Introducción: ícaro y Dédalo

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Ícaro es el personaje de la mitología griega que representa la imprudencia de la juventud.

Cuando tuvo la habilidad de volar, gracias a un invento de su padre, se asombró por ser uno de los primeros humanos en dominar los cielos. Y creyó ser capaz de poder alcanzar el sol. Lamentablemente, sus alas que se habían fabricado con cera, se derritieron por su imprudencia y credulidad al creer ser capaz de dominar lo que le era único a los dioses. Ícaro cayó al mar.

Su padre había fabricado esas alas ya que los habían encerrado. Volar parecía la única opción de volver a su hogar. Dédalo, el padre de Ícaro, le advirtió que no volara tan cerca del sol. Ícaro, sin embargo, no contuvo su asombro y creyó que nada le sucedería. Ícaro, el joven imprudente, no obtuvo su libertad.

En la vida del ser humano se encuentra la etapa intermedia, la etapa de la juventud, en la cual, gracias a los pensamientos, sentimientos, emociones y sensaciones que empiezan a florecer ambiguamente, el razonamiento -el arma más favorable del humano- queda en irrelevancia. Siempre en la juventud, hay un suceso que nos marca. Un suceso que nos hace estallar la parte no razonable de nuestra mente. Un suceso que nos hace volar tan cerca del sol y que hace desaparecer nuestras alas. Un suceso que, al pasar los años, lo llegaremos a ver como necesario pues, si no hubiese sido por él, ni por la caída tan frívola al mar de la realidad, nuestra perspectiva de la vida y nuestro razonamiento no se hubieran desarrollado ni equilibrado para llegar a la auténtica madurez.

Porque a veces también hay adultos que siguen siendo imprudentes y no aprenden de la lección.

La caída de ícaro (BTS)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon