**Mortifagos (2)**

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Voldemort apartó la vista de nosotros y empezó a examinar su propio cuerpo.

Las manos eran como grandes arañas blan­cas, con los largos dedos se acarició el pecho, los brazos, la cara.

Los rojos ojos, cuyas pupilas eran alargadas como las de un gato, refulgieron en la oscuridad.

Levantó las manos y flexionó los dedos con expresión embelesada y exultante.

No hizo el menor caso de Colagusano, que se retorcía san­grando por el suelo, ni de la enorme serpiente, que otra vez había aparecido y daba vueltas alrededor nuestro emi­tiendo sutiles silbidos.

Voldemort deslizó una de aquellas manos de dedos anormalmente largos en un bolsillo de la túnica y sacó una varita mágica.

También la acarició sua­vemente y luego la levantó y apuntó con ella a Colagusano, que se elevó en el aire y fue a estrellarse contra la tumba a la que estaba atada.

Cayó a los pies de Harry y quedó allí, des­madejado y llorando.

Voldemort volvió hacia nosotros sus ro­jos ojos y soltó una risa sin alegría, fría, aguda.

Aquella risa se coló en mi mente, nunca había oído un sonido tan... terrorífico.

*Esto supera los chillidos del crucio, lo del huevo de oro, la risa psicopática de Barty Crouch Jr... lo supera todo.*

La túnica de Colagusano tenía manchas sanguinolen­tas, pues éste se había envuelto con ella el muñón del brazo.

-Señor... señor... me prome­tisteis... me prometisteis...- dijo éste con la voz ahogada.

-Levanta el brazo.- dijo Voldemort con desgana.

-¡Ah, señor... gracias, señor...!- Colagusano alargó el muñón ensangrentado.

-¡El otro brazo, Colagusano!- exclamó Voldemort riendo.

-Amo, por favor... por favor...- Voldemort se inclinó hacia él y tiró de su brazo izquier­do.

Le retiró la manga por encima del codo y vi algo en la piel, algo como un tatuaje de color rojo intenso, una ca­lavera con una serpiente que le salía de la boca, la misma imagen que había aparecido en el cielo en los Mundiales de Quidditch, la Marca Tenebrosa.

Voldemort la examinó cui­dadosamente, sin hacer caso del llanto incontrolable de Co­lagusano.

-He retornado. Todos se ha­brán dado cuenta... y ahora veremos... ahora sabremos...- dijo con una voz suave, una voz con un efecto parecido al del canto de las veelas.

Apretó con su largo índice blanco la marca del brazo de Colagusano.

Colagusano dejó escapar un nuevo alarido.

Voldemort retiró los dedos de la marca de Colagusano y vi que se había vuelto de un negro azabache.

Con expresión de cruel satisfacción Voldemort se ir­guió, echó atrás la cabeza y contempló el oscuro cemente­rio.

-Al notarlo, ¿cuántos tendrán el valor de regresar? ¿Y cuántos serán lo bastante locos para no hacerlo?- preguntó el resucitado con tranquilidad.

Comenzó a pasear de un lado a otro ante los tres, barriendo el cementerio con los ojos sin cesar.

Des­pués de un minuto nos volvió a mirar a Harry y a mí y una cruel sonrisa torció su rostro de serpiente.

-Estáis sobre los restos de mi difunto padre, Harry y Deidre. Era muggle y además idiota... como tu querida madre, Harry. Pero los dos han tenido su utilidad, ¿no? Tu madre murió para defenderte cuando eras niño... A mi padre lo maté yo y ya veís lo útil que me ha sido des­pués de muerto.- dijo dejando silbidos de serpiente entre frase y frase.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now