Capítulo 3: El jabón, el arma más mortífera de todas

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Me quedé mirando fijamente a Kaisey, algo confundida.

—Perdona, ¿empuqué? ¿Es una forma nueva de decir "animadora"? Y creo que te equivocas, de semidiosa tengo lo que mi padre de patata fritaaa¡aaaaaah! —Intenté fingir que lo de Kaisey era una broma, aunque sabía perfectamente que no lo era, pero ella se limitó a darme una patada en el estómago con sus perfectos reflejos de animadora experimentada, con la que me envió volando al otro lado del baño, justo entre un lavabo y la puerta de un cubículo. Bien, muy bien, buena forma de empezar la pelea. Casi podía ver a Leslie con cara de desesperación.

Mientras se acercaba a mí, pude ver cómo su cuerpo se transformaba. Su otra pierna, la que no era de bronce, se transformó ante mis ojos en una pata de burro. (¿Qué demonios tenía yo, que atraía a todos los seres mitológicos con piernas raras? Serpientes, burros, cabras... ¿Lo siguiente iba a ser alguien medio vaca?) Sus ojos, que habían sido casi negros, se volvieron rojos, del color de la sangre, y su pelo pareció estar en llamas de pronto. Su piel se tornó del color del alabastro, y, cuando sonrió, pude ver que tenía dos enormes colmillos que, he de admitir, me daban bastante miedo. En resumen, había dejado de ser una animadora sexy para convertirse en un monstruo de pesadilla. El conjunto que llevaba puesto, que tan bien le había quedado bajo su forma humana, ahora resultaba casi ridículo.

—Oh, sabes perfectamente lo que quiero decir —ronroneó Kaisey, pasando del inglés al griego antiguo. Se agachó delante de mí, con una mano apoyada en la pared a cada lado de mi cabeza, y se humedeció los labios—. Soy una empusa, cariño, guardiana del Hades, hija de Hécate y, en este momento, tu peor pesadilla.

Aún aturdida por el tremendo golpe que me había llevado con la patada de Kaisey, noté cómo se echaba hacia delante y me acariciaba el cuello con los labios. Aquello me despejó por completo. Pero ¿qué demonios hacía esa... medio burra, pasándome la boca por el cuello sin venir a cuento? Prefería no averiguarlo, sinceramente, así que me agaché y rodé hacia mi derecha, escapándome de Kaisey, que, en aquel momento, se había lanzado hacia delante con la boca abierta, mordiendo el aire en el lugar en el que, milisegundos antes, había estado mi cuello. Por poco.

—Pero ¿¡qué haces!? ¡Mucho Crepúsculo has visto tú, guapa! —le grité desde debajo de los lavabos, mientras intentaba escaparme gateando. Era una completa idiotez, pero es lo único que se me ocurrió—. ¿A qué viene eso de morder?

—¿Sabes?, a nosotras, las empusas, nos confundían con los vampiros. Estábamos mucho antes que tus niñatos Cullen. ¡Se nos conocía por nuestra sed de sangre! Ahora, quédate quieta para que pueda beberme tu sangre de diosecilla resabiada —me gruñó, y se lanzó hacia mí. Con un grito, me lancé en plancha hacia delante, y Kaisey, que a punto estuvo de darse un buen cabezazo contra la tubería del desagüe, desapareció entre llamas... para volver a aparecer delante de la puerta del cuarto de baño, con los brazos cruzados. Volvió a sonreír, y sus colmillos brillaron bajo la luz de los fluorescentes del techo.

Con el ceño fruncido, me di cuenta de que iba a tener que enfrentarme a ella si quería salir de allí con vida: la huida no era una opción. El hecho de que ella pudiera teletransportarse y yo no me dejaba ligeramente en desventaja, claro.

Miré a mi alrededor, intentando analizar lo que me rodeaba como había hecho al enfrentarme a Enio y a la dracaenae, pero nadie se había olvidado allí ninguna fusta, arco o espada (desafortunadamente). Tras un segundo repaso exhaustivo a la habitación, me rendí a la evidencia: a menos que fuera capaz de matar a Kaisey con un rollo de papel higiénico, no contaba con ningún arma para defenderme. ¡Mil gracias por no darme ningún poder que pueda salvarme la vida, padre o madre divino!

Al ver mi desánimo por no encontrar nada que me sirviera, Kelsey se rió.

—¡Ja, ja, ja! Lo siento mucho, querida, pero no te he traído aquí por casualidad. No hay ni una sola cosa que puedas usar como arma, me he asegurado personalmente de ello.

La Cazadora (PJO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora