20 yes, the river told me

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Colores suaves, colores oscuros, olores que ven, vistas que huelen, giran en torno al hombre de tatuada piel, quien con ojos cansados, inundados en rojo, sonríe a la nada. Su piel se hunde en mil estacas, la muerte se alimenta, traga cada parte de su ser, lo consume, hasta que abre sus ojos, pues estaba soñando. Voltea a un lado, Gerard yace acostado a un lado, duerme tranquilamente, Frank estira su mano, acariciando la mejilla de su pareja; por la calma del pelirrojo, sabe que Gerard quiere sostenerlo, mantenerlo a flote, para siempre.

Frank lleva algunos días completamente sobrio, nada de alcohol, nada de drogas, ni siquiera puede consumir más de dos cigarros al día, y sus noches de portero en el hotel- pues Jack ya lo llamó a trabajar- se han vuelto un martirio. Gerard le acompaña por las noches, mas eso le vuelve la carga más pesada, pues the Doors no suena igual sin ácidos y los celos de ver chicas lindas coquetear con Gerard no se callan sin agujas. Ha sido todo muy difícil, en especial porque tiene que aparentar que está bien, eso es lo peor.

—No puedo— susurra al rostro dormido de Gerard. —No puedo, Gee; necesito una puta dosis, todo es demasiado gris— el pelirrojo ni enterado, Frank muerde sus labios. —Tú no das de tu parte, sigues cogiendo con la primera zorra que tienes enfrente, eso no es justo, coger también es una adicción.— ve a su pareja removerse, por lo cual suelta su mejilla, esperando a que se despierte, cosa que no pasa.

Frank muerde sus labios, levantándose de la cama con cuidado, siente una profunda tristeza, camina fuera del cuarto de su madre, pues es ahí donde han dormido; es extraño, porque Frank nunca había entrado a esa habitación después de la muerte de su madre, y ahora que Gerard entró con él, tomando su mano, dormir donde dormía Linda, hacer el amor ahí, no le hace sentir mal, ni un poco, es como si Linda hubiera aceptado a Gerard.

El tatuado camina directo a su cuarto, el cual sigue siendo un desastre, toma el primer disco de the Doors que ve, el de Waiting for the Sun; después se sienta en la cama, el hedor le causa estragos, se deja recostar boca arriba en el colchón, ve al techo, luego a su derecha, el cajón de su buró sigue abierto, y sobre él, una bolsa con pequeños cristales. Frank se estira a tomarla, alza la metanfetamina frente a su rostro, mordiendo de nuevo sus labios, luego toma el disco de the Doors y lo coloca detrás. Un poco. Solo un poco.

Se levanta de la cama, dejando el disco y guardando la meta en el bolsillo de su pantalón de pijama, después sale de su cuarto, caminando de vuelta al cuarto de Linda; Gerard sigue dormido, Frank toma el celular del pelirrojo, el cual está en el buró, y ve la hora: 7:54 pm. Piensa en que es tarde, relativamente, porque han llegado a la casa casi a las tres de la tarde, por lo cual Gerard sigue dormido. Frank deja el celular, procede a vestirse para el trabajo, y decide tomar el autobús. Llega al hotel faltando veinte para las nueve, camina hasta la recepción, recargando sus manos en el mostrador.

—Sales antes, Allen. — el mencionado sube la mirada de su celular, arqueando ambas cejas.

— ¿Y tu niñero?

—Es mi novio, no mi niñero, Nover, así que lo dejé durmiendo y tomé el autobús— gruñe el tatuado, saltando la barra del mostrador para entrar al apartado.

—Claro— Allen comienza a guardar sus cosas — ¿No pelearon?

—No aún.

— ¿Aún?

— ¿Sabes si el kit de emergencias tiene agujas, todavía?— Allen hace una mueca, colgándose su mochila en el hombro.

—No creo que sea buena idea retomar las drogas, Frank.

—A ti te gustan mucho los videojuegos, ¿cierto?— Nover asiente —Imagina que en más de seis meses te han quitado toda cosa relacionada con los videojuegos, es más, sólo te dejan jugar sudoku una vez al día, a lo mucho dos, ¿cómo mierda vivirías, Allen? Imagina que ni siquiera te dejan jugar Tetrix— el muchacho vacila, volteando a la entrada del hotel.

— ¿Gerard te quitó todo eso?

—"Es por mi bien", imagina que tu chica lo hace por la misma razón, ¿cómo te niegas a dejarlo?

—Yo quiero mucho a Vivian.

— ¿Entonces?— Allen gruñe, pasando una mano por su rostro.

—Movieron el kit al baño de mujeres, para que no lo encontraras, yo no te dije nada, ¿hecho?— Frank sonríe, palmando el hombro de Nover.

—Ve y juega Halo toda la noche, Allen— el de ojos azules sonríe sin ganas, saliendo del hotel después de despedirse. Iero ni lo piensa dos veces, va por el kit...

Apenas la jeringa se llena de líquido, Frank siente un escalofrío, los dedos le tiemblan, y la voz de Jim Morrison susurra en la esquina de la recepción: "Please belive me, if you don't need me... I'm going but I need a little time...". El tatuado suspira, cerrando los ojos y apretando el cinturón a su brazo. El reloj marca las once. Después... la aguja y su piel, la vena y el líquido. Mil orgasmos en la piel, el largo gemido le tensa todo el cuerpo, la guitarra de Robby se filtra por su piel, el piano entra por sus ojos; la sensación es tan satisfactoria que Frank olvida todo, desde su nombre, hasta su "qué". Sabe que de nuevo todo bajará por esa montaña rusa, la sensación de energía y placer, que es mejor que cualquier orgasmo, empieza a desvanecerse, y deja a Frank flotando, nadando en un mar de teclas. Se está yendo pero necesita tiempo, promete en silencio a Gerard que se ahogará a sí mismo en vino místico. Y después la voz de Morrison le recuerda: "Por favor créeme, el río me lo dijo, muy suave, que querías sostenerme" y entonces, mientras las paredes cantan y el silencio baila, Frank sabe que ha decepcionado a Gerard, y que aunque el pelirrojo está dispuesto a sostenerlo, él se va, justo como el río le dijo...

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now