Capítulo 41

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Siento como mis nudillos chocan en su mandíbula, disfruto escuchar el grito de dolor.

Estoy descontrolada, por primera vez siento que me convertí en un animal y dejé de lado mi conciencia humana

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Estoy descontrolada, por primera vez siento que me convertí en un animal y dejé de lado mi conciencia humana.

No puedo quitar de mi cabeza las consecuencias que tendrán las palabras dichas por la engendro.

—¡ Se feliz mientras creas que puedes llegar a Oriente en gloria y majestad !—grita devolviéndome el golpe, protejo mi cabeza con ambos brazos y esquivo los golpes.

—¡ Cierra el hocico !—encajo mi rodilla en su boca.

Su cuerpo cae a unos metros de distancia.
Aprovecho el momento para tomar aire y controlar mi respiración.

La adrenalina ayuda a no sentir el dolor que luego tendré, es como morfina natural.

Hace un buen rato que mi estómago volvió a sangrar, el asma se está apoderando de mi resistencia y el frío de la movilidad.

Necesito que vuelva pronto mi afinidad con el Agua, así sería solo cosa de romper el hielo, crear un tridente y atravesarlo en su cuerpo.

Solo sé que no puedo dejar que hable, no tengo conocimiento de lo que sabe, pero al parecer no es poco.

Desde ahora tendremos que ser más cuidadosos, yo no fui lo suficientemente cautelosa y Adrián le importa todo menos que se enteren en los campamentos.

Sé que intenta que no me sienta mal porque tenga que ocultar nuestra relación sin nombre, nunca hablamos del tema, sin embargo no soy tonta. Entiendo que lo nuestro es aborrecido por cualquiera, Oriente se volvería loco, tal cómo está ocurriendo en este lugar.

Las ganas de llorar abordan mi cabeza en cada momento en el que pienso que estoy perdiendo el tiempo alucinando un futuro junto a alguien que quiero. Aunque este no es lugar para demostrar debilidad, siempre que entro a los entrenamientos elimino de mi mente todo posible distractor, pero es imposible negar que en el fondo la imagen de Doskas esperando mi llegada no hace más que impulsarme durante la masacre.

Los golpes prosiguen un rato, creo que cada vez que veo como su boca se abre con el objetivo de hablar, la violencia absoluta aflora desde el centro de mi cuerpo y conecta con mis extremidades, haciéndolas fuertes y rápidas.

Por desgracia nuestras habilidades son parecidas, admito que antes de luchar con ella creía que sería un proceso rápido, al analizar la manera en que sus pies se mueven y las posiciones que toma su tórax según mis ataques, hace visible su práctica con las artes marciales.

Sus patadas son similares a las mías, pese a que ella intenta derribarme y yo noquearme, siguen teniendo un aire de parentesco, el cual no es de mi agrado.

—¡No te han servido de mucho los entrenamientos privados!—el puñetazo que encesta en mi mandíbula logra nublar mi vista—QUERIDA MAJESTAD, DISCULPE LOS MORETONES—se burla.

ZONA DE FALLAS: ENGENDROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora