62- Venían a por mí

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•JESS•

Eché a correr en dirección a aquel centro.

No estaba seguro de su localización ya que solo lo había visitado en dos ocasiones para ver a N.

Con dificultad y con cuidado de los coches que pasaban entre calles, llegué al centro penitenciario.

Ni rastro de Sarah ni de aquella señal.

Rodeé el edificio corriendo y seguía sin encontrar lo que ella me había dicho.

Me empezaba a poner cada vez más nervioso: no sabía lo que había pasado ni dónde estaba aquella chica rubia que me encantaba.

De pronto divisé a lo lejos una calle cortada, ¿serían esas las obras de las que me había hablado?

Corrí hacia allí y sí, eran esas.

Estaba esa señal... y también estaba ella, pero muy diferente a como la había visto la última vez.

-Sarahhhh -me acerqué a ella rápidamente y me arrodillé a su lado- ¿Estás bien?

-Mmm -empezó a decir- me me me han..

-Shh tranquila. No hables, ya me lo contarás luego. Vamos a mi casa.

Le ayudé a ponerse de pie y apoyándose en mí, conseguimos llegar andando a mi casa lentamente.

Abrí la puerta y bajamos al sótano.

-Siéntate o tumbate, lo que prefieras, estarás más cómoda. Voy a por un vaso de agua y algo para curarte.

Subí dejando a aquella chica en mi cama.

Al regresar, seguía en la misma posición. Tenía rasguños en la cara y las manos; la camiseta rota y algunos cortes en los brazos.

Le ofrecí el vaso de agua y con un poco de algodón empecé a curarle las heridas. Cuando se hubo recuperado un poco, le volví a preguntar:

-¿Qué ha pasado, Sarah?

-Venían a por mí. Se abalanzaron, agarrandome de la camiseta y amenazaron con hacer algo peor si no paraba de defenderme. Después, al escuchar el motor de algún coche, huyeron, dejándome ahí tirada. Siento el marrón, pero eras el único que tenía en mis contactos.

-No te preocupes. ¿Qué tal te encuentras?

-He estado mejor, sinceramente -dijo con una sonrisa- pero también podía haber sido peor.

Siempre tan optimista. Sonreí.

Terminé de curarle y le dejé una camiseta mía.

-Puedes dormir aquí si quieres, te sentirás más segura que si sales ahora a la calle.

-Gracias de todo corazón. No tengo fuerzas para nada.

Tras ponerse mi camiseta, se quitó el pantalón y se metió en la cama. Hizo un gesto de dolor, seguramente se había rozado algún rasguño.

-¿Necesitas algo más? -pregunté.

-No, no, de verdad. Gracias -ya se estaba quedando medio dormida.

-Vale, buenas noches- dije cogiendo mi pijama.

Antes de salir de la habitación, ella ya se había dormido.

¿Quién sería el responsable de todo? ¿Por qué ella y no otro?

Sentía cómo la rabia se apoderaba de mí. No me podía creer que alguien fuese capaz de herir a esa hermosa chica.

Apagué la luz y me fui al salón. No podía dormir.

SÁBADO

Al escuchar pasos por las escaleras me desperté. Era Sarah.

-Hola -dije cuando estaba a la altura de la puerta.

-Ah hola, no sabía que estabas despierto -respondió ella.

- ¿Qué tal estás? -dije incorporandome.

-Mejor aunque me escuecen un poco las heridas.

-Es normal, con el tiempo se te irá pasando.

-Sí, eso espero. Por cierto, gracias por lo de ayer. Me habría quedado allí toda la noche si no hubieses venido.

-No las des. Me tienes para lo que necesites.

Se sentó a mi lado en el sofá y cogió una revista de moda que había encima de la mesa.

-Me pirran las revistas de moda -dijo ella echándola un vistazo.

Ya no aguantaba más...

-Sarah... -solté de repente, no muy alto.

-¿Sí? -dijo levantando la cabeza y en ese momento me acerqué a ella antes de que pudiese seguir hablando, le agarré del cuello y nuestros labios se fundieron por primera vez.

"Sueña conmigo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora