—Mira, Kim… mis notas han sido… —pareció costarle encontrar la palabra exacta—. Pésimas este año, quizá más que eso e incluso me echaron del equipo de fútbol antes de acabar la temporada. Veo imposible que ninguna universidad me quiera entre sus filas.

Ella bajó la cabeza, algo desanimada, pero volvió a acercarse a él y paseó una de sus manos por el brazo del joven.

—¿Has probado en alguna? ¿Lo has intentado en Washington?

Él abrió mucho los ojos. Era un tema que no quería tocar y que realmente le afectaba bastante.

—¿Washington? Como si fueran a aceptarme… Y es demasiado lejos, lejos de todo.

Se arrepintió al instante cuando dijo eso, pues ella frunció el ceño.

—No estarías lejos de mí, Marc. Es decir, no me estoy comparando con todo lo que tienes aquí… pero mejor una universidad en la que conocerás a alguien  que ninguna universidad, ¿no? —Murmuró casi sarcásticamente.

—No estoy diciendo eso, Kim. Quiero decir que realmente no sé si merecería la pena…

Lo estaba empeorando, era obvio, pues ella se cruzó de brazos y siguió mirándolo, ceñuda.
De veras que lo estaba entendiendo mal, él quería estar con ella, aunque realmente no veía ninguna oportunidad de poder hacerlo.

—Mira, te prometo que voy a intentarlo. Hace tiempo mi madre estuvo viendo todas mis opciones y aún no es tarde, quizá tenga alguna oportunidad allí o en algún sitio cercano.

—Marc, no quiero que lo hagas porque te lo he dicho. Quiero que tengas en cuenta qué quieres; incluso si tu sueño es estudiar en algún iglú de Alaska.

—Y yo no quiero que pienses que lo hago por eso. Simplemente esto es confuso.

—¿Esto?

El joven tragó saliva. Lo que realmente estaba pensando era que aunque sabía que la quería, no tenía claro si ella sentía lo mismo.
Acababa de pedirle que fuera con ella a Washington ese mismo año, pero, ¿qué pasaba si las cosas no salían bien?
Kim le había contado muchas cosas de su vida en Washington, incluso que antes había estado enamorada de uno de sus amigos.

¿Qué ocurría si veía de nuevo al chico y se daba cuenta de que seguía queriéndolo?
Esa era probablemente una de sus peores pesadillas, el darse cuenta de que ya no significaría nada para Kim.

—No quiero perderte.

La respuesta era desconcertante, pero Kim no vio otra opción que abrazarlo.
Entre sus brazos sentía cómo ambos corazones latían al mismo tiempo, como si lo hicieran juntos.

Los ojos de Marc estaban tristes cuando Kim alzó la vista y un pensamiento se adueñó de pronto de la mente de Kim:

Que nunca podría saber qué era lo que Marc sentía.

***

Cuando Kim se levantó esa mañana, notó un pinchazo en la cabeza.
Genial, iba a ir a jugar al fútbol con Marc estando enferma.

Se levantó de la cama y el dolor se desvaneció, pero sintió un escalofrío y de pronto, supo que algo malo sucedería ese día.

No podía explicar cómo, pero una parte de ella sentía que no todo estaba como debía estar.

Bajó a desayunar y encontró a Simon leyendo El guardián entre el Centeno mientras tomaba leche con cereales.

—¿Te lo ha pasado Rhiannon? —Lo saludó, alborotándole el pelo amigablemente.

Noche de Fuego. (DISPONIBLE EN PAPEL)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن