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24 de diciembre de 2003.

Era la víspera de navidad, más exactamente noche buena.

Uno de los días más esperados del año, y más esperado aún por los niños que no podían con la emoción de abrir sus regalos.

La familia Min se había arreglado como es debido para una noche tan especial como esta. Sin embargo, ese año no pasarían noche buena con los abuelos como era la costumbre.

El señor Min había recibido una invitación por parte de su jefe, el presidente Park, dueño de la compañía en la que este trabajaba. Y por obviedad la familia Min iría, era un gran honor y una gran oportunidad.

—Muy bien, se ven muy bien el día de hoy niños.—dijo el señor Min a sus tres hijos que se encontraban ya listos en la entrada de la casa.

—Recuerden portarse muy bien, debemos dejar una muy buena impresión.—dijo su madre mientras terminaba de arreglar los últimos detalles de los atuendos de sus hijos.

—Pero mamá, esa cena será muy aburrida, solamente hablarán de negocios.—dijo con pesadez el hijo mayor.

—No se preocupen por eso, los señores Park tienen dos hijos, estoy segura de que no se aburrirán estando con ellos.—animó su padre.

—Como digan.-suspiró el mayor, mientras los más pequeños invitaban su gesto.

—Chicos, quiero que si en algún momento llegan a separarse de nosotros porque se aburren o alguna cosa por el estilo, le hagan caso a su hermano mayor ¿Está bien?.—los pequeños asintieron.-Sobre todo tú, Yoongi.

El nombrado tragó seco, asintiendo a lo dicho por su madre.-Sí mamá.-respondió ganándose una sonrisa por parte de la fémina.

Llegaron a la residencia de los Park, la cual era enorme comparada con su humilde y acogedora casa.

Al entrar se dejaron deslumbrar por los brillantes candelabros y los elegantes muebles y adornos que yacían en el lugar.

A pesar de esto, a Yoongi no le gustaba como se sentía aquella casa. La casa era grande, tan grande que sentía que podía crear eco con solo susurrar, y era fría, no la casa en sí, sino el ambiente, el aura que la envolvía.

—Señor Min, me alegra que haya podido venir.—saludó el señor Park haciendo su entrada a la sala.

—Por supuesto que sí señor, es un honor el que me haya invitado a su hogar.

—Oh por favor, pasen, mi esposa e hijos nos están esperando en el comedor.—alentó cortando los saludos.

Después de presentarse y saludarse entre cada uno de los presentes, ambas familias procedieron a sentarse para degustar la cena.

La plática era amena y el aura de incomodidad hacia rato que había desaparecido. Aunque el pequeño Yoongi se sentía incómodo; vigilado.

Recorrió con la mirada todo el lugar, hasta que sus ojos se posaron en los otros, aquellos que lo estaban mirando desde hace rato.

Los ojos del hijo menor de los Park.

Al conectar miradas con él, Yoongi apartó inmediatamente la sus ojos de aquellos, pero los otros lo seguían mirando, se sentía sofocado.

—Geum Jae.—llamó Yoongi a su hermano mayor, halando de la manga de su traje.—Hyung.—llamó nuevamente.

—¿Qué pasa Yoon?.—preguntó su hermano al ver su nerviosa mirada y gestos.

—Hyung, ¿podemos ir al jardín? Solo por un ratito, te lo prometo.

El mayor asintió ante la petición de hermano menor, disculpándose con los presentes al retirarse de la mesa.

Llegaron al gran jardín de la resistencia, sentándose en una banca que se encontraba debajo de uno de los árboles.

—¿Por qué quisiste irte Yoon? ¿Te sientes mal?.—preguntó acariciando los cabellos de su hermano.

—No.—negó meciendo su cabeza.—Tengo miedo hyung.

—¿Miedo? ¿De qué tienes miedo?.—se quedó pensativo para después decir lo primero que se le vino a la cabeza.—¿Acaso tienes miedo de que santa no llegue a la casa si no estamos? No te preocupes, llegará aunque no estemos ahí.

—No hyung, tengo miedo de jimin.—dijo jugando con sus dedos.

—¿Jimin? ¿Park Jimin?.—Yoongi asintió.—Pero si ese niño es muy tierno.

—No es tierno, su mirada me da miedo, me da miedo como me mira.

—¿Cuando te mira?.—el pequeño asintió nuevamente.—Pero cómo te miro.

—No sé cómo explicarlo, pero su mirada solo me causo terror.

Unos sonidos provenientes de uno de los arbustos detrás de ellos los hizo callar, saliendo de ahí una pequeña figura que se acercó rápidamente a ellos.

—Oh, Jimin.—saludó Geum jae.—Justo estábamos hablando de tí, pequeño.

—Lo sé Geum hyung, por eso decidí salir.—dijo.—Le explicaré a Yoonie por qué lo estaba mirando.

—Oh, está bien.—aceptó el mayor de los tres.

—¿Sabes cómo miran las personas a sus mascotas?.—preguntó Jimin. Al ver que ninguno de los dos respondió, prosiguió.—Los miran con amor, así te miro yo, porque Yoonie, Yoonie tú eres mío.

Yoongi y Geum Jae se miraban sorprendidos el uno al otro.

—No Jimin, Yoongi es una persona, no una mascota o un objeto, el no puede ser tuyo.—dijo Geum Jae con seriedad.

—Mamá dice que los corazones son un símbolo de amor.-habló Jimin ignorando al mayor.—Así que te traje esto.—sacó de uno de sus bolsillos una pequeña caja de regalo, la cual entregó al pálido niño. Pero este no la acepto.—Está bien, sé que estás emocionado, así que la abriré por tí.

Una mueca de horror se apoderó de los rostros de ambos chicos, que no pudieron ni siquiera soltar un grito ante lo que estaba frente a ellos.

La caja llena de sangre en el interior guardaba un pequeño corazón el cual el pequeño Park Jimin sacó.

—¿Te gusta? La pequeña ardilla me lo dió para regalartelo.-señaló a la ardilla que yacía en el suelo, abierta de par en par.

Así es como a la corta edad de diez años, Min Yoongi supo lo que era temerle a alguien, querer huir de alguien.

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Hola a todos, esta es mi nueva historia, espero que les guste ( ' ω ' )

Debo advertir que ésta historia tendrá contenido explícito y violencia, sí la quieren leer está completamente en ustedes. (″ロ゛)

Hasta pronto ('。• ω •。')

«逃げる | Nigeru».-«Jimsu».Where stories live. Discover now