SESENTA Y DOS

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maratón 3/3

Abrí los ojos e inmediatamente volví a cerrarlos.

No quería levantarme.

El día de ayer me había dejado una sensación súper bonita en el pecho tras el almuerzo con mis mejores amigos y el Vicente, tanto que hoy en mi primer día de descanso tras haber terminado cuarto medio, quería seguir con la tradición de tener buenos días, por lo que merecía desayunar a las tres de la tarde y no sacarme el pijama en todo el día, como cualquier persona en un día libre.

Probablemente había babeado la almohada toda la noche y seguiría haciéndolo eventualmente cuando volviera a caer en los brazos de Morfeo.

Sentí mi peso más ligero cuando el sueño comenzó a vencerme otra vez, sin embargo, no pude completar mi primera fase de sueño al sobresaltarme con el sonido de mi teléfono.

¡¿Por qué?!

Lo tomé de mala gana para contestar la llamada, pero al abrir los ojos y fijarme en quién era el emisor, terminé fijándome con mayor atención en la hora y ver que esta marcaba las 12:37 del día.

De la sorpresa me senté en la cama tan rápido que mi cabeza dio un par de vueltas. No pesqué la sensación y tampoco la llamada entrante del Javier, simplemente la minimicé y abrí la aplicación de WhatsApp para enviarle un mensaje al Vicente.

Según mis cálculos ya debería estar camino a encontrarse con la mami zorrona. No recordaba el lugar en específico, pero sí que estaba un poco lejos, así que las probabilidades de que no me contestara por ir manejando eran infinitas, sin embargo, pregunté de todas formas.

« ¿Todo bien? »

Esperé un momento su respuesta mientras miraba atentamente su nombre de contacto, intentando de cierta forma que eso le enviara una señal telepática.

Un poco tonto, lo sabía, pero sin duda efectivo ya que su respuesta llegó en menos de cinco minutos.

« Todo bien, voy camino al restaurante. Te aviso cualquier cosa. »

Comencé a redactarle un mensaje, pero me detuve al percatarme de la señal de "escribiendo" bajo su nombre de contacto.

« Te quiero »

Mi corazón se derritió como helado de chocolate en verano y una sonrisa tonta se instaló en mis labios mientras le escribía de vuelta que yo también lo quería y que pusiera atención en la carretera.

No obtuve respuesta lo cual me mantuvo bastante serena y confiada con que él estuviera más pendiente de manejar que de tomar el teléfono.

Puse los pies en el suelo y me estiré de tal manera que pensé que a mi estatura le había aumentado un centímetro. Dormí bien, pero me dolía el cuerpo por haber estado durante tanto tiempo acostada.

Tomé mi pelo en un moño y mi teléfono en mi mano para poner música mientras me bañaba, sin embargo, una nueva llamada entrante de mi cuñado pospuso mis planes por unos minutos.

Obviamente contesté, sin ganas, pero lo hice.

—Te encanta perturbar las horas de descanso de los demás, mal hombre —bromeé.

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⏰ Última actualización: Sep 24, 2022 ⏰

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PAPI MECHÓN (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora