Bosque.

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Lucas estaba acostumbrado a cargar cosas, así que fue natural para él tomar una pala y una de esas pesadas linternas. JungWoo le pasó un grueso abrigo, aunque se lo puso de mala gana, porque no creía que en aquella zona tan calurosa fuera a necesitar eso.

Sin embargo, media hora después, una densa niebla se había estacionado sobre la ciudad. Ellos vivían a las afueras pero incluso así eran capaces se notarla. Cada vez que avanzaban más, más pesada se volvía y, para cuando llegaron al final del pequeño pueblo, no podían ver por delante de sus narices.

Hubiera sido una experiencia aterradora de no ser por la brillante idea de JungWoo de atar sus muñecas.  Pero Lucas no podía evitar aferrarse a la soga.

Un par de días antes, había estado él solo en aquel bosque y había tenido mucho miedo. Se había lastimado por no saber a donde ir, aunque la misma niebla lo había protegido de las personas que lo estaban buscando. YukHei pensaba era una cosa de un par de días, normal al estar al pie de una montaña, pero evidentemente era algo usual en esa zona.

JungWoo, por pedido de JaeMin, era el único que llevaba una linterna prendida, pero incluso así, era difícil para él guiarlos.

— ¿Dónde crees que tu madre haya dejado esa carpeta?

— No lo sé, solo venía aquí cuando era pequeño. Entonces me fracturé una pierna, me dio pánico y dejé de venir — le contó a Lucas.

— ¿Y qué hacían cuando eras pequeño?

— Caminábamos por aquí y me contaba la historia de un conejo que se escondía de un zorro.

JaeMin suspiró pesadamente. Su madre siempre había sido un poco rara. Hacía muchos viajes y siempre miraba por encima de sus hombros, entonces, se mudaron a aquel pueblo que ni siquiera aparece en los mapas y pareció un poco más tranquila. Pero seguía desapareciendo cada cierto tiempo.

— ¡Un árbol!

— Hay muchos árboles aquí, Nana — respondió JungWoo, riendo levemente.

— No, hay un árbol gordo con las raíces expuestas. Recuerdo que hicimos con mi mamá una cápsula de tiempo.

JungWoo guardó silencio.

— Oh, ya. Debe ser la zona más antigua del bosque — jaló la cuerda y se puso en marcha. — Deberíamos tomarnos de las manos.

JaeMin sujetó la mano de JungWoo y de Lucas y ambos comenzaron a ir hacia aquella zona. Con tropezones y con la voz suave del mayor guiandolos en el imponente silencio de la parte más sagrada del bosque. Pero JaeMin no podía evitar tener miedo de que alguien los estuviera siguiendo.

Se dijo a sí mismo que solo tenía miedo porque apenas podía ver su propia mano frente a él.

Así que ahora sí, Lucas también prendió una linterna. Cuando iluminaban juntos un sitio, eran capaces de ver un poquito más.

— Deberíamos esperar a que la niebla se vaya un poco para poder buscar el árbol de JaeMin.

La caminata había sido tan larga, que no tuvieron que esperar por más que media hora. Aunque ese rato, se mantuvieron en un silencio tan impoluto que a veces JaeMin tenía que tocar a sus compañeros para asegurarse de que seguían ahí.

Poco a poco, la niebla fue haciéndose menos y menos densa, hasta que solo parecía una humareda. Fría, pero en la que se podían manejar con una relativa visibilidad.

Habían pasado tantos años, ¿cómo sería capaz de reconocer aquel árbol?

Mientras hacían malabares para no caerse entre las grandes raíces que atravesaban la tierra. JungWoo y Lucas miraban el piso, ambos silenciosamente de acuerdo con que lo mejor sería buscar tierra recientemente removida.

Lucas ladeó la cabeza, al notar como unas hojas cubrían sospechosamente una zona entre gruesas raíces.
Dio un par de pasos y clavó con fuerzas la pala. Si una mujer con prisas había enterado algo así, por el tiempo, estaba seguro que no habría enterrado eso tan profundamente.

Efectivamente, al clavar la pala, sintió  que está chocaba contra algo latoso. Por lo que solo tuvo que cavar con ganas, hasta que encontró una caja.

Era una caja de metal. Estaba oxidada y los dibujos sobre su superficie estaban desteñidos, pero podía notar un astronauta montado sobre un cohete.

No abrir hasta que haya ciudades en la luna.

Decía la caja, aunque era difícil leerlo, pero estaba seguro que era la letra de un niño.

JaeMin tomó la caja y la abrió.

Dentro había un puñado de papeles doblados desprolijamente, un robot de juguete y tres tubitos liados llenos de un líquido violáceo.

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