Un beso de buenas noches.

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En las noches oscuras, creemos que la soledad es lo que abunda, pero aunque parezca de otro planeta, algo extraño, son más de una las personas que no pueden dormir.

Eran casi las tres de la mañana y el silencio siempre reinaba en dicho horario en la gran casa, todos descansaban, o eso creía Simón. Hace poco había comenzado a vivir en la mansión, y de igual manera, hace poco había retomado su relación con Ámbar y también hace un tiempo relativamente corto, descubrió que él no podía dormir ya que las noches en la gran casa le eran interminables, y por mas que había intentado buscar el motivo, no sabía el porqué de esto.

Tal vez por el hecho de que por primera vez tenía una habitación propia y la gran oscuridad lo invadía, o quizás porque el silencio lo hacía extrañar a su familia, a sus hermanitos, a su abuelita quien lo acompañaba en las noches oscuras y hasta a veces pensaba que el motivo era el miedo que producía la gran mansión. No tenía en claro cuantas noches estuvo sin dormir hasta que pudo descubrir la solución a este hecho, su pequeña rubia.

Todos los días exactamente a las 3:30 am, iba a observar a su pequeña novia dormir, la arropaba y se acostaba con ella hasta las 7:30, una hora antes de que Monica se despertara, después de todo, no quería que la mujer pensara de que él solamente deseaba estar con Ámbar en sentido sexual, sino que para él, lo sentimental era indispensable y, aunque estaba seguro de que si hablaba con ella lo dejaría dormir con la rubia, la ojos azules no se lo habría permitido, hace poco había entablado una relación con la señora Valente como si de una madre se tratase y realmente no deseaba abusar de su confianza, Ámbar conocía de estos encuentros, pero siempre se hallaba dormida cuando él llegaba, o eso era lo que pensaba Simón.

Esa noche, decidió ir a verla un rato antes, media hora para ser exactos ya qué, no sabía que hacer en la oscuridad que inundaba su gran habitación, esta era mucho más grande que su casa de México tal vez, pero era realmente aburrida. Lo pensó bien, nada mejor que tener aún más tiempo para dormir con su rubia. Sonrió inconscientemente y salió de la habitación lo más rápido que sus piernas se lo permitieron hasta una de las la habitaciones principales de la casa, la habitación de Ámbar, la cual siempre estaba semi abierta, ella no cerraba su puerta así él pudiera ingresar.

Esa noche en particular, decidió llevar un chocolate que había comprado el día anterior y dejarlo en la mesa de luz de su pareja, para qué tuviera de alguna u otra forma un buen despertar. Sus días estaban siendo complicados, ella estaba cansada, comía poco, estaba estresada por el trabajo que Gary le había devuelto, tenia grandes ojeras y sus ojos ya no se iluminaban de la misma manera, y para rematar  había comenzado terapia por lo que sabía que eso la tenía cansada mentalmente.

Tomo el picaporte y en silencio ingresó a la habitación, su gran sorpresa fue verla a ella, sentada, en la gran cama con las piernas cruzadas un pijama bastante simple y el cabello sujetado en una colita despeinada. Estaba hermosa como siempre, pero él se percató rápidamente de sus ojos, estaban llorosos, cansados. La rubia saltó del susto, no quería que él de ninguna manera la encontrara en dicho estado.

—Simón... ¿qué haces aquí? —dijo asustada, tartamudeando.

—Ámbar, como si no supieras que todas las noches vengo a dormir contigo. — Rió incomodo—. ¿Estás bien mi amor?

La argentina suspiró con una media sonrisa.

—Sí, un poco cansada nada más. —Le estaba mintiendo, muchas cosas pasaba por su cabeza en ese momento, muchos sentimientos encontrados y dolores del pasado atacaban directamente a su estabilidad emocional.

—Amor, no me mientas.

—Estoy bien, Simon —Ella ahora lo miraba con un puchero, imposible resistirse—. Creeme.

One Shots- Simbar Where stories live. Discover now