**Inesperada "Prueba"**

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Cuando entramos en la sala común de Gryffindor todos prorrumpieron una vez más en gritos y ví­tores.

Había montones de pasteles y de botellas grandes de zumo de calabaza y cerveza de mantequilla en cada mesa, a parte de boles llenos hasta la cima de manzanas verdes.

Lee Jordan había encendido algunas bengalas fabulosas del doctor Filibuster, que no necesitaban fuego porque prendían con la humedad, así que el aire estaba cargado de chispas y estrellitas.

Dean Thomas, que era muy bueno en dibujo, había colgado unos estandartes nuevos impresionantes, la mayoría de los cuales representaban a Harry vo­lando en torno a la cabeza del colacuerno con su Saeta de Fuego y a mí lanzando la poción a la boca del dragón japonés, aunque un par de ellos mostraban a Cedric con la ca­beza en llamas.

Cogí con mucho gusto la primera manzana que ví y la despedazé como si llevara años sin haber comido nada de nada.

Me senté con Ron, Harry y Her­mione.

-¡Jo, cómo pesa! ¡Vamos, Harry, ábrelo! ¡A ver lo que hay dentro!- exclamó Lee Jordan cogiendo el huevo de oro de Harry que reposaba sobre la mesa.

-¡Sí, vamos, Harry, ábrelo!- repitieron varios.

Lee le pasó el huevo a Harry, que hundió las uñas en la ranura y apalancó para abrirlo.

Estaba hueco y completamente vacío.

Pero, en cuanto Harry lo abrió, el más horrible de los ruidos, una especie de lamento chirriante y estrepitoso, llenó la sala.

Chillé de dolor y hasta sentí gotear mis orificios auditivos.

Segundos después confirmé que era sangre lo que había goteado de mis orejas.

-¡Ciérralo!- gritó Fred tapándose los oídos con las manos.

-¿Qué era eso? Sonaba como una banshee. ¡A lo mejor os hacen burlar a una de ellas!- comentó Seamus Finnigan cuando Harry hubo cerrado ese infuerno de huevo maldito.

-¡Era como alguien a quien estuvieran torturando! ¡Vais a tener que luchar contra la maldición cruciatus!- exclamó Neville completamente blanco.

Temblé levemente, ganándome unas complicadas miradas de mis hermanos gemelos mayores.

-No seas tonto, Neville, eso es ilegal. Nunca utilizarían la maldición cruciatus contra los campeones. Yo creo que se parecía más bien a Percy cantan­do... A lo mejor tenéis que atacarlo cuando esté en la ducha.- dijo Fred arrancando una carcajada general.

-¿Quieres un trozo de tarta de mermelada, Hermione?- le ofreció Fred.

Hermione miró con desconfianza la fuente que él le ofrecía.

-No te preocupes, no le he hecho nada. Con las que hay que tener cuidado es con las galletas de crema.- Fred sonrió.

Neville, que precisamente acababa de probar una de esas galletas, se atragantó y la escupió.

-Sólo es una broma inocente, Neville...- Fred se rió.

-¿Has cogido todo esto de las cocinas, Fred?- dijo Hermione sirviéndose un trozo de tarta de mermelada.

-Ajá."¡Cualquier cosa que podamos darle, señor, absolutamente cualquier cosa!" Son la mar de atentos... Si les digo que tengo un poquito de hambre son capaces de ofrecerme un buey asado.- dijo Fred agudizando la voz para parecer un elfo doméstico.

-¿Cómo te las arreglas para entrar?- preguntó Her­mione con un tono de voz inocentemente indiferente.

-Es bastante fácil. Hay una puerta ocul­ta detrás de un cuadro con un frutero. Cuando uno le hace cosquillas a la pera se ríe y... ¿Por qué lo preguntas?- preguntó Fred con recelo cuando vio la llama en los ojos de Hermione.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now