Capitulo quince

225 7 0
                                    

-Ya cuando quieras podes soltarme. Si no es que queres pasar toda la noche así conmigo. A mí no importaría eh.

Confundida dejé de abrazarle y bajé de la moto. En el mismo sitio de antes, debajo del árbol. Estiré mi falda y coloqué mis zapatos, luego levanté la vista y otra vez me estaba observando curioso. Fruncí el seño y se encontró con mi mirada.

-Debo admitir, que ese uniforme te sienta bien.

-¿Qué? - pregunté atónita. Su boca se fue curvando, formando una risa algo pícara.

-Hay Maslow, Maslow…que ingenua eres. – carcajeó rosando mi hombro mientras caminaba en sentido contrario a mí. Un pequeño escalofrío.

-¿A qué juegas? – me giré rápidamente.

-¿A qué juego? – giró.

-Eso te he preguntado. – asentí mirándole a los ojos.

-Yo no juego a nada. – avanzó un paso. - ¿Y vos? – elevó una ceja.

-¿Vos crees que yo querría jugar a algo con vos Maslow?

-¿Y vos crees que yo dejaría que jugaras conmigo Styles?

Harry se quedó observándome nuevamente, con aquel rostro con el que miraba a las charlas. Un rostro totalmente extraño que no encajaba para nada entre él y yo. Lo observé seriamente y luego, comencé a caminar a paso ligero.

-Vamos por aquí. – dijo tirando de mi brazo una vez más.

-Me va a terminar saliendo un cardenal. – solté su mano y lo miré con furia. Él rió falsamente.

-¿Se puede saber a dónde vamos? – pregunté. Caminábamos sin rumbo y en torno a otra dirección que no era la entrada de la universidad.

-¿No querrás entrar por la entrada no? – me miró. – Nos verían.

-¿Y a donde vamos?

-¿Por qué haces tantas preguntas?

Respiré hondo, resignada y le seguí. Era de noche, aquello estaba muy oscuro y Harry caminaba rápido.

-¡Podes esperar!

-¡Queres caminar más rápido!

-¡Dios Harry!

-¿¡Qué!?

-¡Las clases de piano!

-¿Y eso a que viene ahora? – paró.

-¿Nos la cargaremos? – pregunté asustada.

-No. – sonrió. – Anda, vamos. – Volvió a tirar de mi brazo.

Caminamos por un pasto, que apenas se podía ver. Las plantas me hacían daño en mis piernas desnudas, algunas llegándome a picar.

-¡Auch! – grité y llevé la mano a mi rodilla.

-¿Qué pasa? – preguntó alarmado acercándose.

-Nada. – lo observé.

Miré mi rodilla y la acaricié. Volví a mirarlo y seguí caminando aguantando el escozor mientras el bufaba algo que no logré escuchar. Caminamos unos cuatro minutos más, hasta encontrarnos una gran valla. Lo miré.

-¿Te ayudo? – preguntó.

-¿Qué? – pregunté alarmada.

-Supongo que necesitarás ayuda para subir. - carcajeó. Miré la valla. Casi dos metros.

-Vos estás loco si pensas que voy a dejar que me cargues. – me observó con interrogante. Volví a mirar la valla. – Llevo falda.

-Dios, déjate de bobadas, nos van a pillar al final. – colocó un pie sobre la valla.

Desafío al CorazónWhere stories live. Discover now