Los carruajes atravesaron las verjas flanqueadas por estatuas de cerdos alados y luego avanzaron por el ancho camino, balanceándose peligrosamente bajo lo que empezaba a convertirse en un temporal.
Pegando la cara a la ventanilla podía ver cada vez más próximo el castillo de Hogwarts, con sus numerosos ventanales iluminados reluciendo borrosamente tras la cortina de lluvia.
Los rayos cruzaban el cielo cuando nuestro carruaje se detuvo ante la gran puerta principal de roble, que se alzaba al final de una breve escalinata de piedra.
Los que ocupaban los carruajes de delante corrían ya subiendo los escalones para entrar en el castillo.
También Harry, Ron, Hermione, yo y Neville saltamos del carruaje y subimos la escalinata a toda prisa, sólo levantamos la vista cuando nos hallamos a cubierto en el interior del cavernoso vestíbulo alumbrado con antorchas y ante la majestuosa escalinata de mármol.
-¡Caray! Si esto sigue así, va a terminar desbordándose el lago. Estoy empapado... ¡Ay!- exclamó Ron.
Un globo grande y rojo lleno de agua acababa de estallarle en la cabeza.
Empapado y farfullando de indignación, Ron se tambaleó y cayó contra Harry al mismo tiempo que un segundo globo lleno de agua caía... rozándonos a Hermione y a mí.
Estalló a los pies de Harry y una ola de agua fría le mojó las zapatillas y los calcetines.
A nuestro alrededor todos chillaban y se empujaban en un intento de huir de la línea de fuego.
Levanté la vista y vi flotando a seis o siete metros por encima nuestro a Peeves el poltergeist, una especie de hombrecillo con un gorro lleno de cascabeles y pajarita de color naranja.
Su cara, ancha y maliciosa, estaba contraída por la concentración mientras se preparaba para apuntar a un nuevo blanco.
-¡PEEVES! ¡Peeves, baja aquí AHORA MISMO!- gritó una potente voz.
Acababa de entrar apresuradamente desde el Gran Comedor la profesora McGonagall, que era la subdirectora del colegio y jefa de la casa de Gryffindor.
Resbaló en el suelo mojado y para no caerse tuvo que agarrarse a mi cuello.
-¡Ay! Perdón, señorita Weasley.- me dijo.
-¡No se preocupe!- exclamé jadeando y frotándome la garganta.
-¡Peeves, baja aquí AHORA!- bramó la profesora McGonagall, enderezando su sombrero puntiagudo y mirando hacia arriba a través de sus gafas de montura cuadrada.
-¡No estoy haciendo nada! ¿No estaban ya mojadas? ¡Esto son unos chorritos! ¡Ja, ja, ja!- Y dirigió otro globo hacia un grupo de segundo curso que acababa de llegar.
-¡Llamaré al director! Te lo advierto, Peeves...- dijo McGonagall.
Peeves le sacó la lengua, tiró al aire los últimos globos y salió zumbando escaleras arriba, riéndose como loco.
-¡Bueno, vamos! ¡Vamos, al Gran Comedor!- nos ordenó a la multitud empapada.
Cruzamos el vestíbulo entre resbalones y atravesamos la puerta doble de la derecha.
Ron murmuraba entre dientes y se apartaba el pelo empapado de la cara.
El Gran Comedor, decorado para el banquete de comienzo de curso, tenía un aspecto tan espléndido como de costumbre y el ambiente era mucho más cálido que en el vestíbulo.
A la luz de cientos y cientos de velas que flotaban en el aire sobre las mesas brillaban las copas y los platos de oro.
Las cuatro largas mesas pertenecientes a las casas estaban abarrotadas de alumnos que charlaban.
ČTEŠ
La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//
FanfikceCuarto libro, ambientado en Harry Potter y el Cáliz de Fuego. "Dos miradas que no pueden evitar chocarse, dos almas destinadas a encontrarse aunque no lo quieran." -¿Qué sucede contigo, Weasley? ¿Qué es ésta mirada culpable? ¿Qué es esta expresión...