Capítulo 22.- Inesperado

1.1K 146 90
                                    

— Illumi... — La repentina aparición del hermano mayor de los Zoldyck puso en jacke la vida de Kuroro, en su mente sabía perfectamente que las salidas estaban selladas, era hora de tomar al toro por los cuernos.

— ¿Esperabas que no me enterara? — con mirada frívola y sin hacer un solo movimiento, el asesino no desviaba su objetivo, se había cruzado de brazos mostrando a Kuroro su gran decepción.

— No tengo nada que decir, asumo toda la culpa, sólo quiero despedirlo de la araña.

— Has lo que quieras. — aprobó Illumi sin moverse un milímetro de su posición.

Kuroro ahora en medio de un dilema creía que después de despedirse no volvería a ver a Kurapika tampoco, sentía la muerte muy cerca y aún así su corazón seguía latiendo como si acabara de despertar de un dulce sueño, una tranquilidad que a cualquiera le perturbaria en una situación tan tensa.

Descubrió el rostro joven del último miembro #4 que había formado parte de la araña, mirar por última vez al pilar de lucha que los ayudó a conseguir la victoria en una batalla difícil, quién diría que esa sería la última vez que la araña se reuniría para completar su última misión, aquella que por primera vez no implicaba robos, donde conocieron la justicia y la lealtad por sobre todas las cosas.

El contacto con la muerte había probado ser duro y frío, pero el cuerpo de Kalluto Zoldyck permanecía cálido y suave, Kuroro sintió esa aura, seguramente se trataba del nen de la muerte, cuando acarició su mejilla no pudo pasar por alto un cálido aire en su mano.

— ¿Una respiración? — Pensó Kuroro alejando su mano y creyendo que alucinaba, se inclinó acercando su rostro lo suficiente para escuchar cualquier sonido que comprobara sus alucinaciones. Al final Kuroro no estaba loco, pero se iba a morir de gusto.

— ¡Buu! — abrió sus ojos gritando y espantando al azabache que de golpe sintió como su corazón se sobresaltaba, no estaba sólo asustado, estaba asombrado, Illumi arqueó una ceja levemente cuando Kuroro lo miró por medio segundo y Leorio escondía su sonrisa detrás de su carpeta. Ambos, Illumi y Leorio eran unos malditos, unos malditos pesados que jugaron con su credulidad.

— Estas vivo... — Por fin pronunció al verlo incorporarse en la cama, aunque estaba débil se sostenía, ver el rostro de Kuroro con tal asombro lo hizo soltar una pequeña risa que le costó un dolorcito en el estómago.

— Te juro que no fue mi idea — Aclaró Leorio acercándose para darle agua a Kalluto.

— ¡Pe...pero...! ¿Cómo es que...? No entiendo... — Kuroro quería saber si lo que tenía en frente era real, parecía un sueño, necesitaba una explicación.

— Si quieres, te pellizco — amenazó Illumi acercando sus dedos a Kuroro.

— No gracias, confío en que es la realidad. — respondió Kuroro con desconfianza.

— ¿Cómo está, líder? — preguntó un poco tímido el menor de los Zoldyck.

— ¿A quién mierda le importa cómo estoy? ¡Tú estás vivo! — Sin que Leorio pudiera evitarlo, Kuroro ya estaba abrazando a Kalluto, lo cuál a Illumi le pareció muy extraño, Kuroro nunca había reaccionado así con alguien.

— Lo trajiste a tiempo esa noche, Kuroro, mis compañeros ya lo estaban atendiendo cuando llegué, leí su expediente y aun había señales de vida, pero él no quería que supieras ya que te hubieras negado a hacer el trasplante a tiempo.

— ¿Entonces... cómo supiste que yo no fui el donante? — preguntó a Kalluto quién con nostalgia respondió.

— Feitan vino a verme antes de eso, cuando él se despidió de mí yo estaba consciente y supuse que algo pasaba, para cuando desperté completamente entendí que Feitan siempre supo que yo viviría, pero también supo que de cualquier forma la araña no volvería a ser lo mismo, por eso lo hizo.

— ¿Así es como se dan la prueba de amor los asesinos? — bromeó imprudentemente como siempre en el momento más inoportuno.

— Cierre la boca, jefe. Lo hicimos por usted... — Al decir esto, nuevamente el hombre de la cruz lo abrazó, esta vez más cálidamente aunque sin medir su fuerza — Jefe... su abrazo... duele... suelte.

— Oh, lo lamento — se disculpó separándose del chico. — Kalluto, a partir de hoy estás revocado de tu puesto.

— ¿Qué? ¿Porqué? No duré ni el año. — lloriqueó Kalluto ante la repentina despedida.

— Porque yo ya no soy tu jefe, la araña ya no existe.

Kurapika había recogido los papeles que le entregaron y tomó las ropas de los niños para llevárselas a su habitación, mientras los ayudaba a cambiarse, ellos preguntaron por Machi cómo la chica del cabello rosa, ya que nunca supieron su nombre.

— Su nombre era Machi, ella no está aquí, pero ¿porqué lo preguntan?

— Ella nos cuidó y nos contó una historia. — relató Axel mientras se amarraba los zapatos.

— ¿Sabes cuándo la veremos? — preguntó Annie con suma preocupación.

Kurapika más temprano que tarde reflexionó en cómo los niños habían convivido con Machi al grado de tenerle aprecio, ciertamente estaba agradecido con ella no sólo por no haberlos lastimado, sino por haber pasado sus últimas horas de vida siendo incluso una mejor madre para dos niños que apenas conoció.

— Ella... siempre estará con ustedes, se los aseguro, justo aquí — señaló con sus manos al pecho de ambos — en su corazón.

— ¿Y el cuento? — la tierna voz de Axel le recordó a Kurapika acerca de la carta que Machi dejó para ellos.

— Es verdad, Machi les dejó una tarjeta, no entiendo el significado de lo que dice pero creo que ustedes sí, supongo que debe ser el final del cuento que dicen.

— ¡¿Qué dice la tarjeta?! — se emocionaron ambos niños.

Después de luchar y escapar de los enemigos que les impedían estar juntos, la araña y la mariposa tienen un lindo nido donde crían a sus futuras arañitas de colores. ¿Serán felices? Ustedes cuentan la historia de ahora en adelante. No porque una araña carezca de alas significa que no puede volar como las mariposas.

— Sabía que estarían juntos. — Los ojos de Annie brillaban al saber ese final que les había dejado Machi.

— ¡Y ahora tienen hijos! — agregó Axel gritando y levantando sus manos enérgicamente.

— ¿Qué seguirá después? Ya quiero saberlo. — se emocionó la niña — Kurapika ¿dinos qué sigue?

— Es todo lo que dice la tarjeta, lo demás deben inventarlo ustedes.

— ¿Tú qué crees que sigue? — interrogó Annie esperando la opinión de su nueva madre.

— Amm... Pues... — Kurapika no tenía cabeza para pensar en cosas cursos. Pero eso no era problema para su pareja que discretamente entraba a la habitación.

— Talvez algo como esto — sorpresivamente Kurapika fue apresado entre los brazos de Kuroro quien sin pensarlo dos veces hizo honor a su oficio de ladrón arrebatando un dulce beso largo y de ensueño.

Kurapika se dejó llevar sin impedir nada, los niños habían quedado perplejos con la romántica escena, por si fuera poco, Kuroro y su beso no eran todo lo que llenaría ese espacio de emoción y alegría, porque aún hacía falta colocar la cereza en el pastel.

— Kurapika Kurta — se puso de rodillas tomando la mano de su amado — ¿Te casas conmigo?

AMAR o MORIR [Completa]Where stories live. Discover now