Twenty Three.

93 15 3
                                    

Ahí estaba yo, con uno de mis codos apoyados en la mesa y mi mano en la mejilla, sosteniendo mi cabeza como si se fuera a caer. Mi mirada estaba pérdida, se dirigía a la puerta de salida del restaurante, donde se veía el brillante color celeste del cielo sin una sola nube. Los autos pasaban sin cesar y yo aún estaba allí, viéndolos como si jamás hubiera visto uno.
Mis pies se movían, de atrás hacia adelante, estaba en una de esas sillas altas y debido a mi altura no llegaba ni en sueños a tocar el piso, y mis pequeños pies no paraban de moverse con cierto frenesí. Parecía una niña, una de dieciséis años, patético.
Volviendo a mi distracción, siquiera me había dado cuenta que mis amigos estaban allí pidiendo la comida, es más, olvidé que estaba en un restaurante, solo estaba en blanco.

— Creo que ha muerto por dentro ¿Estará bien lo que le pedimos? -dijo Seokjin mirándome mientras charlaba con Yoonji.

— Si, no creo que le moleste comer papás fritas y carne, le gusta bastante.

Yoonji parecía más animada que otros días, era sorprendente, de hecho estaba más alegre que cualquier momento desde que nos conocimos.
Caí lentamente en la mesa mientras pensaba y re-pensaba cosas repentinas que aparecían en mi mente.

— Fuimos grandes amigos, pero ahora ha fallecido -Yoonji tiró una servilleta en mi cabeza- tonta.

La risa de Seokjin apareció llegando a los oídos de -supongo- todas las personas al rededor de él.
La comida llegó, pero parecía tener los sentidos dormidos, comí obligada por mis amigos presentes, creo que terminaron alimentandome como si de un bebé se tratara.
Salimos de allí después de una comida rápida, era un viernes bastante lleno de personas felices disfrutando su -casi- fin de semana, no me molestaba la multitud de gente, ya que andaba tan distraída que fui guiada por Seokjin y Yoonji que me tomaban de ambas manos -por poco arrastrándome- entre los humanos que se encontraban en las calles del centro.
Era uno de esos días en los que no entendía nada, pero a la vez sabía todo, me perdía en mi mundo pareciendo que pensaba en infinidades y en verdad estaba en total blanco, claro que de la nada una idea en mi cabeza se convertían en pensamientos sin fin, casi sin sentido, algo que era mucho y nada.
Esos días que te quedas en un "¿Qué es lo que pasa?" O "¿Por qué estoy viviendo?" Y no de una manera suicida, si no que me lo preguntaba más.. ¿Filosóficamente tal vez?
Por alguna razón esto había surgido de algo que no tenía nada que ver, pero pensar de más me había traído a esto.
Entré a mi casa, no sé en que momento, no sé donde estaban Jin y Yoonji, solo subí escaleras, miré el reloj -unas tres veces en un par de segundos, no lograba retener la información- y eran las dos de la tarde, me cambié el uniforme de la escuela, por.. una camiseta gigante y un short de jean, no tenía suficiente poder de pensamiento como para poder realizar una búsqueda de ropa más intensiva.
Fuera de mis sentimientos llegué a sentarme en mi cama mirando hacia la resplandeciente ventana, -la luz llegaba a mis rasgados ojos y por esa razón se habían hecho más pequeños- al dar justo el sol en ella, no podía llegar a ver fuera.
Mis pies golpeaban con un ritmo extraño y sin sentido la madera de la cama, exactamente como en el restaurante, movía mis pies una y otra vez.
Me di cuenta que era el momento de sincerarme, debía hablar conmigo misma sobre aquello que se me presentó el día del evento en el parque. Aún recordaba esa mirada de ojos oscuros, que se me asemejaban a unos pequeños hoyos negros que me llevaban a perderme en algún recóndito lugar.
Mi corazón palpitaba fuerte, mi pecho ya no podía contenerlo, mis temblorosas manos fueron hasta allí como reflejo de detenerlo, claro que fue tan tonto como imposible.
Apareció en mi cabeza la hoja arrugada que estaba en el cesto de basura de Yoonji, las palabras más dulces, realmente no parecían salir de la mente de ella, pero pensándolo bien, todavía ella era bastante inconclusa para mi, no sabía nada de su vida antes de llegar a la cuidad, tampoco lo que pasaba en sus pensamientos en estos meses desde que se instaló.
Tomé mi cabeza con ambas manos, entre mis dedos mi cabello había encontrado un lugar. Me agaché levemente logrando ver el piso entre mis pies, llevaba mis rotas y viejas Converse que había comprado en primer año. Color verde, ahora el color estaba gastado. Parecían un simple cliché, todo mundo las usaba, pero podría decir que las amaba, eran parte de mi y de mi comodidad, yo las usaba de distintos colores por simple "obsesión" por aquel modelo de zapatillas, no por alguna moda, si no porque en serio me encantaban.
En fin, me había distraído viendo mis pies por al menos unos diez minutos, cosa que siguió durmiendo mis sentidos y no pude percibir que Yoonji estaba mirándome desde la puerta. Se acercó a mí para luego ponerse en cuclillas y quedar a la altura de mi rostro y poder verlo. Me regaló una sonrisa, de esas que eran extremadamente bonitas, que mostraban en forma exagerada sus encías y sus pequeños dientes. Era divertido ver ese espacio entre las mejillas internas y la dentadura, parecía tener un almacenamiento, como el de las ardillas, hasta imaginé que yo misma le colocaba nueces para que las guarde dentro de su boca y solté una inconsciente risa.

Be my friend | Min Yoongi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora