-¿Tú no duermes? -le sonreí intentando parecer inocente.

-Cuando hay alguien fuera, no. -me sonrió.

Le miré sonriente, volviéndome a fijar en su gracioso bigote.

-¿Te acuerdas cuando me llevaba los pasteles de fresa a escondidas y tú nunca decías nada?

Él sonrió.

-Sí, señorita.

-¿Te importaría hacer lo mismo hoy?

-¿Con pasteles de fresa? -alzo una ceja que me pareció la cosa más divertida del mundo.

-Con una fiesta... volveré antes de las dos sana y salva. -alce la mano-. Prometido.

Se dirigió a la puerta y me la abrió.

-Yo no he visto nada. -me sonrió-. Tenga cuidado, señorita.

-Gracias Andrew.

Salí corriendo de allí para alcanzar un taxi.

Cuando me encontré en la puerta de Constance creí que Lisa me había hecho una mala broma, ya que la gran puerta principal estaba cerrada, no había ni una sola luz que alumbrar el instituto y así, incluso parecía escalofriante. Pero, de repente, al finalizar la calle, justo en la esquina del instituto escuché unos pequeños chasquidos de lengua, algo así como murmuros que intentaban llamar mi atención. Caminé hacía allí y me encontré con Lisa, Rebecca, Marco y Ryan.

-Joder, pensaba que me habías gastado una broma. ¡Aquí no hay ni Dios! -Lisa se río de mí.

-Sh, que no van oír, cojones. -dijo Ryan.

-Nadie debe saber que estamos aquí, tía, ¿Como vas tú y te plantas en la puerta? -Rebecca se mofó.

-¡Yo no sabía nada! Lisa me dijo que viniera a Constance y nada más. -dije, medio indignada provocando la risa de Marco.

-Bueno, bonita historia Endell, ahora vamos. -dijo Ryan. Le rodé los ojos.

-No empieces eh, Butler. -le alcé una ceja. Él me guiñó un ojo y me mandó un beso en el aire. Siempre estábamos con este pequeño pique, aunque realmente nos llevábamos genial.

Andamos una calle más rodeando Constance y nos paramos frente al muro de la parte de atrás.

-Y será verdad.

-Lo es. -dijo Marco.

-No, por favor. -rogué.

-Va, Bianca, tu primera.

-¿Por qué yo primera? -espeté.

-Porque serás la más difícil. -aclaró, haciendo que todos rieran-. Venga, apoya un pie en mi mano e impúlsate agarrándote al muro. -lo hice, intentando ser delicada para que no se me viera nada-. Bien hecho -sonrió, ahora quédate ahí arriba yo te ayudo a bajar.

Ryan dio dos saltos limpios y sin ningún problema, bajó al suelo del interior de Constace y me ayudó a bajar a mí.

Después Marco ayudó a Rebecca y Lisa, y Ryan y yo nos reíamos de sus intentos por subir aquel muro.

-Ves como yo no era la más difícil. -le di en el hombro.

-Mis disculpas, señorita. -se río.

Cuando todos estuvimos dentro andamos sigilosamente por los jardines de Constance hasta llegar a la sala de teatro, desde la que ya se podía escuchar la música.

-¿Como han abierto la sala de teatro? -pregunté.

-Alguien habrá robado la llave. -me contestó Lisa.

Love in New York. {Justin Bieber}Where stories live. Discover now