Capítulo 8 (Disirídia)

124 39 188
                                    

Me encantaba ver como Austin admiraba todo con tanta devoción. A pesar de haber recorrido más de una vez este lugar, no dejaba de admirarlo; imagino que su sensibilidad era muy propia de él.

-Es muy hermoso -susurró mientras sus ojos azules no paraban de recorrer el sitio con cierta ansiedad.

-Es la enésima vez que lo dices -reí por lo bajo. Para mí era gracioso que Austin no dejara de admirar el templo, mientras sus hermanos, Kristen y Xavier lo habían hecho tan solo la primera vez.

-Es que estaba tan acostumbrado a ver todo tan arruinado que se me hace mentira estar en un sitio de ensueño como este -sonrió. Cada que lo hacía algo dentro de mí nacía, sentía que podía hacer casi cualquier cosa con tal de verlo sonreír.

-Pero han pasado varias semanas, incluso meses.

-Este lugar es enorme, cada día encuentro algo que no había visto con anterioridad-. En eso tenía algo de razón, en especial por la decoración del lugar ya que era bastante cargada y genuina.

Me gustaba su forma de ser, me gustaba su sencillez, su ingenuidad en algunos casos. Podría decirse que existía gran pureza en su espíritu, algo mágico en su ser que me hacía suponer que la Tierra y sus habitantes merecían una oportunidad más.

¿Una más? Habían tenido tantas oportunidades que afirmar que necesitaban una más era casi un sacrilegio, sin embargo, yo así lo sentía. Me gustaría que los Atlantes tuviéramos una oportunidad, pero ante todo soy fiel a la voluntad de Dios; sencillamente no haría nada en su contra, no algo que desequilibre sus planes. Si desobedeciera podría llegar a conseguir cambios momentáneos, y aun así, nada irrumpiría completamente su Plan Perfecto. En ese caso solo me quedarían dos opciones: Romper los mandatos para conseguir algo fortuito que al final se convertiría en apenas una frase en el tiempo, u obedecer porque a fin de cuentas, hacer caso de lo oportuno es aprender de las experiencias agenas sin tener que vivenciarlas.

-Lamentablemente no nací en una época en la que pudiera estudiar -relató Austin a mi lado al verme tan pensativa-. Mi atención desde que tengo uso de razón se ha concentrado en la existencia de los Majinghost. Estoy seguro de que la historia sería uno de mis temas favoritos.

-Los hombres no saben con exactitud sobre nosotros -repliqué-, y nunca lo sabrán. Somos un enigma que solo puede ser disuelto completamente a través de un amplio recorrido por el multiverso.

Austin frunció el ceño confundido, era de esperarse. No lo juzgo, ni siquiera sabría cómo explicarle con exactitud los secretos de nuestra raza, sin mencionar que tampoco lo creía conveniente. Tanto él como los otros solo podrían llegar a saber lo necesario; nuestros secretos morirían con nosotros cuando fuera el momento.

-¿Cuándo aparecerán los Majinghost aquí? -era notorio el cambio en su mirada cada vez que pensaba en esos sujetos.

-No lo sé con exactitud, solo sé que vendrán.

Yo era la única Atlante que había nacido con el don de ver el futuro, no con total claridad, mas sí con la necesaria para predecir algunos hechos. Sabía que ellos habían aterrizado en esta época debido a un deseo mal pedido aunque no del todo destructivo, era obvio que estar aquí era sinónimo de otra oportunidad para la Tierra. Yo compartía la mayoría de mis premoniciones con mis colegas, pero un par de ellas debía preservarlas exclusivamente para mí, ¿por qué? porque hay sucesos que deben respetarse y no todos compartimos la misma teoría.

-¿Ganarémos? -Austin realmente podría llegar a ser demasiado tierno, me conmovía.

-Espero que sí, no lo veo claro -expliqué con tranquilidad. Era cierto, de hecho, los Majinghost lucían difusos en mi visión, la sombra de sus figuras lucía como la de cualquier ser humano, pero era todo lo que podía ver.

-Algo no va bien, ¿verdad?

Me mordí los labios cuando Austin mencionó aquello. ¿Cómo lo sabía? Yo había sido elegida para llevar una carga en mis hombros, una carga especial, algo que me impedía relajarme por completo. No obstante, nadie lo notaba, no debían notarlo. Con Austin la situación era distinta, quizá porque en otra vida habíamos sido almas gemelas; de cierta manera seguíamos siéndolo, la vibración de nuestra energía se hallaba ligada y por ello no era extraño que él sintiera parte de mis emociones y yo de las suyas.

Con el surgimiento de nuevas épocas y eras, esa capacidad se va atenuando, casi que perdiendo; por lo que veía, Austin guardaba la suficiente conexión conmigo como para saber algo como aquello.

-Estoy bien -dije en un hilo de voz.

Afortunadamente, Xavier apareció en la estancia y aproveché para desaparecer, debía mantenerme fuerte a como dé lugar. Aunque me perdí de la vista de ambos, me quedé para escuchar la historia que el hombre le narraba a Austin acerca de nosotros, cuando este le preguntó al respecto. Le habló de nuestra grandeza, nuestro poder. Le indicó lo buena que era nuestra política y nuestro gobierno, por ello nada nos faltaba y todo abundaba favorablemente. También le habló de los dioses como Poseidón o Zeus.

Para la mayoría de los hombres, los dioses son solo un mito. No lo son, aunque tampoco podría llamarlos dioses, no de la forma racional con la que los humanos comprenden o dicen comprender las cosas. Ellos son seres espirituales de un elevado nivel, más que el nuestro. Su energía y su poder son tan puros y magnánimos que si los seres terrestres tuvieran el privilegio de presenciarlos, no podrían usar otra expresión que la de dios.

Por ese motivo, muchos seres humanos optan por negar ciertas situaciones, porque les resulta más sencillo para su limitado entendimiento.

Él sabía exactamente lo que cualquier ser humano que investigara del tema, podría saber de nosotros. Es verdad, todo en nosotros parecía perfecto por llamarlo de alguna manera, nuestra tecnología era distinta, ellos la llaman avanzada, quizá lo sea como quizá solo sea otro tipo de tecnología. Nuestro sistema de gobierno es bueno porque hasta ahora pensamos en la unidad y la obediencia. Xavier también le narró sobre las tablas de oro en las que yacen escritas nuestras normas a seguir. Esas tablas no son otras que las mismas que Moises recibió de la propia mano del Señor.

Xavier es un hombre inteligente así que su narrativa fue lo suficientemente buena como para no entrar en la exageración. Sin embargo, a su historia le faltó el final a pesar de que estoy segura que lo sabe. Yo también lo sé, y es inevitable, imagino que considera que Austin es un niño pequeño incapaz de aceptar un final complicado. Si lo pienso bien aquello es una tontería, Austin tuvo que presenciar un futuro destructivo, ¿qué peor que eso?

★★★★

Es solo uno y de nueva narradora pero espero que les guste aunque sea un poquito aburridor XD También usaré el narrador omnipresente en algunos casos más adelante.

Me gustaría saber qué prefieren, que publique de a un capítulo para que sea más seguida la actualización, o me esperan un poquito más y les traigo un combo de tres o cuatro capítulos :3

Gracias por leer ♡•♡

Capítulo dedicado a SofiaGuifarro

Una Mirada hacia el Pasado #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora