18 better strangers

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Dentro hay tres personas y un moribundo. La persona-puerco se pasea de un lado a otro, con su uniforme azul, la persona-roja suspira, y la persona-mente lo imita.

―Necesita un tutor o ser acogido por un centro de salud mental― comenta el policía, Gerard voltea a ver a Frank.

―Yo seré su tutor.

―No necesito un tutor, lo que hice lo hace cualquiera.― refuta Iero, rascando su barbilla.

―Tiraste a una persona por las escaleras y luego el bote de basura encima, después empezaste a golpearla― explica la psicóloga.

―Todos los hombres se pelean.

―Usaste una botella de vidrio, era una chica, la dejaste inconsciente y con una enorme cortada en la mejilla.

―También puede pasar― Gerard le ve con enojo, Frank le ve de reojo ―Ya quisiera verlos sin consumir durante seis meses. Deberían agradecer que no me aventé del tercer piso.

―Yo seré su tutor― vuelve a repetir Gerard. El policía le ve con desconfianza.

― ¿Cómo puedo confiar en usted?, esto merece un juicio.

―Estudié derecho, si quiere avanzar a un juicio, por mí no hay problema, pero Frank es un adicto, a igual la mujer lo provocó, y sabe cómo son las cosas con los drogadictos.

―Se metió con mi sexualidad, cualquier persona se enoja por eso― gruñe el tatuado. Gerard voltea a verle de nuevo, haciendo que agache la mirada. El policía en cambio intercambia una larga mirada con el pelirrojo, viéndolo de pies a cabeza.

― ¿Dónde litigabas?

―Daba clases, me retiré una temporada porque mi hermano murió y no he podido lidiar con eso.

― ¿Y a él de hace cuanto lo conoces?

―Ocho años, poco después de la muerte de su madre.

― ¿Ya consumía?

―Sólo quemaba.

*

―Quiero a Lucy.

Gerard voltea a ver a Frank con irritación e indignación, el muchacho suelta una débil risita, recargando su cuerpo de lleno en el asiento del auto.

―Es tan ácida.

―Pude haberte dejado en la rehabilitación si quería, ¿sabes?, esa vieja que pides...

―LSD, me refiero al LSD, aLUCI-lógena, ¿entiendes?, relájate, estaba bromeando.

―Lúcido no bromeas, solo ladras.― el drogadicto ríe. Guns N' Roses en la carretera.

―Eres la única persona que no me hace sentir miserable sin mi dosis― el pelirrojo suspira, apretando el volante en sus manos.

― ¿Eres miserable?― Iero abre la guantera, tomando la cajetilla de cigarros que tiene el pelirrojo, prende uno, haciendo una mueca de placer al sentir de nuevo el tabaco en su garganta.

―Soy un inútil, todo buen adicto lo es, entonces, en ese lugar te quitan el único placer que te hacía levantarte cada mañana, y aunque ya no vomito, no me duele el cuerpo y hasta me alimento normal, sin la droga te das cuenta de que en realidad no sabes hacer nada, soy como un bulto en la esquina; no canto, no bailo, dejé la escuela, no sé nada, ni siquiera conducir; y cuando consumo, puedo excusar que soy inútil gracias a la droga, y al menos me río de la vida, gasto mi tiempo en balancear los efectos, lidiar con los malestares... Sin consumir no hago nada, porque no sé hacer nada, lo cual me lleva a pensar en que no sé hacer nada porque yo no quise hacerlo y entonces me deprimo y después me pregunto: ¿Qué carajos hago aquí? Y así es como llegas al pensamiento de suicidio

―Eso es algo que deberían saber los centros de rehabilitación.

―Y lo saben― Frank bota el humo ―Lo que no saben, es que un perro viejo no aprende truco nuevo― Iero se encoge de hombros, tirando la colilla de su cigarrillo por la ventana, luego toma otro cigarro, pero Gerard se lo arrebata, sin dejar de ver al frente.

―Es tabaco.

― ¿Está bien para ti si sigues intentando no drogarte?― Frank muerde sus labios, volteando a ver a la alfombra del auto, hay envolturas de comida, un par de latas de cerveza y bolas de papel.

― ¿Drogarme?

―Sí, nada de heroína, ácidos, marihuana, cocaína, crack, todo tipo de químicos, y mucho menos cristal, nada de cristal.― Iero frunce las cejas, volviendo a ver la basura y las latas de cerveza.

―Bien, nada de drogas químicas.

―Ni plantas, quiero que lo intentes, tal vez puedas volver a la marihuana, pero no como antes.― Frank no deja de ver las latas, Gerard sólo tiene ojos para la carretera.

―Tampoco plantas, a excepción del tabaco.

―Yo te voy a administrar los cigarros― el tatuado voltea a ver al pelirrojo.

― ¿Qué?

―Sólo al principio― Frank bufa, bajando la mirada de nuevo.

―Bien.

― ¿Bien?

―Sí, nada de químicos, plantas y tú administras el tabaco― Gerard se orilla en la carretera, deteniendo el Audi.

―Ven aquí― Frank sonríe, inclinando su cuerpo para besarlo, el pelirrojo le toma el rostro con ambas manos. ―Si siendo un junkie eras guapo, ahora pareces un ángel.

―Tú siempre has sido uno― vuelven a besarse, después Gerard se separa, comentando que irán a un restaurante a comer, Frank asiente, el pelirrojo le permite otro cigarrillo, después vuelve a avanzar el auto, Gerard ve a la carretera de nuevo, Frank las latas de cerveza.

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now