Noventa y uno

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Suspiro cuando cierro la puerta. Luego la miro a ella como si mi vida se fuera en ello. Después de todo ___, hay algo que deseo que no olvides ni un solo segundo, y es que lo que siento por vos es tan grande, que no podría situarlo en este mundo tan pequeño. A veces estaría bien que el mundo nos enviara mensajes como estos: "Corres el riesgo de enamorarte. Retrocede ahora mismo o te arrepentirás por el resto de tu vida. Esta es la última advertencia, si das un paso más, tu corazón colapsará. Y la empresa no se hace cargo por los daños efectuados." Nuestro corazón se ahorraría más de un disgusto.
Se pone en pie y se baja un poco mi camisa. Yo curvo los labios pues no consigue nada. Luego sube la cortina para más tarde abrir la ventana. El aire le da de lleno en la cara y su pelo vuela al son de éste. Unos pequeños pajaritos se escuchan en los árboles y una melodía lenta se puede percibir un poco más lejos, de alguna casa cercana. Me acerco y la abrazo por detrás. Clavando mí barbilla en su cuello. Ella se exalta un segundo, pero luego curva sus labios y me acaricia la mejilla. Aspiro el aroma de su pelo. Y cierro los ojos. Nos estamos así. Unos segundos en silencio mientras el aire nos da en la cara. Extrañaba esto no saben ni cuánto.

- Hoy hace un día bonito. - susurra mirando al horizonte.

Yo no digo ni una sola palabra. La verdad que tiene razón. Hoy hace uno de los días más bonitos que he visto desde que me he mudado a Londres. Quizás sea porque todo comienza a recobrar sentido o porque quizás estoy terriblemente enamorado. Si Louis estuviera ahora mismo aquí me diría "Que maricon te volviste boludo". Suelto una pequeña risa al recordar eso y ella se gira, rodeándome el cuello con sus brazos. Cierra los ojos. Ahora ábrelos. Mírame. Dibuja esa sonrisa que me gusta tanto. Sí, esa que te ilumina la cara. Esa que te hace ser la chica más linda del planeta. ¿Sabes que te quiero?

- ¿De qué te reís? - me pregunta con una sonrisa. Yo sonrío y le llevo un mechón de su pelo detrás de su oreja.

- Nada, me acordé de algo.

- ¿De qué?

- De los chicos. - se me escapa otra sonrisa algo más traviesa.

- ¿Zayn no vivía cerca de aquí? - me pregunta arrugando el entrecejo.

- Sí, pero se fue de viaje con su papá. Ya sabes los negocios que tiene y...-ruedo los ojos.- creo que vuelve esta semana.

- Ah, bien. - dice y me besa en la mejilla.

Se desengancha de mí y toma su ropa que se halla encima de la mesa de mi escritorio. La observo curioso apoyado en el ventanal. Está muy linda. Ella me mira. Me regala una sonrisa. Se quita la blusa que le había prestado la noche anterior quedándose en ropa interior y luego la deja caer al suelo. Me tenso. Trago saliva. Observo cuerpo. Me doy la vuelta o no podré con esto. Y mamá y los niños están en casa. Tomó aire, el viento me da en la cara y luego me vuelvo a girar. En todo este tiempo me había sido imposible dejar de pensar en ella, en sus labios jugosos, en su piel suave y perfecta, en su pelo largo y sedoso extendido sobre mis sabanas, en su cuerpo curvilíneo y tentador que provoca en mí la necesidad de acariciarlo hasta hacerla suplicar y suspirar de deseo...
Había sido totalmente imposible sacármela de la cabeza. Tomo una bocanada de aire y me giro. Se pone sus zapatillas y recoge la blusa. Luego me mira.

- ¿Dónde la pongo? - pregunta observando nuestro alrededor.
- Déjala ahí. Ya luego la pongo en la ropa sucia. - digo señalando la cama. Ella se eleva de hombros y la deja encima.

Deja su teléfono móvil sobre el escritorio y luego me mira curiosa. Yo sigo apoyado en la pared, justo al lado de la ventana.

- ¿Qué? - suelta una pequeña risa. De esas que tanto me encantan y sólo sabe regalarme ella.

Desafío al CorazónUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum