—Me gustaría quedarme a platicar —anuncia Alanis, después de un rato de silencio, ignorando por completo el tono que Carol utiliza con ella—, pero tengo mucho trabajo que hacer. Supongo que te veré luego, Eli —dice, en dirección a mí.

Asiento, con una sonrisa, pero la incomodidad no desaparece del ambiente.

—Sí, supongo que sí —me esfuerzo por decir.

Alanis se despide y escucho sus pasos alejarse de nuestra mesa. Apenas dejo de escuchar sus pasos sobre el suelo, suelto el aire que no sabía estaba reteniendo hasta ahora.

—¿Por qué trabaja aquí? —pregunta Carol, entre enojada y sorprendida.

Me encojo de hombros, sin saber que decir.

—¿Por qué no se lo preguntaste, Carol? —le dice Sebastián, divertido. Y solo su buen humor logra aligerar un poco la situación anterior.

Carol bufa con fastidio.

—No empieces, Sebastián. ¿Ya olvidaste lo que le hizo a Eli?

—Claro que no —ataja él—. ¿Pero qué pasó con darle el beneficio de la duda?

—Por ahora Alanis parece muy calmada —intervengo—. No ha hecho algo que parezca sospechoso.

—No aún —me interrumpe Carol.

—Ella parece arrepentida de verdad —no lo digo en plan de defenderla, es solo porque sí parece eso, y quiero que Carol lo entienda.

—Eso parece —masculla ella—. Pero en cuanto se hagan amigas y le entregues tu confianza será tipo: Dios termina aquí...

Sebastián la interrumpe con una carcajada que me contagia.

Escucharlo feliz, tan positivo, me llena de felicidad.

—Déjalo estar —le dice Sebastián a Carol, en tono tranquilo.

—No lo dejaré estar, Sebastián —rebate ella—. Yo no confío en Alanis —murmura, sin alzar la voz para no llamar la atención de las personas a nuestro alrededor—, es más, no creo que algún día lo haga. Esto de venir a hablar con Elizabeth tan repentinamente, y pedirle perdón, suena más bien a que trama algo.

Por alguna razón, las palabras de Carol me inquietan, y algo en mi interior se remueve con incomodidad. Quería creer que Alanis lo hacía todo con sinceridad y porque quería dejar los problemas y el pasado atrás; pero si te pones a examinarlo bien, a profundidad, sabes que las palabras de Carol no suenan tan descabelladas, sino todo lo contrario.

—Quizás quiere tener a Elizabeth más cerca para ejecutar su plan —continúa diciendo mi hermana—. Por eso creo que no hay que bajar la guardia: Alanis podría resultar ser realmente una persona que quiere enmendar su error, pero también podría ser quien está esperando el momento perfecto para atacar.

Y todo tiene una chispa de sentido.

Carol tiene razón: de Alanis podía esperarse cualquier cosa y no era bueno bajar la guardia. Por eso me dije que no lo haría, aún si estuviera siendo sincera, no me arriesgaría en pensar que ella no me haría daño, porque sé que eso no es así. Alanis podía ser capaz de cualquier cosa...

Aunque no te pueda ver ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora