Capítulo 19

4.4K 529 183
                                    

No sé qué es más estúpido: si no tenerla la fuerza para detener a Alanis, o estar correspondiendo su beso.


Quizás ambas.


"Tienes que detener". Me reprimo, pero mis sentidos no hacen caso a mis demandas. "Tienes que detener esto ahora, por..."

Dejo de escuchar la voz en mi cabeza, para dejarme llevar por un momento...

En un movimiento —que me parece casi involuntario— mis manos recorren la espalda de Alanis, hasta colocarse en la parte trasera de su cuello. Un suspiro entrecortado contra mi boca es su respuesta.

Y en este punto, siento que ya no puedo detenerme.


Mis manos viajan por sus muslos hasta la parte trasera de sus rodillas, donde levanto el peso de su cuerpo y ella enrolla sus piernas al rededor de mi cintura.


Entonces comienzo a caminar a tientas con ella, sin dejar de besarla.

Mis pies chocan con la silla giratoria donde Bob suele sentarse. En un movimiento rápido deposito a Alanis en la silla y, ahí, devoro su boca con más ferocidad que antes. Un sonido —parecido al de un gemido— sale de la boca de Alanis al sentir mi lengua abrirse paso en su boca para buscar la suya con desesperación.

Ella aún no ha dejado libre mi cintura de sus piernas; pero la obligo a hacerlo al tomarla de las rodillas, y flexionarlas contra su pecho, mientras me acomodo más entre el hueco de sus piernas, pegándome más a su cuerpo. Al grado que puedo sentir mi entrepierna rozar con la suya.


El calor comienza a sofocarme, y evita que pueda pensar con claridad.

Me separo de sus labios para poder tomar bocanadas de aire, y ella imita mi acción. Mi respiración es dificultosa, y puedo sentir el sudor correr por mi frente.

Abro los ojos.

En mi campo de visión aparece Alanis, con la respiración entrecortada y los labios entreabiertos.

Me acerco de nuevo a ella, para dejar varios besos sobre su cuello y clavícula. Y, entonces quita su blusa por sobre su cabeza, para dejar a mi vista sus pechos redondos enfundados en un sujetador de encaje color negro. Que bien podría decirse no deja nada a la imaginación. La falda que trae puesta se ha subido hasta su cintura, donde también deja al descubierto sus bragas a juego con su sujetador. Mis manos se dirigen hasta ellas, para tomarlas del elástico y deslizarlas por sus piernas, hasta quitárselas y dejarlas en un punto en el suelo.


No puedo respirar con normalidad, y mis labios están entreabiertos por la agitación de mi cuerpo.

Inclino mi rostro hasta sus pechos, para dejar unos cuantos besos ahí por encima de su sujetador y dirigir mis manos hacia ellos para comenzar a moverlas sobre la tela. Un gemido se le escapa, y abre sus piernas a mi merced, mientras que se retuerce bajo de mí.


Ella, con manos torpes y temblorosas trata de deshacer el cinturón de mis vaqueros, y cuando lo logra, prosigue con el botón y a bajar la cremallera, donde baja mi pantalón hasta mis muslos. Entonces comienza a masajear mi entrepierna encima de mi bóxer. Mi entrepierna reacciona a sus caricias, y parece exigir querer salir de mi ropa interior.

Un jadeo bajo se me escapa, y dirijo mi boca hacia la suya donde atrapo su labio inferior con mis dientes. Un quejido sale de sus labios, y puedo sentir la agitación de su cuerpo también.

Entonces pego más mi cuerpo contra el suyo. Y con sus manos logra sacar mi entrepierna de mi ropa interior, y la colócala sobre su entrada, sin siquiera pedir permiso.

Aunque no te pueda ver ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora