CUARENTA Y UNO

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MAITE

—¡Hogar dulce hogar!

Exclamé y luego me dejé caer en el sillón del departamento del Vicente.

Técnicamente no era mi hogar, pero igual.

Y tampoco estaba tan feliz de llegar, sin embargo, era del tipo de cosas que se decían al llegar a la comodidad de la casita.

—¿Segura? —preguntó mi daddy al teléfono mientras cerraba la puerta de su hogar y luego tiraba las llaves en una mesa cercana a la entrada— no me molesta nada ir a buscarla.

Acomodé mi posición en el sillón pa' poder ponerle una mejor atención en el Vicente.

—¿Qué pasó? —sapeé cuando dejó de hablar.

—Según mi vieja la Martina se despertó hace un rato. —me explicó mientras se dejaba caer a mi lado en el sillón— pero dice que no es necesario que vaya a buscarla porque está por dormirse de nuevo.

Obviamente antes de ir al departamento pasamos a la casa de la suegri pa' que mi sugar daddy pudiera ver a su bendición, quien como era de esperarse dormía a patas sueltas.

Al final por comodidad y miedo a que el cambio de temperatura le afectara; optó por dejarla con su mamá.

¡A todo esto! mi suegra se llamaba Beatriz.

¿Que bello nombre, no?

¡Patera!

¡Na' que ver! es la pura verdats.

—Ah. —fue lo único que se me ocurrió decirle por el momento— ¿y si cuando me vayas a dejar pasas a su casa y te quedas a dormir allá?

—¿No te vas a quedar aquí?

Entreabrí los labios pa' hablar, pero realmente no había considerado esa opción.

¿Otra noche más durmiendo con el Vicente?

¿Acaso éste es el paraíso?

—¿Tú quieres? —le pregunté suavecito, como que no quiere la cosa.

Que diga que sí, que diga que sí, que...

—Obvio que sí. —contestó haciendo un puchero demasiado tierno pa' creer que era suyo.

Luego elevó su mano y la puso detrás de mi nuca pa' acercarme a él y presionar sus labios sobre los míos.

Gracias por tanto, perdón por tan poco.

—¿Querí que pida algo pa' comer?

Probablemente en otra ocasión me hubiera negado o sugerido mentalmente alguna cochiná, pero estaba tan cagá de hambre que no podía negarme a comer algo.

—Sí, porfa. —le contesté casi suplicante.

—¿Pizza? —sugirió e instantáneamente asentí con la cabeza, ganándome una sonrisa de su parte— ya vuelvo.

Apenas desapareció de mi línea de visión tomé mi celular y revisé los mensajes que tenía.

La Amelia apareció de las primeras.

« Así que... tenemos un poquito de problemas porque mi papá llegó antes y preguntó por ti. Le dije que estabas en la casa de la Vale haciendo un trabajo de filosofía y adivina, apareció la Valeria aquí en la casa; la palomita siempre cagándola. Le inventé a la rápida otra hueá, pero dudo que me haya creído. Suerte pa' nosotras que estaba súper cansado y se fue a dormir, pero dijo que mañana íbamos a hablar. Cuando lleguís planeamos algo. Te quiero mucho, mocosa. Siempre anda con protección. Y me refiero a condones, no a la foto de la virgencita de Guadalupe. »

PAPI MECHÓN (editando)Where stories live. Discover now