Capítulo 20 (Derek)

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Al ver como Alli quedó desmayada con el golpe tan fuerte que se dio al chocar contra la roca, fue sencillo deducir que aquellos seres poseían poderes mentales. Llegué a la conclusión de que debían ser bastante buenos ya que ni siquiera noté quién lo había hecho, ninguno se inmutó en el momento en el que ocurrió.

No faltó mucho para que Samuel y yo comenzaramos a aproximarnos a ellos muy lentamente. Sinceramente sentí algo de temor, más que con los Majinghost; estos seres lucían como algo tan enigmático ante mis ojos que me molestaba y me asustaba, no desaforadamente pero si lo necesario como para que no me gustara el sentimiento. Ellos parecían concentrados en su labor pero yo sabía que no era el caso.

De pronto y sin previo aviso, vi como Samuel era impulsado hacía atrás con una velocidad impresionante, no alcanzó a chocar contra nada porque tuvo la distancia necesaria para poder frenarse, de lo contrario, juraría que le habría pasado lo mismo que a la sirena.

En ese instante, todos voltearon a verme con mala cara, ¿podría ser que también lo intentaron conmigo y no les funcionó? Uno de ellos me arrojó una bola de energía que esquivé por un pelo; la luz que emitía me cegó, sin mencionar que moverse en el agua no era tan fácil como en la superficie. Me planteé la idea de usar la hipnosis en ellos mas no funcionó, seguro no les afectaban los poderes psíquicos.

Cuando Isabel llegó hasta mí, los sujetos lagarto la miraron de la misma forma que lo hicieron conmigo. Supuse que sus poderes no funcionaban con nosotros, lo cual a su vez me llevó a concluir que era por el hecho de que ambos poseíamos telequinesis e hipnosis.

-Que tengan un psique inmune no los va a salvar -rugió uno de ellos.

-No le tenemos miedo a un grupo de cocodrilos mutantes -aseveró Isabel tanteando sonar valiente. Evité reírme, eso solo lo estropearía todo.

Eran diez en total, cinco se fueron en contra de Isabel, los otros cinco en mi contra. Moverse en el agua resultaba todo un reto, y más por el hecho de esquivar sus inumerables bolas de energía. Convirtiendo ambas manos en diamante, agarré a uno del cuello, pero mi sorpresa se dio cuando noté que su cuello ahora era de diamante también y no tardó en convertirse completamente en ese material. ¡Demonios! ¿Acaso tenía la capacidad de clonar? Para comprobarlo, golpeé a otro en el rostro con el puño convertido en acero y, efectivamente, se volvió completamente de ese metal.

-¡Ten cuidado, Isabel! -grité para que me oyera-, ¡pueden clonar los elementos que tocan!

-¡Muy tarde! -escuché su respuesta. Cuando dirigí la mirada en su dirección, vi que todos se mostraban convertidos en distintos tipos de materiales brillantes, todos eran energía con distintos tipos de carga.

Maldije por lo bajo. ¿Cómo se supone que íbamos a derrotar a estas criaturas? Tanto Isabel como yo tratamos de enfrentarlos; Isabel por medio de sus poderes energéticos y yo con la transmutación, sin embargo, cada que un material nuevo los impactaba, estos seres se convertían en el, saliendo totalmente ilesos del ataque.

-¡Es inútil! -chilló Isabel ya bastante estresada y agitada. Llevábamos varios minutos haciendo lo mismo y solo conseguíamos perder energía-. ¡Estos cocodrilos son peor que los Majinghost! ¡Son una peste!

De reojo vi que Samuel se encontraba junto a Kristen y los demás, trataba de desatarlos.

-Tienen que tener un punto débil -suspiré. Si no lográbamos derrotarlos, por lo menos debíamos entretenerlos mientras los demás escapaban.

-Ya nos cansamos de jugar -alardeó uno de los lagartos, los demás asintieron.

Su piel medio escamosa brilló en un verde deslumbrante, tanto, que dolía mirarlos. En cuestión de segundos, sentí como una lluvia de golpes me asestaba en todo el cuerpo, noté que a Isabel la atacaban de la misma manera. Con gran esfuerzo conseguí convertirme en acero para que los golpes no fueran tan fuertes, pero el dolor apenas si se fue, era como si su piel escamosa de pronto fuera demasiado dura, juraría que más que el mismo grafeno, ¿qué material era?

-¡Isabel! -la llamé a duras penas para verificar cómo se encontraba. Su inmortalidad no era tan increíble como pensábamos, quiero decir, no sería nada fácil matarla pero podía morir después de todo.

No obtuve respuesta, solo vi cómo los seres lagartos seguían golpeando lo que de seguro, era su cuerpo inconsciente. Intenté deshacerme de mis atacantes pero fue en vano, sus golpes brutales no paraban y poco a poco sentí como iba perdiendo la noción del tiempo, hasta perderla por completo.

Una Mirada hacia el Pasado #2Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora