Capítulo 26 (Derek)

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Maldición, ¿por qué estos sujetos no desaparecen de una vez por todas? Sus miradas eran más extrañas de lo que recordaba, como si confiaran plenamente en que iban a ganar. Qué tontería, de antemano conocían el poder de Isabel, ¿por qué estarían tan confiados? No les presté atención, no iban a ganar de ninguna forma, no mientras yo estuviera vivo.

-Por lo que veo, las peleas no van a terminar -bufó Isabel, rascándose la cabeza.

-Mejor -le sonreí-, así quedará constancia de que las mejores cosas no son sencillas.

Isabel afirmó, sonriendo de igual manera. ¿En qué momento me enamoré de una chica como ella? ¡Es la peor estupidez que he cometido en mi vida! Pero no voy a negarlo, también es la mejor de todas.

Los Majinghost nos rodearon en cuestión de segundos; no estaban todos, seguramente no deseaban ningún tipo de interrupción. Me sentía un poco cansado por la batalla anterior con los lagartos del océano, pero nada que no se pudiera solucionar.

La lluvia de golpes físicos no se hizo esperar, por supuesto, los explosivos harían demasiado ruido y supuse que la idea no era llamar la atención de los habitantes del templo. El inconveniente era Isabel; su telequinesis y sus ataques basados principalmente en concentraciones de energía no les colaboraba. Creo que duramos unos minutos en ataques irrelevantes, como si se tratasen de un calentamiento.

Cuando se hastiaron de evitar el ruido, la tormenta de explosivos tampoco sirvió, solo obtuvimos un par de rasguños sin valor.

-¡Ya es suficiente! -gritó una Majinghost, M-15 si mal no recuerdo, supuse que lideraba por el momento-, ¡a lo que vinimos!

Los ojos de todos brillaron. Un momento, ¿pensaban volver a hipnotizarme? Isabel advirtió lo mismo que yo porque en seguida trató de impedirlo, de todas formas, los Majinghost fueron tan precavidos como para volverse invisibles antes.

¡No otra vez! No me gustaría repetir la escena con Isabel. Lo curioso fue el hecho de que no me hicieron atacarla, esta vez sus planes eran otros; acabar conmigo mismo, por ejemplo. Mi brazo derecho se convirtió en grafeno completamente. Cortarme una pierna o cualquier parte no serviría, solo atravezar mi corazón, ese era mi punto débil, y ellos lo sabían.

-¡No! -Isabel me asió del antebrazo con la intención de detener movimiento. Ella era fuerte pero yo también, mi brazo no se detendría tan fácilmente.

Intenté frenarme por mi cuenta pero era demasiado complicado, si 30 Majinghost me habían manipulado abiertamente, 50 lo hacían aún mejor, era simplemente exasperante.

-Intenta deshacerte de ellos -logré decir con dificultad-, procuraré soportar el tiempo suficiente.

-¡No! No, no puedo -farfulló ella demasiado nerviosa como para pensar con claridad-, no voy a dejarte.

-¡Isabel, escúchame! -suspiré buscando la calma, ambos debíamos tranquilizarnos o no íbamos a poder con esto-. Te prometo que no me voy a dejar matar, ¿bien? Ahora ve y encuéntralos.

-Pero son demasiados...

-Tú eres mejor que ellos, es obvio.

Tras dudarlo por largos segundos, al fin terminó por obedecerme. Para encontrar sus presencias, Isabel debía concentrarse, eso le llevaría un momento. Respiré lentamente, calmarme no era precisamente mi ritmo de pelea, pero sin duda tenía que hacerlo ahora. Los centímetros de distancia entre mi mano y mi pecho se volvieron milímetros, empezaba a costarme respirar.

Sentí que la punta de mis dedos comenzó a entrar en la piel hasta que sentí la sangre caliente; era como vivir un Deja Vu, se sentía igual a aquella vez en la que hice lo mismo pero con Isabel, reprimí las ganas de gritar para no desconcentrarla. Ella por su parte, logró localizarlos en ese momento, ellos no poseían aura pero sí energía, con eso bastaba para que Isabel pudiera sentirlos.

En lo que Isabel desestabilizaba su hipnosis a medida que los atacaba, sentí que la presión bajaba y me podía mover a mi voluntad de a poco. Saqué los dedos de mi pecho llenos de sangre, la herida ardía un poco pero no era grave. Vi que dos Majinghost vinieron en mi contra rápidamente, ¿tenían tanto afán por matarme? No me costó mucho devolverles la estrategia, usé hipnosis en uno y con él me encargué de acabar al otro.

Evitando contenerse de nuevo al disparar proyectiles, cinco Majinghost me bombardearon en menos de lo que deduje, sin embargo, un campo de protección me rodeó a tiempo. ¿Austin? Me giré en seguida y lo vi a unos metros de distancia, me alegraba saber que estaba bien. Él me hizo una señal para que continuara, los Majinghost no iban a detenerse.

Con el escudo que Austin me proporcionaba todo era más sencillo, empezando por el hecho de que no lograrían manipular mi mente a su antojo nuevamente. Entre Isabel y yo peleamos contra ellos con todas nuestras fuerzas; el sonido de las explosiones y la energía al ser utilizada como un medio de ataque contagió el ambiente. Me fijé en que a Isabel procuraban evitarla, yo era el objetivo.

Mientras íbamos consiguiendo acabar poco a poco con ellos, un estruendo se oyó dentro del templo, al parecer no éramos los únicos peleando. Pasaron algunos minutos antes de que Kristen apareciera; se veía bastante golpeada.

-Derek -jadeó, se notaba que se esforzaba por continuar de pie-, los Majinghost... han usado hipnosis en los Atlantes... a la mayoría les afectó. Se están matando entre ellos y de paso los manipularon en nuestra contra...

Seguro rompería en llanto y no quería verla así. Sin decir nada, me dirigí hacia el interior del templo, Austin, Isabel, y muy probablemente los Majinghost que aún quedaban vivos en el exterior, no taradaron en seguirme. Adentro todo era un verdadero caos. Varias columnas se habían roto, los escombros eran enormes, y los cuerpos muertos de algunos Atlantes le daban una escencia fría y lúgubre al lugar.

Ni siquiera tuvimos tiempo de lamentarlo demasiado cuando vi a varios Atlantes sobre mí dispuestos a atacarnos. Los Majinghost no se veían por ningún lado así que supuse que usaban invisibilidad de nuevo. Esquivarlos con la idea de no hacerles daño era compleja; aún quedaban demasiados y no eran sujetos débiles. La culpa al final es nuestra, sabíamos que los Majinghost no estarían obedeciendo tranquilamente por siempre y nunca hicimos nada para prevenirlo.

Debíamos derrotarlos, no había otra solución.

De pronto, la estancia comenzó a transformarse. El sitio cambió de color y aunque todo en sí se veía igual a simple vista, algo era diferente, algo había ocurrido. Todos lo notaron, incluso los Majinghost. Y entonces, todos nos encontramos allí, extrañados e inertes, no se veía pero se sentía, ¿Qué estaba pasando? O tal vez debería decir, ¿qué estaba por pasar?

Una Mirada hacia el Pasado #2Where stories live. Discover now