La hija de Hades

Epílogo

Tres años después.

Olimpia entró al Olimpo con su paso firme y seguro junto su fiel espada enfundada y su arco de plata colgado en su espalda con su carcaj ganándose miradas de sorpresa y desconfianza por parte de todos aquellos que se cruzó en el trayecto de la entrada hasta su destino, tocó la puerta del reino de Hermes esperando que su amigo este, no le había avisado que venía de visita porque había sido una decisión apresurada pero siempre para esta altura del año el estaba en casa y ella siempre venía a quedarse con el.Segundos después el hijo del Dios abrió la puerta blanca, al reconocer el rostro de la muchacha que había del otro lado del umbral sonrió con alegría y la abrazó, la había extrañado muchísimo.Entraron a la casa del chico y se sentaron en los cómodos sillones que había en la sala de estar.

- ¿Cómo estás? - preguntó Alexander aún con una sonrisa en el rostro.Olimpia se dió cuenta sobre cuanto extrañaba aquel gesto por parte del morocho, las últimas veces que se habían visto no habían sonreído mucho, ninguno de los dos lo hacia con frecuencia desde hace un largo tiempo.

- Digamos que mejor..¿Tú?

- Igual, empece a trabajar para mi padre y me está yendo bien me distrae bastante.

- Eso es bueno.

- ¿Y como te esta yendo a ti? - preguntó recordando la última vez que la vio hace un año atrás cerca de estás fechas.

Alexander se fijo en el aspecto de la castaña por primera vez desde que llego a su casa, iba con un pantalón azul oscuro una campera de esquí de plata y botas de combate negras para sus ojos marrones continuaba igual de joven que hace tres años atrás cuando la conoció en el Torneo de los semidioses, se le notaba un poco el cansancio en ella pero estaba tan hermosa como si no hubieran pasado tantas cosas horribles en su vida, como si fuera la misma adolescente de diecisiete años que conoció.Ya había superado por completo esos primeros meses en los que su cabello se caía por el estrés, había adelgazado demasiado y sus ojeras estaban más marcadas de lo común.El morocho pensó en que eso causaba la inmortalidad en las personas.

- Bien, fue una buena decisión aceptar pero me siento culpable..

El morocho de su mejor amigo borró la sonrisa de su rostro y la interrumpió, no podía permitir que ella diga que tenía la culpa sobre lo que había sucedido.
Olimpia no era culpable de nada.

- Fue lo mejor para ti, el hubiera querido que la aceptes sabía que tu sueño era ser cazadora.

- Lo sé, pero aún me duele pensar en el, antes de ayer fueron tres años de que murió - el chico asintió con tristeza.Extrañaba tanto a su mejor como el primer año, aún no se acostumbraba a vivir sin su hermano del alma.

Olimpia con el tiempo había aprendido muchas cosas, todavía le dolía saber que su mejor amigo iba a envejecer y morir cuando ella iba a seguir pareciendo de 19 años, ahora sus compañeras de vida eran las cazadoras no el chico con el que se imagino una vida a su lado ni el otro chico que le sacaba sonrisas siempre que tenía la oportunidad.No reprochaba en absoluto esto, ella había decidido unirse a Artemisa, su Diosa, pero no todo era tan perfecto como hubiera querido que lo fuera en un principio.

Perder a Christopher fue el dolor más grande que había pasado, esos meses que le siguieron fueron un calvario para la chica.Debido a que comía poco por no decir nada, gracias a su falta de apetito, su cabello había comenzado a caerse su piel se había vuelto más pálida resaltando todas sus cicatrices del torneo, en especial los hematomas que habían quedado para siempre marcados en ella y le recordaban quien había curado cada una de esas heridas quien la había ayudado a caminar cuando tenía las costillas fracturadas y la cabeza abierta o quien había sido el que se tiró de un acantilado desangrandose con total de que no se la lleven a la fuerza Las Amazonas.Cada marca le hacía recordar a el, no había sido mucho lo suyo y ella lo tenía en claro pero nunca se había sentido tan plena con alguien como con el castaño a su lado.

- ¿Has visitado a tu padre? - el morocho tenía los ojos cristalizados, los mejores recuerdos junto a Chris seguían en su memoria.

- No, el entiende que no es fácil para mi volver a ese lugar.

Luego de esos meses de sufrimiento, en los que había estado ausente de todo lo que sucedía a su alrededor se dio cuenta lo mucho que sufría estando en el Inframundo.Para ella era un recordatorio constante de la muerte, que no importa quien seas si fuiste valiente bueno con todo el mundo ni cuanto te queda por vivir, a la muerte no le importaba en absoluto cuando tiene que llevarte con ella.

Luego de pensar casi un año sobre todo lo que había pasado en tan poco tiempo en su vida y el gran giro que había dado decidió aceptar la propuesta de Artemisa, era la única forma en la que iba a poder ayudar a su corazón y alma sanarse poco a poco.

Alexander miró los ojos de la chica que estaba frente a el, se dió cuenta que era lo único que no le recordaba a la Olimpia de diecisiete años.Estos nuevos ijos estaban opacos, ya no demostraban nada, ese brillo que te hipnotizaba de misterio e intriga al ver a la muchacha se había perdido en lo más profundo de su ser, sus ojos ahora solo transmitían dolor y tristeza.No quedaba nada de esa Olimpia que deseaba ser feliz, esta chica sabía que había perdido casi todo, casi porque aún le quedaba Alex que se había convertido en su mejor amigo, su hermano mayor.

Alex había aprendido a quererla demasiado en esos años, se veían poco por las misiones de la castaña y porque el morocho trabajaba entregando cosas para su padre y estaba poco tiempo en el Olimpo pero se mantenían en contacto por los mensajes Iris y cuando se veían tenían el mismo tacto que siempre como si se vieran todos los días.

El morocho estaba cumpliendo la promesa que su mejor amigo le había echo cumplir antes de morir.El se había sentido muy mal cuando la chica estuvo en su peor momento y no había nada que hacer para que ella vuelva a ser quie era, se sentía inútil por no poder ayudarla a estar bien, aunque sabía que eso era casi imposible porque el no estaba bien y odiaba tener que mentirle a la castaña.

- ¿Aún lo recuerdas? - soltó la chica jugando torpemente con su anillo, hace un tiempo le había pedido a Hefesto si la espada de Chris podía convertirse en algún objeto que pueda llevar siempre consigo, el Dios lo convirtió en un hermoso anillo que no se lo había quitado jamás desde hace dos años.Era una forma de tener al castaño con ella para siempre y por siempre.

- Por supuesto, jamás voy a olvidarlo.

- Digo..si recuerdas su rostro, su risa, su voz - aclaró a que se refería mirando hacia todos lados.Alex reconoció que ella antes jamás habría evitado hacer contacto visual con alguien mientras hablaba pero ahora ya no importaba que hubiera echo antes.

- Si, son demasiados años juntos para olvidar su imágen en tan poco tiempo - y se arrepintió al instante de decir aquello se había olvidado por completo de que Olimpia conocía a Christopher de unos pocos meses no más.

- Yo no - su voz tembló pero tragó saliva para dejar esa inseguridad atrás y continuar - Su rostro es borroso para mi, su risa ya no la recuerdo..y su voz es confusa - miró al morocho con todas sus defensas bajas y el pudo notar el sufrimiento que que había en ellos por primera vez desde que llego - No quiero olvidarlo.

- No lo vas a olvidar, el siempre va a estar contigo - estaba tan triste como ella pero no se lo iba a demostrar si el se quebraba ella se desplomaria.Tomó la mano de Olimpia acariciandola con su pulgar.

- Es tan difícil todo.

Ninguno dijo más nada, ambos coincidían en lo mismo.Era difícil hacer que esa llama de dolor se apague.Se abrazaron sosteniendose mutuamente, porque desde hace tiempo la única razón de uno era el otro, se habían vuelto inseparables gracias al castaño.Olimpia y Alexander le iban a agradecer por siempre a Chris por todo lo que les dieron y haberlos unido tanto pero jamás iban a perdornarlo por haberlos dejado tan temprano.

Olimpia aprendió que era el amor y que era el dolor con la misma persona en poco tiempo.
Alexander conoció a un hermano y a un alma gemela que siempre iba a estar con el.