23 hello, i love you

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Abre la boca, no, ¿o sí? Las palabras se le escapan, el tiempo transcurre y no se da cuenta, pero luego mira el reloj y ha pasado sólo un minuto, el tiempo es una onda: crece y se achica, a la velocidad de una montaña rusa. Rasca su mejilla, no lo siente, en cualquier momento va a despertar, oh, espera, no está dormido, sólo parece estarlo. De su boca salen palabras, a veces las dice, otras no, ¿ya abrió la boca?, creo que no, ¿o sí? Maldito tiempo de mierda. La música está muy baja, las voces muy fuertes, ahora al revés, ¿cuáles voces? ¿Cuantas horas lleva reproduciéndose Hello?, al menos dos minutos, pero parecen horas, o segundos.

Hola, te amo, ¿no me dirás tu nombre?

—Mierda.

Frank sonríe, Gerard está lejos, ahora cerca, acaba de acercarse, o ya llevaba tiempo ahí.

— ¿Qué hay?— no sabe si el pelirrojo le contesta, la onda de tiempo lo acerca y aleja, ve a Way negar con la cabeza.

— ¿Me estás escuchando? Apesta a hierba acá adentró.

—Lo sé— su lengua parece querer caer al suelo, escucha el elevador, ve a una persona saliendo, escucha el elevador, ve una persona saliendo.

—...yer. — cuando gira su cabeza para ver a Gerard lo hace con rapidez, luego de nuevo flota.

¿Ayer qué?

— ¡Frank, te estoy hablando!

—Ya había contestado.

—Claro que no, ¿qué mierda te metiste?— el tatuado suelta una risita, la música deja de oírse, la voz de Gerard también, luego vuelve la música, y después la voz.

—Mastiqué un poco.

— ¿De qué?

De hierba

— ¡Frank, contesta!— la persona del elevador se acerca, ah mierda, ¿transcurrieron segundos? Gerard, por su parte, sólo puede desesperarse, es él quien atiende al hombre que ha salido del elevador.

—Disculpa, el baño del cuarto 24 no sirve, y quisiera saber...

—Pasaremos a revisarlo en la mañana, justo ahora el portero tiene un problema— contesta Gerard, el hombre voltea a ver a Frank, quien yace recargado en el mostrador, haciendo señas con las manos, además, el lugar huele raro; sin dar las gracias siquiera, se retira, volviendo al elevador.

— ¡De hierba!— Gerard voltea a ver a Frank, quien recién le contesta la pregunta. ¿La marihuana ingerida causa más efecto?

— ¿Hierba con qué?— la respuesta tarda cinco segundos en llegar.

—Crack— el tatuado suelta una risita, escondiendo con pesadez su cabeza entre sus brazos, Way gruñe. Hace un par de días que Frank estuvo a nada de tener una sobredosis, pues cuando Gerard llegó al hotel, vio al tatuado -el cual ya se había inyectado en casa cuando Gerard se había metido a bañar- tratando de inyectarse de nuevo, pero el pelirrojo alcanzó a quitarle la dosis. Desde ese día, Frank no ha consumido nada vía intravenosa. El pelirrojo ha tenido que estar encima de él, sin embargo, hoy se quedó dormido y Frank volvió a escaparse al trabajo más temprano.

— ¿Por qué me haces esto?— Iero no le contesta, en el celular, la canción de Five to One acaba y Hello vuelve a reproducirse, es el álbum completo, Gerard bufa.

Hello, I love you, won't you tell me your name?

Hello, I love you let me jump in your game.

El pelirrojo voltea a ver a Frank, y ahí lo decide: lo ama, pero no quiere entrar en su juego. Ve su reloj, pasan de las tres, gruñe, piensa en rebuscar entre las cosas de la mochila de Frank, pero su fastidio por el tatuado es tal, que sólo verifica que el morral esté tirado en una esquina, donde el drogadicto Frankie sea tan imbécil como para verlo.

—Voy a fumar un cigarrillo. — comenta, Frank alza la cabeza con rapidez, pero no contesta al instante.

—Eh, sí, aquí te espero— vuelve a tirar la cabeza en la madera del mostrador, Gerard se aleja dos pasos, pero verlo así lo conmueve a regresar, tomarlo por el rostro y darle un beso en los labios sabor a jardín botánico.

—A veces te odio— le acaricia las mejillas, volviendo a besarlo.

—Yo te amo, Gee. — masculla Frank, como si ya lo hubiera dicho antes.

—Yo también, imbécil— el drogadicto le dedica una sonrisa que sueña, después Gerard lo suelta, camina al elevador con tranquilidad y llega al techo del hotel. Aquel lugar se ha vuelto su nido de lágrimas.

Llora durante una hora, después se dedica a fumar, piensa en Michael, después en Lindsey, ¿qué habrá sido de esa mujer? La verdad poco le importa; como siempre, sus pensamientos recaen en Frank, en lo adicto que es a su tacto, a su voz, a su sonrisa y a sus ojos, la manera en que tiene distribuidos los tatuajes de su cuerpo, el cómo se marcan sus costillas, lo pálida que es su piel, su cabello, su extraño olor, su ronca voz, y esa forma hilarante en que hacen el amor. Gerard está tan enfrascado en su visión de Frank que sólo el sonido de un par de sirenas logra llamarle la atención y desviar la esmeralda mirada de la oscura madrugada; sus sentidos se alertan al instante.

—Sigue derecho— se susurra, pero la ambulancia lo desobedece y se adentra en el estacionamiento del hotel. Ni siquiera lo piensa, echa a correr y su cuerpo inconscientemente toma el camino de las escaleras, su corazón bombea con rapidez, ahora que lo piensa, entre toda la euforia, casi es el amanecer, estuvo allá arriba durante horas.

—No, por favor no— susurra, acelerando la velocidad, entonces irrumpe en el último piso con brusquedad, ve un pequeño grupo de huéspedes, y dos paramédicos sobre un cuerpo en el mostrador, Gerard se adelanta, un paramédico le detiene.

—No puede...

— ¡Es mi maldito novio!— empuja al hombre de blanco y después llega con los otros paramédicos, ahí ve a Frank, con los ojos más vacíos que de costumbre, sangre saliendo de su nariz y espuma de su boca, su mirada alcanza a ver su brazo izquierdo antes de cegarse por las lágrimas, pues del brazo cuelga una jeringa. Mientras él estaba fumando y amando su recuerdo, Frank seguía riendo, tomó una aguja, calentó una sustancia, cantó "Hello, I love you", sufrió una sobredosis, convulsionó, nadie llegó, murió, bajó una huésped, llamó a la ambulancia, después entró Gerard, lo vio muerto, Gerard lloró, se fue con la ambulancia... y la música siguió siendo The Doors.

FIN.

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now