**Los Cinco Campeones**

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Harry y yo permanecimos sentados, conscientes de que todos cuántos estaban en el Gran Comedor nos miraban.

Me sentía aturdida, asustada, mis manos apretaban fuertemente la nota de Kyle, la nota con su crimen confesado.

*¡Eso es! ¡La nota! ¡Si lo explico todo me dejarán salirme del Torneo! Ha sido una vil trampa...*

-Yo no he puesto mi nombre. Vosotros lo sabéis.- dijo Harry totalmente confuso.

-Tengo una prueba de que yo no he puesto mi nombre en esa cosa.- dije en voz baja para que solo los de mi alrededor me escucharan.

-¡Harry Potter! ¡Deidre Weasley! ¡Levantaos y venid aquí, por favor!- exclamó Dumbledore finalmente.

-Vamos.- nos susurró Hermione, dándole a Harry un leve empujón.

Me levanté con inseguridad y, sobretodo, con miedo.

*¿Qué voy a hacer si no me dejan salir del Torneo? ¿Me forzarán a participar? ¡No quiero! Tengo una muy desagradable sensación respecto a este Torneo...*

Avancé por el hueco que había entre las mesas de Gryffindor y Hufflepuff.

La mesa de los profesores no parecía hallarse más cerca aunque caminara hacia ella y notaba la mira­da de cientos y cientos de ojos, como si cada uno de ellos fue­ra un reflector.

Después de lo que me pareció una hora me hallé delante de Dumbledore y noté las miradas de todos los profesores.

-Bueno... cruzad la puerta.- dijo Dumbledore sin sonreír.

Harry y yo pasamos por la mesa de profesores.

Hagrid, sentado justo en un extremo, no guiñó un ojo, ni levantó la mano, ni hizo ninguna de sus habituales señas de saludo.

Parecía completamente aturdido y, al pasar nosotros, nos miró como ha­cían todos los demás.

Harry y yo salimos del Gran Comedor y nos en­contramos en una sala más pequeña, decorada con retratos de brujos y brujas.

Delante nuestro, en la chimenea, crepitaba un fuego acogedor.

Cuando entramos las caras de los retratados se volvieron hacia nosotros.

Vi que una bruja con el rostro lleno de arrugas sa­lía precipitadamente de los límites de su marco y se iba al cuadro vecino, que era el retrato de un mago con bigotes de foca.

La bruja del rostro arrugado empezó a susurrarle algo al oído.

Viktor Krum, Cedric Diggory y Fleur Delacour estaban junto a la chimenea.

Con sus siluetas recortadas contra las llamas tenían un aspecto curiosamente imponente.

Krum, cabizbajo y siniestro, se apoyaba en la repisa de la chime­nea, ligeramente separado de los otros dos.

Cedric, de pie con las manos a la espalda, observaba el fuego.

Fleur Dela­cour nos miró cuando entramos y volvió a echarse para atrás su largo pelo plateado.

-¿Qué pasa? ¿"Quieguen" que vol­vamos al "comedog"?- la chica se creía que habíamos ido a transmitir un mensaje.

*Ojalá fuera eso.*

Oí detrás un ruido de pasos apresurados.

Era Ludo, que entraba en la sala.

Nos cogió del brazo a Harry y a mí y nos llevó ha­cia delante.

-¡Extraordinario! ¡Absolutamente extraordinario! Caballeros... señorita... ¿Puedo presentarles, por increíble que parezca, al cuarto campeón y a la quinta campeona del Torneo de los Tres Magos?- exclamó Ludo Bagman apretándonos el brazo.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now