πέντε

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No había dejado de tener pesadillas en toda la noche.Al despertarme estaba más agotada que anoche, estaba transpirando y mi cabeza dolía demasiado pero ignore eso.Levantamos nuestras cosas y seguimos caminando.

Hoy después de varios días volvia a tener mi brazalete en el brazo, me sentía más segura porque era algo que tenía desde muy pequeña y siempre había estado conmigo, era algo que para mi tenía vida propia.Iba con mi campera atada en la cintura y solo llevaba la musculosa improvisada por mi, mientras que los dos chicos iban muy abrigados.

- ¿No tienes frío? Deben hacer unos 5 grados, por los dioses.

- No, tengo calor - corté una rama que impedía el camino y continúe caminando.

Un instantes después se escucharon unos extraños ruidos, los tres nos dimos vuelta y había media docena de furias frente a nosotros mirandonos con muchas ganas de comernos.

- Den diez pasos para atrás - les pedí a ambos chicos y se negaron sacando sus espadas - ¡Que guarden las malditas espadas y den diez pasos para atrás!

Hicieron lo que les pedí a regañadientes y me adelante quedando a unos pocos metros de las furias que me miraron.

- Yo, Olimpia, hija de Hades dios del inframundo y de la muerte reina de los muertos les ordeno que se vayan sin hacer daño a nadie y nos dejen en paz en lo que nos queda del trayecto hacia las ruinas del Templo.

Clavé mi espada de hierro estigio en el suelo, las bestias se alejaron y comenzaron a correr en dirección contraria a nosotros.Me dirigí a ambos chicos que tenían la boca abierta y sus espadas bajas.

- ¿Que es lo que hiciste? - habló impresionado Alexander.

- Las furias son las criaturas del inframundo, como hija de Hades puedo ordenarles lo que quiera.Son inofensivas.

- ¿¡Inofensivas!? - gritaron al unísono.

- ¿Y como es eso de reina de los muertos? - preguntó Chris con curiosidad.

- Allí abajo me conocen de esa forma, tengo habilidades muy parecidas a la de mi padre.Como no me dicen diosa de los muertos porque mi padre lo es me llaman la reina de los muertos.

- Por Zeus, esto es genial - me reí ante lo emocionados que estaban.

- Sigamos mejor - saqué mi espada de la tierra y la guardé.

Seguimos caminando entre los árboles, atentos por si alguna otra bestia volvía a aparecer.Comenzo a lloviznar y cada vez más fuerte, nos tuvimos que cubrir debajo de donde más cubrían las hojas de los árboles hasta que deje de llover.

- Voy a ver si encuentro otro lugar para resguardarnos hasta que pare - Alex salió corriendo y se perdió de vista mientras buscaba un lugar.

Ya estabamos empapados pero no podíamos seguir caminando debajo de tanta lluvia ya que el camino era peligroso.Chris estaba apoyado en el árbol, mirando por donde había desaparecido su amigo, parecía relajado y por primera vez me pregunte si en algún momento le tiene miedo a algo ya que hasta cuando luchamos contra el minotauro parecía estar divirtiendose.

- ¿Estás seguro que Alex va a conseguir un lugar? - asintió.
Cinco minutos después apareció el morocho.

- Allí hay una pequeña cueva - señaló un poco más alejado de nosotros.

Corrimos uno detrás del otro hasta llegar a una cueva, nos metimos y suspiramos.Los chicos se sacaron las remeras y las escurrieron para luego volver a ponerselas.Hice lo mismo dandoles la espalda y una vez lista me senté en el borde de la cueva a esperar que deje de llover.

La hija de HadesWhere stories live. Discover now