Capítulo 26: Solo a mi no-señor se le ocurre poner tantas escaleras

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—¡Y ahora qué hacemos! —gritó Alexander mientras corríamos por los pasillos del palacio. Nuestros pasos, que resonaban en la galería de piedra, se unieron con los lamentos quejumbrosos de las almas en pena de las celdas. Conformaban una cacofonía de fondo bastante extraña.

—¿Rapear con el ritmillo que tenemos de fondo? —sugerí. ¡Eh! No era mala base, si estabas sordo y tenías poco gusto musical.

—¡Estoy corriendo, persiguiendo mi destino / con mi amiga, un deseo y la suerte en el bolsillo!

Vale, mala idea. Muy mala idea.

—Eh, eh, eh, para el carro —le corté, frenando en seco. Casi me como una pared por culpa de la inercia—. ¿Y a ti quién te ha dicho que soy amiga tuya?

 —Bueno, ¡es que si no, no me dan las sílabas! —se defendió él, con las mejillas como dos camiones de bomberos. ¡Ajajá!

—¡Estás rojo! —señalé, triunfal—. ¡Te he pillado...!

—¿A qué te refieres con eso? —preguntó. Se lo notaba inquieto. Seguramente pensaba en lo mismo que yo.

—¡Ves, te dije que te daba mil vueltas corriendo! ¡Estás reventado, y a mí no se me ha movido un pelo!

—¿Que no? —se indignó, cruzándose de brazos—. ¡Te dejo ir por delante porque eres la enferma del equipo A!

—¿Enferma? ¿Quién parece el primo hermano de Casper aquí? Y ya puedes explicar lo del equipo A. ¿O me estás llamando marimacho? —amenacé, apuntándole con el índice. Como sólo tenía ese dedo estirado, parecía más largo de lo normal.

—¿Marimacho? ¿Y eso por qué? —se extrañó él.

—¿Alguna vez has visto algún capítulo de la serie? ¡Son todos tíos! -le recordé-. Hannibal, B. A., Howling Mad, Faceman y punto pelota, ¡las mujeres no les duraban ni tres episodios! Oh, y claro, tú eres Howling.

—¿Howling? ¿Por qué me llamo Aullando?

—Porque Howling siempre se está peleando con B. A., que, obviamente, es el que no se fía de ti y con el que siempre discutes por discutir. Y ahora tengo un problema, porque Hannibal y Faceman quedan por asignar, y Darren, Kira, Chase y Leslie son cuatro. A ver, Chase sería Faceman, porque Faceman es el que consigue armas por la cara dándole a la lengua, pero...

—No te sigo -lloriqueó el polo de limón-, ¿pero de qué narices hablas?

—¿De qué narices hablas tú?

—Con "Equipo A" me refería a Apolo y Artemisa —señaló, como si fuera evidente. Me miró con una cara que me grita algo así como "Chica, no eres más lenta porque no tienes gen de caracol."

—... Oh —me quedé callada un momento, avergonzada por haber pensado que Alexander sería original—. No, nada de eso. Nos quedamos con Howling y B. A. Y ahora mueve el culo. El pasillo no se va a recorrer solo.

Eché a correr para disimular un poco que tenía el cuerpo entero ardiendo. ¿Era vergüenza, simplemente, o ya había pasado al siguiente nivel con semejante metedura de pata? Era como si tuviera un hormiguero entero en medio del pecho, y un ejército de hormigas rojas enormes  me recorriera el cuerpo, desde el pelo más remoto de mi cabeza hasta la célula más lejana al talón de la punta de los pies.

Iba bastante deprisa para evitar al apolito listillo, y cogía las curvas de tal manera que, de haber sido un coche, habría terminado en el taller en dos segundos. Así que tampoco es un misterio el por qué acabé encontrando la puerta de un cabezazo.


El porrazo debió oírlo hasta el Señor D. desde su despacho. No fue un golpe seco, sino que más bien se pareció al sonido de un gong cuando le das lo suyo con una de esas mazas terminadas en una bola de tela. Además, como yo no sé ser discreta, sino que todo lo hago a lo grande, el espectáculo fue digno de verse.

La Cazadora (PJO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora