**La Primera Prueba**

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-Primero vamos a intentar que el martes por la tarde sigáis ambos vivos y luego ya nos preocuparemos por Karkarov.- dijo Hermione después de desayunar, la mañana siguiente.

Dimos tres vueltas al lago, pensando cuál sería el en­cantamiento con el que se podría someter a un dragón.

Pero como no se nos ocurría nada, fuimos a la biblioteca.

Harry y yo cogimos todo lo que vimos sobre dragones y los tres nos pusimos a buscar entre la alta pila de libros.

-"Embrujos para cortarles las uñas... Cómo curar la podredumbre de las escamas..." Esto no nos sirve, es para chiflados como Hagrid que lo que quieren es cuidarlos...- dije frustrada.

-"Es extremadamente dificil matar a un dragón debi­do a la antigua magia que imbuye su gruesa piel, que nada excepto los encantamientos más fuertes puede penetrar..." ¡Pero dijeron que había uno sencillo que valdría!- exclamó Hermione.

-Busquemos pues en los libros de encantamientos sencillos...- dijo Harry apartando a un lado el "Libro del amante de los dragones".

Unos segundos después volvió a la mesa con una pila de libros de hechizos y co­menzó a hojearlos uno tras otro.

-Bueno, están los encantamientos permutadores... pero... ¿para qué cambiarlos? A menos que le cambiaras los colmillos en gominolas o algo así, porque eso lo haría menos peligroso... El problema es que, como decía el otro li­bro, no es fácil penetrar la piel del dragón. Lo mejor sería transformarlo pero, algo tan grande, me temo que no tenéis ninguna posibilidad, dudo incluso que la profesora McGonagall fuera capaz... Pero tal vez podríais encantaros vosotros mismos. Tal vez para adquirir más poderes. Claro que no son hechizos sencillos y no los hemos visto en clase, sólo los conozco por haber hecho algunos ejercicios preparato­rios para el TIMO...- dijo Hermione en voz baja.

-Hermione, ¿quieres ca­llarte un momento, por favor? Trato de concentrarme.- dijo Harry exasperado.

Todo lo que encontraba solo servía para empeorar la situación.

Era estresante.

-¡Oh, no! Aquí vuelve. ¿Por qué no puede leer en su barquito? Vamos, volvamos a la sala común... El club de fans llegará dentro de un momento y no pararán de cotorrear...- dijo Hermione irritada al ver a Viktor Krum en la biblioteca.

Y, efectivamente, en el momento en que salíamos de la biblioteca entraba de puntillas un ruidoso grupo de chi­cas, una de ellas con una bufanda de Bulgaria atada a la cintura.

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Aquella noche no pude dormir bien ya que en mi consciencia pesaba que Cedric seguía sin saber lo de los dragones.

Era el único de los campeones que no se habría enterado, si esta­ba en lo cierto al pensar que Maxime y Karkarov se lo habían contado a Fleur y Krum.

-Nos vemos en el invernadero, Hermione. Ve hacia allí, ya te alcanzaremos.- dije dándole un codazo a Harry cuando vi salir a Cedric Diggory del Gran Comedor.

-Llegaréis tarde. Está a punto de sonar la cam­pana.- nos reprendió la chica.

Cuando llegamos a la escalinata de mármol Cedric ya estaba al final de ella, acompañado por unos cuantos amigos de sexto curso.

Harry y yo no queríamos hablar con Cedric delante de ellos porque eran de los que le repetían frases del artículo de Rita Skeeter cada vez que nos veían.

Lo seguimos a cierta distancia y vimos que se dirigía hacia el corredor don­de se hallaba el aula de Encantamientos.

-¡Diffindo!- susurró Harry apuntando a la mochila de Cedric.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now