οκτώ

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Me desperté con un dolor de cuello insoportable, ya que había dormido contra un árbol y bastante tensa.Christopher, quien le había tocado vigilar en las últimas horas, estaba sentado haciendo dibujos con una rama en la tierra.Alexander dormía profundamente contra otro árbol junto a la fogata que habíamos encendido para darnos calor.

Me levanté y me paré junto a el castaño que al sentir mi presencia a su lado levantó la vista y me miró con una sonrisa en sus labios.

- Buenos días - dijo y le contesté de la misma forma.

- Estás cansado - observé su rostro tenía ojeras bastantes marcadas debajo de sus ojos café y su cabello estaba bastante desordenado.Hizo una leve mueca.

- Estoy bien - negué y me senté a su lado.

- ¿Que dibujas? - pregunté y vi que hacía círculos y rayas sin sentido.

- Nada - con su pie borró las formas y me miró.

Sentía como si sus ojos quisieran ver dentro de mi como que querían examinarme de cada ángulo posible, era como si quisiera saber que pensaba y que me pasaba.Me miraba de una forma de la que jamás nadie lo había echo y me hacía sentir tan extraña.Cuando yo lo observaba sentía un cosquilleo por toda mi columna vertebral, cuando el sonreía sentía que mis piernas me fallaban e iba a caer.Me sentía un poco estúpida por dejar que alguien cause eso en mi pero era algo que no podía controlarlo y me había dado cuenta que lo estaba empezando a quererlo de una forma distinta.

- Tendrías que dormir - insisto.

- Eres testaruda, Olimpia - vuelve a sonreír y miró hacía el suelo, creí que me iba a desmayar sentí un impulso de acercarme y besar sus labios pero tenía miedo - No tengo sueño.

- No soy testaruda, digo lo que siento y veo.

- ¿Y que sientes? - preguntó.

- Siento muchas cosas extrañas pero a la vez hermosas que me queman como si fuera fuego - solté las palabras desde mi interior sin pensar ni un segundo.Cambio su semblante a uno curioso.

- ¿Que son esas cosas? - ahora me observaba algo serio.

- No sé porque jamás las había experimentado antes.

- Olimpia.. - lo interrumpi y lo besé, reaccionó al instante llevando sus manos a mis mejillas y yo las mías a su nuca.

Luego de unos pocos minutos nos miramos fijamente, sus ojos estaban más claros eran como el color ámbar.Me perdí en ellos y el miraba de mis labios a mis ojos, unió nuestras frentes y cerré mis ojos.

- Dime que no es un sueño - susurró e hice una pequeña sonrisa y abrí mis ojos.

- No lo es - me dió un corto beso y Alex se comenzó a moverse, nos separamos y levantamos.

- Siento como si un ejercito de titanes me haya pasado por encima y luego me haya vuelto a pasar uno de gigantes - se quejó y estiró.Se levantó y nos miró con el ceño fruncido - ¿Por que no me despertaron?

- Recién me despierto - le digo y el asiente.

Levantamos todas nuestras cosas, apagamos la fogata y volvimos a emprender nuestro camino.
Supuestamente no faltaba mucho para llegar pero tenía un presentimiento que esto nos iba costar mucho más que un par de días ya que nunca nos podíamos confiar de aproximaciones.

Con Christopher no volvimos a hablar de los dos besos ya que no habíamos vuelto a estar solos pero si me miraba y hablaba de otra forma.El me trataba como si fuera lo más importante, era como si se hubiera escondido ese trato desde hace tiempo.Y a mi me costaba aceptar que me estaba enamorando de el, me costaba entender que yo estaba cambiando y estaba aprendiendo a querer, que el me estaba enseñando a querer sin darse cuenta.

La hija de HadesWhere stories live. Discover now