Lo esencial es invisible a los ojos

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"La mirada de la gente puede ser muy cruel, muy cínica. Puede hacerte daño, romperte quebrarte. Pero la mirada de esa persona, puede arreglarte de nuevo, ya que es la única persona capaz de descubrir todo aquello que te empecinaste en esconder"

—Eres el regalo más hermoso que me dió el mundo. —Su sonrisa y su mirada lo delataban. Estaba completamente enamorado de Ámbar Smith. La observaba y no podía caer en la realidad, ellos estaban allí, en el recibidor de la mansión, demostrando todo lo que sentían, se amaban y nadie podía dudar de ello porque a kilómetros se podía denotar el cariño que ambos se tenían. Una risa nerviosa fue lo único que pudo escapar de los labios de ella, estaba conmovida y por los nervios, la situación la hacía reír a grandes escalas, era aún más hermosa de esa manera—. No te rías, es lindo...— agregó el mexicano.

—Es muy lindo, sí. —Su voz sonaba de una manera particular, más dulce, tranquila era increíble como se sentía cuando estaba con él. Sin dudas, todo lo malo desaparecía. La observó una vez más y al ver ese gesto en sus labios su corazón dió un vuelco de trescientos sesenta grados.

—No, ¿sabes qué? Ríete, porque quiero que nos riamos juntos SIEMPRE. —Esa era la verdad, desde que pudo apreciar una sonrisa sincera en el rostro de Ámbar deseo que ese gesto se quedara en ella para toda la vida y mejor aún, si era él quien se lo provocaba. Sabía que ella no había tenido demasiadas oportunidades para hacerlo y por lo mismo, quería que cada uno de sus momentos de felicidad fueran eternos.

—Yo siempre me río con vos, y mi plan es que sigamos riéndonos juntos mucho tiempo más, quiero que viajemos, que conozcamos lugares. Te quiero conocer más... —Admitió mientras observaba directamente la sonrisa de la persona que amaba quien tenía un brillo particular en sus ojos cafés, ella le estaba confesando de que quería pasar una vida entera junto a él.

—Yo también, yo también —repitió afirmándolo—.  Esos también son mis planes. —Él ahora, realizó una pausa para pensar si lo que iba a decir era lo correcto—. Quiero... —La miró de una manera en particular, con la que nunca antes la había observado, una mirada de amor pero colmada de deseo, deseo de fundirse en su totalidad, de entregarse al amor completamente. La vió sonreír y asentir antes de que pudiera completar la frase, por lo que la rubia lo interrumpió:

—Yo quiero lo mismo.—Ambos rieron observándose a los ojos, habían entendido la referencia. Simón le había propuesto tener su primera vez juntos y ella, había aceptado.

—Ven acá tú.—Simón y Ámbar se fundieron en un abrazo cargado de necesidad, realmente se necesitaban el uno al otro para ser felices, eran la pieza del rompecabezas que le faltaba al otro para completarlo. Un abrazo eterno que ayudaría a sanar todas sus partes rotas.

Apenas el abrazo terminó el mexicano la cargó entre sus brazos como si de una niña pequeña se tratase.

—¿Qué hacés?—dijo la ojos claros extrañada.

—Todos abordo del SimonMovil. ¿Su destino? La habitación de la señorita Smith. ¿Hay algún pasajero que falte abordar el vehículo? — Las carcajadas de Ámbar podían ser escuchadas en cualquier lugar de la mansión, pero no le importaba. Ella era feliz, por primera vez podía decir que había conocido el verdadero concepto de felicidad— ¿No? Por favor pasajera, abróchese el cinturón. —Estaba a punto de moverse cuando paró en seco—. Un momento... usted debe entregar el boleto de abordaje para que el SimónMovil comience a funcionar... —La rubia lo miro extrañada hasta que el mexicano estiró sus labios. El boleto era un beso. Ámbar carcajeó al instante, y tan solo le dio uno de corta duración para que este saliera corriendo del lugar, escaleras arriba para dirigirse a la habitación de la joven siguiendo el camino de pétalos que anteriormente él había dejado para demarcar el camino que debía hacer para encontrarlo. Ahora lo estaba utilizando de la manera contraria.

One Shots- Simbar Where stories live. Discover now