21 we could be so good together

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Un hombre con cabello de fuego cruza la puerta, es media noche y la droga ha penetrado a Frank el doble de fuerte de lo que Gerard acostumbra a hacer; el portero se separa de la silla girable de un salto, una sonrisa enorme se dibuja en sus labios, siente cosquillas en el rostro y se recarga en el mostrador, chiflando, pues como siempre, Morrison le susurra qué hacer.

—Maldita sea, ¿te drogaste?— la voz de Gerard llega cantando, el tatuado saca la lengua, estirando el brazo que tiene el cinturón amarrado en el brazo.

We could be so good together, yeaaah so good together, we could be so good together, yeah we could, I know we could— canta, Gerard está más molesto que preocupado.

—Frank...

Teeell your lies, tell your weaked lies— interrumpe, riendo— Vamos Gee, dime tus jodidas mentiras, estúpida bola de sexo— Gerard se limita a suspirar, caminando hacia el elevador — ¡Oh vamos! ¡Dime tus malditas mentiras! ¡Es mentira, no se puede vivir sin un poco de esto!, ¡deberías probarlo, hijo de puta!— el pelirrojo le ignora, presionando el botón — ¡Muy bien juntos, Gee, podríamos ser la puta pareja más puta genial del mundo si me dejaras manejar mi estúpida vida! ¡Yo no te digo nada cuando coges con la primera puta que tienes enfrente, ¿cierto?! ¡Hijo de puta!

El elevador se cierra con los constantes insultos de Frank flotando, al cerrar las puertas, Gerard gruñe, golpeando las paredes de metal.

— ¡Todo iba bien, carajo! ¿Por qué mierda me pasa esto? ¡Mierda, mierda, mierda!— lágrimas de furia le llenan los ojos, Way toma aire, recargando su frente en el metal.

Un sólo momento, eso bastó para que Frank tomara una puta aguja; nada de confianza, nada de progreso, Frank Iero jamás dejó de ser un maldito junkie, simplemente era un drogadicto sin la oportunidad. El pelirrojo se siente traicionado, piensa en las sonrisas falsas que Frank le ha dedicado todo este tiempo, el cómo su abstinencia ha estado repleta solo de mentiras. Sube hasta el techo, ahí camina al borde del hotel, fijando la vista en la eterna carretera que se entiende al norte y sur; la mano del pelirrojo va a su bolsillo, saca una cajetilla de cigarros, coloca uno en sus labios, mas al sacar el encendedor para prenderlo, decide quitar el tubo de papel de sus labios y arrojarlo junto con el encendedor a la nada, gruñe, y hace lo mismo con la cajetilla, los cigarrillos vuelan algunos segundos, cayendo a la tierra de carretera después, el frío cala los huesos.

"Deberías probarlo"— se susurra, abrazándose a sí mismo, cierra los ojos, imaginando el placer que debe experimentar Frank al inyectarse un poco de droga. ¿Qué siente?, ¿qué es aquello que le apasiona tanto?, ¿qué tanto puede tener una sustancia para no querer abandonarla? Entonces recuerda el momento en donde Frank le ha reclamado por las mujeres, y ahí comprende la necesidad de Frank por drogarse. El sexo es una droga también, sin embargo no es lo mismo, el sexo no mata, claro que no, Frank es un tonto por creer que un par de tetas te hacen el mismo daño que morfina en la sangre, ¿o es que no?, ¿qué mierda importa, de todos modos?

Gerard recarga los codos en el borde se la bardilla que tiene el edificio, piensa en lo mucho que ha llegado a amar a Frank en tan poco tiempo, en cómo aquella bomba de tatuajes lo ha explotado, y que ahora empiezan a reunir las cenizas, sin embargo, con esto, el viento ha venido a volarlas, y de Gerard depende si salir volando o juntar los pedazos, de nuevo.

El tiempo transcurre, cuando Way vuelve a chequear su teléfono pasan de las tres; desde su posición en el techo ha escuchado quejas y ha visto una que otra persona entrar y salir del hotel, en algún momento de la noche también escuchó a Frank cantando a gritos, repitiendo la misma tonada de cuando Gerard entró: "WE COULD BE SO GOOD TOGETHER, GERARD, SO GOOD TOGETHER", y a veces risas, o llanto, o la voz de Frank cantando de nuevo: escuchando al río, fingiendo ser el saca borrachos, el barco de cristal, e incluso, reiterar que él y Gerard son una pira funeraria, y que los poemas de Morrison los han comido vivos.

Gerard baja cuando su mente ya le ha dado vueltas a todo, y también baja porque Frank ha dejado de hacer un escándalo, lo cual indica que seguramente ha empezado el descenso del viaje, y por la hora, solo faltan un par de horas para que vuelva a ese peso muerto que no había sido desde hacía meses. Es triste, es demasiado triste.

Realms of bliss, realms of light, some are born to sweet delight...— Gerard encuentra a Frank cantando sobre el mostrador, literalmente todo el cuerpo del drogadicto yace sobre la madera, uno de los brazos de Frank cuelga por un lado, mientras que la música se escucha suave, Gerard ve su celular, casi son las cuatro.

— ¿Acaso no tienes Spotify para cambiar de artista, Junkie?— Frank alza la mirada con cansancio, haciendo una mueca.

— ¿Qué?— Gerard suspira, caminando al hombre.

—Esta canción fue la primera que me cantaste, el primer día que nos conocimos, apestaba a hierba— Frank sonríe débilmente, cerrando los ojos.

—No puedo creer que aún recuerdes eso.

—Oye, el drogadicto aquí eres tú, yo tengo buena memoria— Frank suelta una risita infantil que logra estremecer a Gerard, ¿por qué lo quiere tanto?

—Ya me está pesando todo el cuerpo— comenta de repente, el pelirrojo se recarga en el mostrador, viendo a Frank.

—Me decepcionas.

—A eso me dedico— Gerard niega, suspirando; estira una mano, acariciando la mejilla de Frank, que aún está suave, pues el tatuado se ha rasurado esa tarde.

— ¿Qué se siente?

— ¿Ahora mismo? Mierda, odio el bajón— Gerard no puede evitar soltar una risita.

— ¿Y al principio?

—Es como hacer el amor contigo durante seis horas sin una pausa.

— ¿Eso es mucho?

—Te amo más que a nada en este planeta, claro que es una sensación alucinante, Fosforito. — el mayor arquea una ceja, separando su mano de la mejilla de Frank.

—Yo también te amo demasiado— Frank sonríe, sin abrir los ojos, el pelirrojo se decide por incorporarse, tomando a su pareja por el brazo —Ven, vamos a bajarte de ahí, ya corriste a mucha gente con tu actitud. — Frank acepta el agarre, bajando del mostrador, con la mano de Gerard en su cintura, abraza al pelirrojo, recargando su cabeza en el pecho del hombre.

—Es tu culpa, yo solo quería bailar, ya sabes, du, du, du, du— Gerard vuelve a reír, pensando que es un imbécil por estar tan perdidamente enamorado de Frank, es algo que simplemente se repite en su cabeza una y otra vez.

—Ven, vamos a que vomites y todos felices— Frank asiente lento, cerrando los ojos de nuevo, Gerard suspira— ¿Sabes? Estuve pensando en lo que me dijiste al principio que llegué.

—No me acuerdo— el pelirrojo gira los ojos, soltando a Frank y caminando al celular — ¿Qué haces? — no es difícil encontrar el título de la canción, cuando el bajo y el teclado empiezan a sonar, Frank sonríe, sin moverse de su posición; Gerard vuelve a donde él, sosteniéndolo de nuevo.

— ¿Ya recordaste?

—Creo— Way le besa los labios, después la frente.

—No podríamos ser geniales juntos, ¿sabes?

— ¿No? Entonces jódete, Gerard.

—No podríamos porque ya lo somos— Frank ríe de nuevo, volteando a ver al mayor.

—Que bipolar.

—De nuevo, el drogadicto aquí eres tú, yo no puedo ser el bipolar.

—Oh cállate, Way. — gruñe. Tal vez estando sobrio estarían discutiendo sobre el tema de las drogas y la infidelidad, pero por ahora, con aquella alegre tonada, tienen espacio para besarse...

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now