22 the way i used to

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Gerard no puede evitar soltar una risita, viendo fijamente a Frank, quien yace con una mueca de irritación y malhumor.

— ¿Qué tal?— saluda el pelirrojo, Frank levanta su dedo medio, sin quitar la mueca de irritación de sus labios.

—No es divertido.

—Vaya que lo es, verte en el bajón es diez veces más divertido que verte en el viaje.

—Es más divertido ver tu cara cuando tienes un orgasmo.

—Me encanta la sutileza de tus palabras. — el tatuado se encoge de hombros, estirando las manos sobre el mostrador. Pasan de las nueve de la mañana, a las ocho Jack ha cruzado por el lobby, sin sospechar nada, pues Gerard y Frank sólo estaban ahí, viendo un video en internet.

—Allen ya se tardó.

—Van diez minutos, él te hizo guardia muchas veces— Gerard se sienta en la silla giratoria, viendo a Frank con diversión.

—Mucho tiempo estuve llegando a las siete a trabajar, tú llegaste a joderme la existencia.

—Mira, ahí viene Allen.

—Ya sabes, cámbiame el tema.

Frank ha vuelto a consumir, lleva tres semanas haciéndolo, Gerard llora cuando se pone a pensar en aquello, mas no hace nada al respecto, porque sabe que Frank es otro sin las drogas, y aunque le duela no poder hacer nada, en su tóxica relación sabe que quitar las drogas es quitar el sexo, y que otro lapso de abstinencia por parte de Frank va a matarlos a ambos. También discuten, se tragan el uno al otro en insultos, a veces se odian, luego se besan. Gerard intenta controlar el consumo de Frank, es inútil; como volver al principio, una y otra vez.

— ¿Vas a ir a dormir un rato a casa o te quedarás a coquetear con alguien?— Gerard termina de guardar las cosas de Frank en su morral, alza la mirada cuando el drogadicto pregunta; Frank trae puesta la chaqueta de Gerard.

—Vamos los dos, ¿sí?, no quiero que vayas a drogarte hoy— explica, colgando la mochila a su hombro y caminando fuera del hotel, Allen se despide de ambos.

— ¿Por qué no? La cabeza me está matando— gruñe el tatuado, sacando un cigarrillo de la cajetilla que tiene Gerard en su chaqueta.

—Porque hoy no quiero coger con ninguna zorra.

— ¿Y desde cuándo es equitativo esto de drogarme y dejarte tener sexo al mismo tiempo?— Gerard abre la puerta del auto, dejando pasar a Frank.

—Desde que soy yo el que te salva el pellejo cuando estás jodidamente drogado y cantando sobre el mostrador.

Touchè— Gerard suelta una risita, subiendo al asiento piloto, luego prende el auto.

—Hoy es noche de pasarla juntos, anoche te metiste una buena dosis de heroína y no fue nada lindo.

—Te fuiste con una zorra negra, aunque no lo creas odio que seas pene de todo mundo.

—Sí te creo, lo gritas a los cuatro vientos cuando estás hasta atrás.

— ¿Y por qué no dejarlo?

—Por dos— Frank aprieta los labios, tirando el cigarrillo por la ventanilla.

—Como sea...

*

Gerard bufa, recargando su mejilla en la palma de su mano, alza la mirada, apreciando el cielo oscuro fuera del hotel. Pasan de las diez, y Frank vomita en el baño. Way, en cambio, desvía la mirada del cielo nublado fuera del hotel y voltea a ver el teléfono de Frank, que como siempre reproduce la voz de Morrison, el pelirrojo ni lo duda, se separa del mostrador y camina al celular del tatuado, pausa la música y saca su celular, colocando el nuevo álbum de Queens of the Stone Age.

hotel bella muerte |frerardWhere stories live. Discover now