Capítulo 10 (Disirídia)

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-Ya están aquí.

El señor Poseidón volteó a mirarme en cuanto relaté aquella oración. Su rostro normalmente lucía relajado, no podía decir que se le viera alegre o enojado, él por ser un ser celeste simplemente parecía carecer de emociones notorias, aunque yo bien sabía que las tenía. La luz que emanaba era lo suficientemente fuerte como para molestar el ojo humano; para nosotros los Atlantes, era vagamente incómodo mas nada que no se pudiera soportar.

Poseidón no era alguien que residiera con nosotros, su lugar era en el espacio junto a otros seres celestiales como los ángeles entre otros, aunque a veces pasaba temporadas largas aquí en la Tierra. Muchos podrían llamarlo, "extraterrestre" y teniendo en cuenta que un extraterrestre es un ser que no proviene de este planeta, el mote es convieniente para él, entre otros; pues no es el único de su especie. Para que un humano entienda la complejidad de este tema tendría que morir y verlo por sí mismo, no es algo que yo pueda explicar tampoco.

En ese instante Poseidón asintió, él sabía que yo me refería a la bruja Isabel entre algunos más. Respecto a los Majinghost, ellos tardarían otro poco en llegar, la razón precisa aún no me era clara, solo sabía que así sería.

-Bien, eso significa que no queda mucho tiempo -apuntó con aparente tranquilidad.

Moví la cabeza en un gesto afirmativo. Él sabía el peso de mi carga, pero él no estaba en mi lugar así que no era lo mismo. A pesar de que era evidente lo mucho que me costaba llevar ese peso en los hombros, también me sentía afortunada, está claro que las cargas más pesadas se les dan a los mejores guerreros, eso significaba que yo tenía algo especial que posiblemente los demás no.

♥♡♥♡♥

Hallé a todos los nuevos visitantes en el gran salón. Si algo disfrutaban hacer, era comer las delicias que solo aquí encontrarían, claramente no iban a desaprovechar el tiempo.

-Deberías comer con nosotros -propuso Xavier con cortesía, Scott, Samuel y Kristen devoraban lo que que yacía en sus platos con ferocidad.

-No suelo tener demasiada hambre -sonreí para que supieran que era cierto, Austin me dio una mirada que solo yo podría entender.

-Al menos un bocado -balbuceó Scott con la boca llena, aparté la vista para evitar cualquier tipo de malestar.

-Ya déjala -Kristen le dio un codazo, al menos ella tenía la decencia de tragar primero.

-¿Estás bien? -la voz de Austin resonó en mis tímpanos. Era la segunda vez que me lo preguntaba, sus ojos azules me miraban a la espera.

-Isabel y los otros ya están aquí -informé de sopetón, eso evitaría que la atención recayera en mí.

Aquella frase produjo en todos el efecto que yo esperaba, no tardaron en colocarse de pie y por ende la comida, ya no fue el centro de atención. En sus ojos vi la ansiedad por saber más; lo extraño fue que nadie se atrevió a abrir la boca.

-Uno de mis compañeros está con ellos -expliqué ya que nadie dijo nada-. Les está dando una pequeña inducción acerca del lugar y del hecho en general por el que se encuentran aquí, aunque imagino que ya lo saben.

-¿Cuántos son? -cuestionó Samuel, quedamente.

-Son seis según me informaron -respondí.

-¿Por qué tantos? -Scott levantó ambas cejas con una mezcla de sorpresa y escepticismo-. ¿Se vino la familia completa, acaso?

-Eso parece -mis visiones normalmente eran neblinosas y a medida que el tiempo se aproximaba para el cumplimiento de estas, se hacían más lúcidas; por ello se me escapaban algunos detalles que en ocasiones eran importantes y en otras no tanto.

-¿Podemos ir a verlos? -interrogó Kristen de repente, era obvio que harían esa pregunta en algún momento.

-Por supuesto, síganme.

El recorrido hasta la sala en la que normalmente hacíamos las reuniones importantes, sobre temas de economía, política y similares, fue relativamente ligero. En cuanto llegamos a la puerta, sentí una presencia que me incomodaba horriblemente, la energía en el aire era pesada y bastante negativa.

-Esperen -musité para evitar que todos se aventuraran a entrar-, hay un Majinghost con ellos, puedo sentir su presencia.

-¿Un Majinghost? -Samuel frunció el entrecejo, pensativo-. ¿Por qué Isabel estaría con un Majinghost? Esto es muy extraño.

Me habría encantado tener alguna visión por pequeña que fuera, que me dijera algo sobre la aparición del Majinghost. Lastimosamente no fue el caso.

-No logro sentir nada conciso respecto a su presencia -mencioné-, ni bueno, ni malo. Sin embargo, no está de más estar prevenidos y mucho más cuando el resto haga su aparición.

Cuando entramos, vi a mi compañero Torón junto a dos mujeres y cuatro hombres. Todos voltearon a ver en nuestra dirección, fue fácil reconocer al Majinghost, era el más alto de todos. Justo cuando pensé que nadie haría nada, Kristen se arrojó sobre los brazos de uno de los chicos recién llegados, uno de cabello rubio y ojos verdes.

-Te extrañé, tonto -sollozó ella, escondiendo el rostro en el pecho del chico. Él correspondió su abrazo.

-Siempre eres tan dramática -resopló él, aunque se notaba que también la había extrañado.

♥♡♥♡♥

El reencuentro duró el tiempo suficiente, mientras se explicaron ciertas cosas entre ellos. El Majinghost que los acompañaba (M-1321 o Miguel como se hacía llamar él), era el causante de la frase que la muñeca tomó por deseo y los trajo hasta aquí. Según mi opinión, no era un error toda esta situación, más bien era necesaria, aunque claro, no todos pensarían así.

Les di casi una hora para que se dieran el tiempo de comunicarse con cierta brevedad, los asuntos pendientes entre ellos. Aunque les hablé de algunas cosas importantes a Xavier y los demás todo este tiempo, evité contarles todo porque pretendía hacerlo cuando estuviesen todos aquí.

En ese instante, el Majinghost me dio una mirada cínica, yo le ofrecí una dulce sonrisa de vuelta, él tampoco sabía lo que estaba a punto de relatar, y si creía que llevaba ventaja, estaba muy equivocado.

Una Mirada hacia el Pasado #2Where stories live. Discover now