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—Tomaré el tren a casa hoy, es más seguro y rápido.

El metro se sentía solitario, frío, solo podía oír sus propios pasos al la suela de sus zapatos tocar el pulido suelo. Se podía escuchar a la perfección el sonido de aquel tren al aproximarse; sus ruedas al pasar por sobre las vías, metal rozando contra metal a toda velocidad.

Sus párpados cerraban sin ella poder controlarlo, el agotamiento era tal que sentía desmayar. Su cuerpo fallaba de a poco, sus piernas temblaban, manos igual. Dejó al descubierto sus ojos al sentir una rápida ráfaga de aire frío y el sonido al anunciar la llegada del tren. Su cabello danzó junto aquella fría brisa deseando seguirla hasta que se agotara. Acomodó su fino pelo tras la oreja visualizando el transporte comenzar a detenerse. Era la única en esa madrugada en espera del tren, mismo que no distinguía del todo. Un alargado y agotado exhalo dejó salir por la pesadez cual aún sentía.

Con la mochila colgando de su hombro, su mano sosteniéndola con fuerza para no dejarla caer, prosiguió a subir aquel medio de transporte. Y como era de esperar, estaba prácticamente vacío, solamente dos personas, además de ella; abordaban ese tren. Dos sujetos estaban acomodados en los asientos, uno al final de aquel vagón y el otro en el otro extremo; ella se sentó en medio lejos de ambos.

Cruzó sus piernas mientras con el abrigo cual le resguardaba del frío de esa madrugada, abrazaba su propio cuerpo. Recargó su cabeza sobre el vidrio que le permitía ver la estación, el camino que recorrería hasta llegar a su ciudad, las personas en otras estaciones, todo. Nuevamente suspiró con pesadez; de su mochila sacó un libro cual recién había comprado. El camino sería algo rápido, por ello solo leería sus primeras páginas evitando quedar dormida, o eso esperaba.

En su cerebro se podía apreciar su imaginación volar con aquel mágico escrito, sus ojos deleitarse con aquella fantástica redacción. Un mundo totalmente aparte del real, uno cual cualquiera desearía viajar. Sus labios embozaban una delicada sonrisa mientras aún leía. Más de 50 páginas leyó hasta que su vista se agotó de tanto tiempo sin descanso. Con un delgado pedazo de fina madera pintada y tratada, marco el capítulo cual no logró concluir. Guardó aquel libro en su mochila; unió sus párpados para cerrarlos y descansar un poco. Mismos que abrió al escuchar unas voces entrar en el vagón; más pasajeros. Aún faltaba una estación para ella bajar.

Se sumergió en un liviano sueño, ladeando su cabeza hacia un lado, su cabello cubrió parte de su cansado rostro. Sus manos se deslizaron lentamente hasta caer sobre su regazo, la cabeza se movía de lado a lado, tan lento que a penas podían notar ese vaivén.

—¡Oiga! Tenga más cuidado por donde pasa.

Dio un leve salto al escuchar un quejido, abrió sus párpados para poder divisar que era lo que sucedía. Lo típico, dos personas chocaron una contra la otra al entrar o salir del vagón.

Frotó sus ojos con suavidad para poder aclarar su visión. Estiró un poco su brazo diestro, de esa forma logró hacer que la manga de su abrigo dejara al descubierto su mano y muñeca, para así mirar el reloj en esta.

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En el mismo lugar, giró un poco su cuerpo para ver fuera del vagón. Con su aún algo borrosa vista buscó algún letrero para así orientar su sentido. —¡No puede ser! —Se había equivocado de estación y tren. Antes de las puertas cerrar salió corriendo del vagón. Se detuvo en medio del vacío pasillo, y miró hacia todos lados. —Ésta no es la estación. —pensó en voz alta.

El pánico le inundó, jamás había estado en esa área del país y ciudad. No conocía absolutamente nada, pero podía notar algo con la poca percepción que poseía en ese momento; ese lugar no era de fiar del todo.

Inhaló de forma profunda tomando valor; prosiguió a salir del establecimiento. Fuera de este todo estaba callado, alguno que otro auto pasaba a toda velocidad, alguna que otra persona se veía a lo lejos. No se sentía segura en ese lugar, era como si algo le dijera que se alejara.

Buscó su móvil en el bolsillo de su abrigo, al tenerlo en su mano intento marcar a algún amigo; nadie respondía. No podía quedarse ahí, así que decidió alejarse lo más rápido posible, dirigiéndose a un área iluminada acera de unos establecimientos. Se sentía hostigada, asechada, observada y no había alguien a su alrededor. Podía ser paranoia, o tal ves no. Pero su miedo era evidente.

—Perfecto, y nadie se inmuta en contestar el celular. Gracias.

Su paso era rápido, parecía correr, aún sentía ser acosada. Cualquier ruido que escuchara a sus espaldas, por más mínimo que fuera le espantaba. Desde hojas quebrar hasta pequeñas rocas en el suelo todas al ella golpearlas con sus zapatos mientras caminaba. Sentía sus pulmones expandir al respirar de forma profunda y como la fría brisa de la madrugada enfriaba su vía respiratoria.

Un fuerte crujido, no provocado por ella hizo que su piel erizara y su cuerpo congelara. Crujido tras crujido al las hojas y medianas ramas ser pisoteadas se acercaban a ella. Dio un pequeño suspiro y dio media vuelta; no había nada. —¿Hola?

Mientras sus ojos buscaban desesperadamente alguna figura humana o de animal, aún podía escuchar algo pisotear las secas hojas cerca de ella. —¿Hola? —volvió a cuestionar; ningún indicio de alguien estar.

Algo pesado la tomó por su hombro y apretó con sutilidad, de su boca un fuerte grito de temor salió. Sus piernas flaquearon para caer al suelo en cuclillas. Sus manos inmediatamente cubrieron su cabeza en signos de protección. —¡Aléjate! —pidió sosteniendo sus propios cabellos con algo de fuerza. —¡No!

—¡Oye!

Wrong Train ➵ Im ChangkyunWhere stories live. Discover now