11 five to one

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Su estómago arde, ha ido al baño aproximadamente cada hora, y aparte de vomitar, su cuerpo ha soltado cada maldito desecho por atrás también. Es increíble, porque Gerard le ha sacado las pocas dosis que tenía en su morral y después de haber superado los efectos de la cocaína sólo se siente cansadísimo, y necesita una maldita dosis, de cristal, o de heroína ya de pérdida.

Otro problema es que al llegar a su trabajo, Jack le ha reñido y Gerard, en vez de ponerse del lado de Frank, apoyó Jack, más sutilmente, pero entonces, saliendo del despacho, el pelirrojo y Iero han discutido, a tal punto que Gerard le quitó las drogas y se largó a follar con la primera mujer que se le cruzó.

― ¡El sexo también es una puta adicción!― le ha gritado el drogadicto, pero Gerard no hizo más que tirar las dosis en un bote de basura y seguir su camino hacia una mujer.

Así que, ahora, a las once de la noche, Frank está agonizando en aburrimiento, con la voz de Jim Morrison danzando por el lobby, tiene medio cuerpo recostado en el mostrador, su brazo cuelga por la parte superior, y su mirada está fija en la ventana, viendo el Audi de Gerard en el estacionamiento y muriéndose de celos porque justo ahora está follando con una mujer.

―Primero me follas y luego te vas, ¡gran trabajo, Gee!, oh sí, y no olvidemos que me quitaste mi dosis y...― se interrumpe solo, levantando la cabeza del mostrador, lleva una mano a sus labios, mordiendo uno de sus dedos con suavidad.

Y la tiraste en la basura, justo en la basura, a cincuenta metros de mí.

Voltea a ver el elevador, como esperando que en ese maldito segundo Gerard baje, pero no lo hace, seguro está gimiendo, dándole una y otra vez a la mujer que llevó adentro, le está perforado la vagina, una y otra vez, o tal vez ella está mamándole el pene, o... o... ¡Se tardarán horas!; Tal vez un porro de marihuana mínimo, o... o incluso le queda un poco de heroína, lo que sea, ya no tiene mucha dosis de todas formas, ¿por qué desperdiciarla en la basura?

Muerde sus labios, a pesar de que la noche reina, puede diferenciar el bote de basura con un farol que está al lado, suena asqueroso y poco higiénico, p-pero, e-es que...

Get together.... one... more... time...

Salta sobre el mostrador, echa a correr por la puerta, sintiendo su corazón acelerarse, cuando llega al bote de basura, apoyando las palmas en la orilla, la brisa de la noche le eriza la piel, los latidos de su corazón le retumban en la cabeza, ¿en serio es capaz de inyectarse algo que estuvo en la basura por más de tres hor...?

Mete su brazo sin pensarlo, maldiciendo cuando siente la textura de una malteada ya echada a perder por el calor, se sigue, tomando el borde de una bolsa de plástico, entonces la saca, sonriendo al colocar frente a su rostro la bolsa con su dosis, luego quita su sonrisa cuando ve que parte de la malteada y algo que parece ser queso derretido se ha metido dentro de la bolsa, como glóbulos rojos. Antes de que pueda arrepentirse, vuelve a correr de vuelta al hotel, yéndose de largo hasta el baño.

Ahí primero lava su brazo, luego saca la dosis de marihuana y heroína, lavando la jeringa, salva un poco de algodón que no está manchado con los restos de comida y también salva lo que puede de marihuana y heroína, ahí nota que ya no tiene cristal, porque de haberlo tenido, estaría ahí. Recarga su frente en el espejo del lavamanos.

―Es apenas una dosis― gruñe, inflando las mejillas. Doce, una, dos, tres... tal vez cuatro... con eso basta.

Se separa del espejo y toma la bolsa, caminando de nuevo a la recepción, ahí sus ojos no ven a nadie, como es costumbre, entonces vuelve dentro del taciturno mostrador. Se sienta en la silla, se quita el cinturón, saca una cuchara y ya sabes lo demás...

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now