Capítulo 5.- Los niños no lo merecen

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Una vez que la mujer se había retirado, Kuroro volvió a la habitación para sacar a Kurapika del armario donde lo metió, se llevó una mano a la nuca al abrir y darse cuenta de que el rubio había escapado.

- ¿Cómo demonios? que resistente, no debería poder moverse- pensó buscándolo por la habitación, un viento helado soplo tras él y se giró sólo para notar que había un pequeño balcón abierto por donde parecía haber escapado su victima -¿salió por ahí? esta en un piso muy alto- caminó hasta el balcón y lo revisó, asomó la cabeza hacia la orilla para ver si el chico no había caído y muerto -no pudo haber recobrado el movimiento tan rápido- pensó en voz alta y fué escuchado.

- no lo hice- respondió Kurapika detrás de él para luego sin aviso, empujarlo por el balcón haciendo que cayera sobre los arbustos espinosos del jardín, desde el décimo piso. Tras esto, el rubio cerró los ventanales que abrió para engañar a Kuroro y caminó lo más rápido que pudo hasta el apartamento de su vecina. Por mas que lo deseaba, sus movimientos eran torpes y lentos, el veneno lo tenía aun paralizado pero su voluntad y su resistencia le aportaban fuerza para moverse.

- ¿Cómo pude caer en su trampa? me confié demasiado- salía de entre las espinas que le rasgaron toda la ropa, le dejaron cortadas y marcas por todo el cuerpo -Debí imaginar que no seria fácil, no es tan débil para dejarse vencer por el veneno, que bueno, pensé que me iba a aburrir mucho- se sonrió para luego dirigirse sin prisa de nuevo al departamento.

- ¡niños! ¿están bien?- preguntó apresurado al verlos correteando por la casa

- ¡KURA-CHAN!- gritaron ambos al verlo y fueron a abrazarlo, la presión del abrazo impacientaba mas al chico.

-Esperen, no me abracen, mirenme, tenemos que irnos ahora-

- ¿porqué? ¿a dónde? mami dijo que no debemos salir de la casa en la noche sin ella- se quejó la pequeña

- yo lo sé, pero no puedo dejarlos aquí porque... porque...- un mareo se le viene encima y cae al suelo desmayándose, su cuerpo quedo inconsciente en la sala de la casa.

Haber hecho tanto esfuerzo para escapar con el veneno paralizando cada músculo de su cuerpo fue mucho para él, sin embargo, le aterraba pensar que ya no tenia energía para defenderse, pero prefería no meter a los niños en el asunto, quería protegerlos pero... ya no pudo más. Escuchó sus voces llamándolo mientras él se debatía para mantenerse despierto, hasta que dejó de escucharlos.

Una vez que abrió sus ojos, se encontraba en una habitación bien iluminada, moderna y llena de cuadros de pinturas de delfines y paisajes hermosos, conocía ese arte, era el Hobbie de la señora Liam, Kurapika estaba en su habitación, metido en la cama ¿Porqué estaba ahí? ¿Cómo llego a ese lugar? no importaron esas preguntas cuando regreso a él la ultima imagen que tuvo antes de perder la conciencia. -¡los niños!- se levantó enseguida, aún sintiendo dolor en el cuerpo, el veneno seguía activo en su cuerpo, pero no le importaba, no le interesaba su vida cuando escuchó los gritos de los pequeños en la habitación de al lado.

- suéltame ¡suéltame! ¡aaah! - los gritos de la niña le erizaron la piel y salió lo mas rápido que pudo, no le importaba morir, no le importaba nada, sólo que los niños estuvieran bien.

- "¡Ese maldito! se metió a la casa! no lo dejaré... no permitiré que les haga daño"- pensaba el Kuruta con odio, no estaba dispuesto a perder a mas gente que le importaba.

- ¡no! ¡a mi no! ¡por favor! ¡aah!- esta vez el niño era quien gritaba desesperadamente. Kurapika se sostenía de las paredes con los ojos vueltos llamas encendidas, su coraje le dio la energía para acelerar el paso y abrir la puerta de la otra habitación, pero se detuvo en seco, sus ojos casi lloran al ver la escena que su mente jamas podría borrar...

AMAR o MORIR [Completa]Where stories live. Discover now