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Agarraba débilmente las mangas de su sudadera, mientras sus dientes sostenían su labio inferior sin hacerle daño. Estaba nervioso, faltaba menos de una cuadra para que llegase a su destino final, para que se encontrara en un día de descanso con él.

Hace un par de años jamás hubiera podido siquiera imaginar que visitaría el hogar de alguno de sus amigos, ni tampoco que lograría tener amigos de la forma en la que veía a la sociedad. Rió por lo bajo al pensar en la ironía de la situación que estaba viviendo, él, Yang JeongIn, teniendo amigos e incluso yendo a su casa. Si le hubieran dicho antes que algún día lo haría, probablemente no sabría si reír o llorar.

Los edificios eran grandes y pintaban su visión de matices neutrales, de gris a blanco. Los costosos autos a veces solían decorar la calle y las personas de igual manera lo hacían. Cuando su mirada chocaba con la de una de ellas, no podía evitar sentirse aún más pequeño de lo era, sentía que todos lo miraban, aunque sabía que no era cierto, no podía evitarlo.

Se detuvo frente a un gran edificio, desde afuera ya se podía apreciar que debía costar demasiado para alguien como él. Al entrar incluso el lobby estaba arreglado de tal manera que parecía sacado de una novela o película, las paredes blancas y el suelo del mismo color le daba un aire de elegancia, sin contar con la alfombra y luces.

Se dirigió rápidamente al escritorio donde se encontraba una mujer tras de él. Miró por última vez su celular, asegurándose de no equivocarse en algún momento. Con los nervios a flor de piel le dijo a la señora que venía de visita a la casa del señor Seo, ésta le miró de manera sorprendida, el señor Seo jamás traía a alguien, pero no era quién para negarle la entrada al tierno niño que tenía frente a ella, así que rápidamente llamó al hogar correspondiente y en cuanto llegó la afirmación, le dijo que podía subir.

JeongIn agradeció a la mujer por dejarle pasar y se encaminó al
ascensor, subió y presionó uno de los botones que dirigía a uno de los últimos pisos.

Sus ojos se posaron, por los nervios, en su tenue reflejo frente a él, su cabello estaba un poco desordenado a diferencia de cuando salió de casa, su sudadera no tenía doblez alguno y sus jeans no se habían ensuciado. Al menos se veía casual y suponía que así se vestía para ir de visita a la casa de un amigo, ¿no?.

Las puertas del ascensor se abrieron indicándole que había llego al piso seleccionado, así que salió rápidamente de él y volvió a sacar su celular para ver por las instrucciones de su amigo.

Según ChangBin sólo debía tocar en la única puerta que se contraba a la derecha del ascensor, aunque no estaba muy seguro de ello, es decir, ¿sólo tendría que ir tocar? ¿nada más?, ¿en serio?.

Una vez parado frente a la gris puerta, presionó el timbre al lado de la misma. No pasaron más que un par de segundos cuando la puerta estaba abierta de par en par frente a él, con un sonriente ChangBin que lo invitó a entrar amablemente.

Con tan sólo haber dado un paso dentro de la casa, pudo a preciar lo costosa que parecía ser. El blanco se extendía desde el techo, a las paredes, para finalizar en el piso, el cual era decorado por lozas negras en forma de diamante y alfombras del mismo color. Algunos candelabros parecían caer desde el blanco techo.

ChangBin le guió hasta la sala de estar, donde ya se encontraba Chan y MinHo, quienes no tardaron en hablarle e invitarle a tomar asiento mientras esperaban al resto.

Los minutos pasaron y los chicos fueron llegando poco a poco, sólo bastaron diez minutos desde que él había llegado para que todos estuvieran reunidos allí. Así que todos se hallaban sentados en los grandes sofás y suelo de la casa de Seo.

Una vez que eligieron la película a ver, todos se acomodaron en sus lugares junto a sus latas de coca-cola. En la pequeña mesa de centro habían al menos unas veinte latas más de la bedida y las palomitas que claramente no podían faltar.

Dear HyunJin || JeongJin/HyunInWhere stories live. Discover now