**El Baile de la Desgracia (1)**

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-¡Esto no puede seguir así! ¡Diddy, Malfoy, os sentencio a ir juntos al baile de Navidad, me importa bien poco que tengáis pareja o que os odiéis mutuamente. Y, sobretodo, ni se os ocurra decir que he sido yo la que os ha puesto juntos, o lo lamentaréis.- así me había sonado a mí el castigo impuesto por McGonagall aquella tarde del 23 de Diciembre.

*Pero si solo he aplicado el hechizo convertor en su cabello...*

-¡No puede ser!- me quejé audiblemente después de clases.

Malfoy y yo estábamos con McGonagall, intentando hacer entrar a la vieja mujer en razón.

-Profesora, yo ya tengo pareja. Me temo que tendrá que buscar a otro para obligarle a ir con ella.- dijo Malfoy en un tono mortífero.

-¡Eh! Que tengo pareja, una mil veces mejor que tú.- lo confronté fulinándole con los ojos.

*Hayden es un bailarín excelente y es divertido bailar con él...*

-Vosotros dos vais a ir juntos por que debéis fomentar el espíritu entre las casas de Gryffindor y Slytherin.- dijo McGonagall sin darnos opción a reclamar.

*¡Esto es demasiado cruel! Pero... ¿por qué me siento nerviosa al ir con Malfoy? ¿Por qué me siento... deseosa de que llegue el baile de Navidad?*

MCGONAGALL P.O.V.

*Ya está, ya he hecho mi parte. Espero que eso los acerque un poco más.*

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DEIDRE P.O.V.

A pesar del sinfín de deberes que nos habían puesto a los de cuarto para Navidad, no me apetecía ponerme a tra­bajar al final del trimestre, y me pasé la primera semana de vacaciones disfrutando todo lo posible con mis compañeros.

*No quiero ir al baile con MALFOY pero al mismo tiempo no puedo dejar de estar impaciente. Tampoco tenemos tiempo de practicar el baile juntos siendo de dos casas enemigas... esto va a salir muy mal.*

La torre de Gryffindor seguía casi tan llena como durante el trimestre y parecía más pequeña porque sus ocupantes armábamos mucho más jaleo aquellos días.

Fred y George ha­bían cosechado un gran éxito con sus galletas de canarios y durante los dos primeros días de vacaciones la gente iba dejando plumas por todas partes.

No tuvo que pasar mucho tiempo, sin embargo, para que los de Gryffindor aprendie­ramos a tratar con muchísima cautela cualquier cosa de comer que nos ofrecieran los demás por si había una galleta de ca­narios oculta.

En aquel momento nevaba copiosamente en el castillo y sus alrededores.

El carruaje de Beauxbatons, de color azul claro, parecía una calabaza enorme, helada y cubier­ta de escarcha, junto a la cabaña de Hagrid, que a su lado era como una casita de chocolate con azúcar glasé por en­cima, en tanto que el barco de Durmstrang tenía las porti­llas heladas y los mástiles cubiertos de escarcha.

Abajo, en las cocinas, los elfos domésticos se superaban a sí mismos con guisos calientes y sabrosos y postres muy ricos.

La única que encontraba algo de lo cual quejarse era Fleur Delacour.

-Toda esta comida de "Hogwags" es demasiado pesa­da. ¡No voy a "podeg" "lusig" la túnica!- decía la francesa, demasiado estirada.

-¡Ah, qué tragedia! Vaya ínfulas, ¿eh?- se burló Hermione de Fleur.

-¿Con quién vas a ir al baile, Hermione?- Ron le hacía aquella pregunta en los momentos más inesperados para ver si, al pillarla por sorpresa, conseguía que le contestara.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now