Seventeen.

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Me sentía pequeña, era pequeña, miré mis manos, eran de un menor tamaño. toqué mi rostro, tambien mi cabello, este era negro, como antes. Tenía miedo así que me levanté sentadome en mi cama, pero algo sucedió, mis piernas eran demasiado cortas como para bajar de la cama como normalmente hacia. Di un salto para que mis pies lleguen al suelo, caminé lentamente hasta el espejo. Me sentía tan extraña, todo parecía ser mucho más grande y al verme reflejada me di cuenta que era una niña. Tenía ese pijama celeste con nubes blancas tan patético que solía usar.

— Won, es hora de desayunar -mi abuela entró, parecía años más joven, estaba con esos tacones color vino que antes ella adoraba usar- se hará tarde, tu madre no quiere esperar, ya sabes como es esa mujer.

— Si, ya voy -caminé hasta ella, pero me detuvo.

— ¿No olvidas algo? -la miré raro- ¡Pyeonghwa! ¿Cómo vas a dejar a tu peluche solo?

Abrí los ojos grandes, no podía creer que después de tantos años oiría aquel nombre. Me acerqué a mi cama y sin dejar de estar sorprendida tomé el peluche de pingüino, quise llorar, estaba en perfecto estado.
Junto a mi abuela bajamos los escalones para llegar al comedor y al llegar paré en seco. Mi padre y mi madre, ambos sentados ahí, no lo podía creer, era algo tan irreal.

— Yewonnie, ya siéntate ¿Crees que tenemos todo el día?

— Ya, empresario Shin, no seas así.

— Mira quien habla, la que siempre deja a su hija llorando en la escuela.

La pelea inicio, no era el momento, no quería volver a escucharlos pelear, detestaba esto. Tapé mis oídos, comencé a llorar, abracé fuerte el peluche y desperté. Desperté de un sueño, mejor dicho, una pesadilla. Me levanté y corrí al espejo, estaba todo normal, respiré con normalidad, ya aliviada.
Miré mi armario, abrí el cajón donde solía dejar cosas ocultas o antiguas que nadie debía ver, incluso yo misma. Miré la caja que estaba entre las cosas, le quité la tapa y ahí estaba, Pyeonghwa, el peluche de pingüino que me acompaño durante mi infancia, nunca tuve el valor de tirarlo, siempre estuvo cuando me sentía sola. Sonreí como tonta.
Aún que no estaba como yo lo esperaba, no se había roto, solo lleno de polvo y con olor a humedad.

— YeWon, ¿Vas a desayunar waffles?.. oh.. ¿Pyeonghwa?

Rayos, que tonta debo verme con el peluche en mis manos.
Se lo entregue y le dije "lavalo, no quiero mugre en mi habitación" pero, ella sabía perfectamente que yo amaba aquel muñeco y que solo deseaba tenerlo como antes.

[...]

— Entonces.. ¿soñaste con tu pasado? ¿Qué viste?

— nada, no importa, Doyeon.

— Que amargada eres, toma, esto te dará algo de dulzura.

Me dio una paleta, de esas coloridas que están en forma de remolino. Se veía deliciosa, no lo iba a negar, pero no soy una torpe niña. Ella me insistió con la mirada, en plan "anda, cómete la maldita paleta" y al final, yo cedí.

— ¿VAMOS AL FESTIVAL?

— ¿Cuál? -le respondí a Dahyun mientras tenía el dulce en mi boca.

— El de las luces, va a haber músicos callejeros, pintores, dibujantes, ¡Todo en una noche de sábado muy bonita! ¡Acompañada de luces por todo el tramo de calle donde estará ubicado el festival!

— Oh, yo quiero ir ¡Vamos YeWon! Lleva a Yoonji también~

Suspiré para luego asentir aún con la paleta en mi boca. No era mucho de mi interés salir, pero la cara de cachorrito triste e insistente de Doyeon me convenció de que debería hacerlo.
YoonJi no apareció en todo el almuerzo, no supe donde estaba siquiera la vi dentro de la clase, pero si había asistido hoy, entonces solo se saltó la clase de inglés, la reprobará.

Be my friend | Min Yoongi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora