23.- Madura, Jungkook. Madura.

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Pensé que nunca podría actualizar con los días tan horribles que he tenido. 

En fin, aquí les dejo... ojalá les guste. 


Una abuelita le había comprado un helado.

Porque al parecer, las adorables abuelitas se compadecían de los universitarios que lloraban en el parque porque el amor de sus amores, el crush de sus crushes, el futuro padre de sus tres hijos y el abuelo de sus nietos; había elegido a una rubia demasiado delgada como para ser normal como esposa.

Al parecer, las adorables abuelitas comprendían lo que era que el hombre que amabas con ferviente pasión desde la más tierna adolescencia, se casara con alguien que no eras tú.

Comprendían lo doloroso que era descubrir las mentiras de los fanfics donde él te veía entre la multitud de un concierto, te hacía llamar tras bastidores y terminaban casándose a los dos días con una fiesta que salía en todas las revistas de famosos y por lo que, los paparazzis comenzaban a acosarte y él terminaba por salir a defenderte, declarando su amor al mundo entero antes de decir que tendrían una camada entera de hijos.

Ellas comprendían, sabían lo duro que era asumir que había amores que no estaban hechos para vivirse, que estaban destinados a quedarse en las diferentes listas de reproducción con sus canciones, sus entrevistas, sus peleas con paparazzis e incluso de su risa.

Jungkook nunca podría superarlo.

Con Taeyang había sido fácil... la esposa de Taeyang era una cosa bonita con la que Jungkook incluso habría estado dispuesto de hacer un trío siempre y cuando pudiese lamer chocolate derretido directamente del abdomen de Taeyang. No, su matrimonio no había dolido tanto porque él se veía tan feliz.

Y porque la colegiala de Jungkook le dijo que estaba bien, que ellos todavía tendrían a Justin.

Debió de haberle hecho caso al emo, él siempre supo que Justin no iría a Corea a hacer un concierto y tampoco se enamoraría de él entre la multitud. No cuando seguramente Justin creía eso de que todos los coreanos se parecían. No cuando las boletas para conciertos eran demasiado costosas y a él sólo le alcanzaba para el boleto más barato, ese donde sólo habría visto a Justin como una manchita en la distancia.

Su amor había sido creado para no ser vivido y Jungkook debía asumirlo.

.- A mí la vida no me quiere, Ae – ssi... no me quiere – se queja mientras atraviesa el portal del edificio con Aerum sentado en su cadera y sostenido con uno de sus brazos – Primero Taeyang se casa, luego todos excepto Seungri se van para el servicio militar, los Super Ancianos lanzan nuevas canciones sin estar completos porque las fans son unas locas obsesivas, ¿quién las entiende, Ae – ssi? ¡Necesitaba oír a Sungmin en ese disco!

Y es que era cierto... ¿cómo la SM malvada se había atrevido a mandar al sótano a Sungmin? ¿Acaso no volverían a estar juntos nunca más? El chino los había abandonado, el otro se había ido para ser actor y Jungkook seguía sin haberlo visto en un solo programa desde entonces, el Kagin había hecho su desmadre y ni el servicio militar lo había corregido.

¡Jungkook había sobrevivido al servicio militar, por Dios!

¿Qué haría para seguir viviendo sí no tenía a Super Junior ahora que la mayoría de Big Bang andaba en la milicia? Su colegiala interior necesitaba ver parejas gays que alimentara su discurso de auto convencimiento, que hablaran del amor que ella, el emo y él querían vivir.

Porque no había nada más real que el EunHae... Jungkook quería un amor como el de ellos.

¡Viva el EunHae!

Apartamento 402Where stories live. Discover now