Llamada.

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Buenos días.

Chittaphon tiembla bajo la voz grave que choca contra su oído. Mordisquea el interior de su mejilla y duda sobre si tiene que hablar o no.

¿Quién llama?

— Soy... Ten.

Usa el nombre que le puso su hermana, Tern, cuando tenía como seis años. Porque sigue pensando que el que haya escrito el mensaje en código binario lo hace un poco extraño. Tranquilamente podría ser un agente de seguridad o algo así.

Sus ojos se abren demasiado.

Aleja el teléfono de su oído y mira, el indicador de la llamada marca quince segundos. Si recuerda bien, ellos pueden rastrear llamadas con dieciocho segundos. Corta.

Llama de nuevo.

— Lo siento, voy a tener que usar éste método hasta que sepa que usted es confiable.

Escucha una risa divertida al otro lado de la línea. Ésta vez corta porque se le ha antojado sexy. Toma una reparación profunda y vuelve a llamar.

— También va a tener que pagar la cuenta de mi teléfono por estar llamándole tanto.

Mientras habla, se mueve, contando los segundos en su cabeza. No quiere que lo vean parado en medio del pasillo hablando con un extraño. Si alguien le pregunta, ¿cómo va justificar que estaba llamando tanto a un desconocido?

No es estúpido, esas características en el número indican que es un teléfono desechable. Corta. Llama de nuevo.

En vez de estar llamándome. Podíamos reunirnos. Todavía estoy en los alrededores. No creí que fuera a encontrar a alguien tan rápido.

Chittaphon piensa que tranquilamente pudo haberse cruzado con el sujeto que ahora le está hablando tan misteriosamente.

— Podemos ir al paseo de los enamorados. No sería raro ver personas moviéndose a hurtadillas por esa zona.

Corta.

Espera.

Él le llama de nuevo.

¿Es la zona cubierta por arboleda de cerezo?

— Sí.

Casualmente estoy allí. Soy un aficionado a la fotografía.

— ¿Cómo sabré quién es usted?

En esa ocasión, él corta la llamada y vuelve a marcar su número.

Si mis teorías son correctas. Lo sabré.

— ¿Qué?

Que eres tú.

Chittaphon corta la llamada y comienza a correr hacia el camino de los enamorados. Su corazón late alocadamente porque es lo más estúpido y arriesgado que ha hecho en toda su vida.

Y le encanta.

Observa a su alrededor.

Los pétalos rosados caen empujados por el viento.

Solo ve algunas parejas, de vez en cuando, mezclándose entre los árboles y la escena se le antoja surrealista.

No hay ningún camino definido. Solo son árboles y más árboles, con un sendero desgastado por los caminantes que solo buscan atravesar el campus de un lado a otro.

Chittaphon se detiene en un sitio en el que la luz del sol se cuela a través de la densidad de las ramas. Formando una especie de lluvia rosa pálido.

Un sitio digno de ser fotografiado.

Unos dedos rodean su brazo y pronto una mano cubre sus ojos. Deja escapar un jadeo.

— 01010100 01100101 00100000 01100101 01101110 01100011 01101111 01101110 01110100 01110010 11101001 (*).

Chittaphon sonríe.

— Gastaríamos menos saliva a hablando en hex, ¿sabe?

— Pero no podríamos considerar al hex como un sistema muerto. Además, es más divertido así.

La persona retira la mano de sus ojos.

(*) Johnny dice: Te encontré.

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