en 15 minutos, escuché un grito, supe por su aguda voz que era chica, provenía del callejón a una cuadra de mí, lo menos que quiero es meterme en un problema. “¡ayuda!” pude identificar la voz, era brenda. Camine silenciosamente hasta el callejón, agarré un tubo de metal oxidado que estaba en el suelo, oía los gemidos de dolor y algunos jadeos, me pare antes del callejón, viendo de reojo, estaba brenda, tenía un suéter azul, con unos jeans negros, un hombre barbudo, de cincuenta y tres años más o menos, la tenía agarrada del torso, mientras tapaba su boca con una mano, ella daba patadas al aire, tenía que ayudarla, el viejo logro girarla, para caminar en dirección contraria, era mi momento, estaba de espaldas, debía ayudarla, camine sigilosamente detrás de él, cuando estuve lo suficientemente cerca lo golpee, justo en su cráneo, el cayó al suelo, brenda me miro, sorprendida.

—¿Qué haces aquí? —dijo brenda jadeando.

—luego hablamos, explícame ¿Quién es este gillipollas? —dije algo furioso.

—él. Este maldito miserable fue quien mató a mi padre. —dijo apuntándolo.

—Brenda, vamos a mi casa. —dije esperando a que el viejo no se levantara.

—no, vine a terminar con esto. ¡el abuso de mi madre! Y luego trato abusar de mi—masculló la última parte.

—brenda. —respondí, no sabía que decir.

Ella soltó un sollozo, caminando en la dirección la cual yo provenía, yo la seguí, sentí unos brazos en mi pecho, “brenda” logre decir antes de que me tapara con su mano, ella volteo, miro con odio al viejo, quien tenía en su otra mano un revolver, apuntándome.

—niñato ¿crees que serias un héroe? —su voz me raspo, era muy fría.

—suéltalo, él no tiene nada que ver. —dijo brenda. —iré contigo—dijo ella, yo trate de hablar, no pude.

el me soltó, brenda camino hacia mi dirección.

—brenda, no—dije en susurro.

—se lo que haré. —mascullo.

Debt | Ashton Irwin « 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora