**Rita Skeeter (2)**

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Todos nos levantamos tarde aquel 26 de diciembre, yo estaba en el grupo que no se quería levantar.

Temía que aquel baile fuera un sueño, temía que aquél Malfoy hubiese sido un sueño mío y temía el por qué estaba yo soñando con un Malfoy tan distinto al normal.

La sala co­mún de Gryffindor se encontraba más silenciosa de lo que había estado últimamente y muchos bostezos salpicaban las desganadas conversaciones.

El pelo de Hermione vol­vía a estar tan enmarañado como siempre y ella confesó que había empleado grandes cantidades de poción alisadora.

Ron y Hermione parecían haber llegado al acuerdo de no tocar más el tema de su disputa.

Volvían a ser muy ama­bles el uno con el otro aunque algo formales.

Ron y Harry nos pusieron al tanto de la conversación entre Madame Maxime y Hagrid pero ella no pareció encontrar tan sorprendente la noticia de que Hagrid era un semigigante.

-Bueno, ya me lo imaginaba. Sabía que no podía ser un gigante puro por­que miden unos siete metros de altura. Pero la verdad, esa histeria con los gigantes... No creo que todos sean tan horribles. Son los mismos prejuicios que tiene la gente contra los hombres lobo. No es más que intolerancia, ¿verdad?- apuntó ella.

Daba la impresión de que a Ron le hubiera gustado dar una respuesta mordaz, pero tal vez no quería empezar otra discusión porque se contentó con negar con la cabeza cuan­do Hermione no lo veía.

Hablando de Ron, se había pasando todo el tiempo pidiéndome perdón sin parar.

Tuve que perdonarle porque no dejaba de molestarme.

Había llegado el momento de pensar en los deberes que no habíamos hecho durante la primera semana de vacaciones.

Una vez pasado el día de Navidad todo el mundo se sentía desinflado.

Todo el mundo salvo Harry y yo que otra vez comenzábamos a estar preocupados.

El problema era que, una vez terminadas las fiestas, el 24 de febrero parecía mucho más cercano y aún no había he­cho nada para descifrar el enigma que encerraba el huevo de oro.

Tenía las palabras de Cedric Diggory en mi mente pero todavía no había ido a los baños con el huevo, no sabía exactamente por qué no.

*A quién engaño, probablemente soy una de las personas más procastinadoras que habrá pasado por Hogwarts...*

Al parecer Diggory no había logrado encontrarse con Harry porque el pobre chico seguía abriendo el huevo de tanto en cuanto.

Fue bastante gracioso cuando Harry intentó hacerle al huevo varias preguntas, gritando por encima de los gemidos, pero no le respondía.

*Podría decirle lo que Diggory me contó, pero me estoy divirtiendo bastante...*

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Así llegó el primer día del segundo trimestre, alrededor del colegio todavía había una gruesa capa de nieve y las ventanas del invernadero estaban cubiertas de un vaho tan espeso que no se podía ver nada por ellas en la clase de Herbología.

Con aquel tiempo nadie tenía mu­chas ganas de que llegara la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas aunque, como dijo Ron, los escregutos seguramen­te nos harían entrar en calor ya fuera por tener que cazarlos o porque arrojarían fuego con la suficiente intensidad para prender la cabaña de Hagrid.

Sin embargo, al llegar a la cabaña de nuestro amigo, encon­tramos ante la puerta a una bruja anciana de pelo gris muy corto y barbilla prominente.

-Daos prisa, vamos, ya hace cinco minutos que sonó la campana.- nos gritó al vernos acercarnos a través de la nieve.

La Hermana de Ron Weasley (Draco Malfoy y tú) //4//Where stories live. Discover now