Capítulo VI

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Gon no podía apartar la vista de la antigua fotografía que guardaba en su escritorio, la misma que se había tomado tres años atrás junto a Alluka y Killua, el día que se habían separado para siempre.

-Para siempre?- se preguntó a si mismo tragando el nudo que se le estaba formando en la garganta.

En los tres años pasados, después de mucho pensar, muchas conversaciones con Mito-san, y muchas escapadas para estar solo en el bosque, por fin se había dado cuenta de todos los errores cometidos. También había madurado; no solo su cuerpo estaba cambiado, además entendía lo estúpido que había sido sacrificar todo solo por un momento de poder para derrotar a Pitou. Ahora entendía lo insensible que había sido con sus amigos, sobre todo con Killua.
En esos años, mantuvo contacto regular con Palm e Ikalgo, y así fue como se enteró de que Killua casi había muerto durante la misión, de que había llorado frente a Palm por no poder ayudarlo, y, lo más importante, que estaba decidido a morir junto a él al enfrentarse a Pitou si era necesario. También se enteró de cómo lo  habían “revivido” gracias al poder  de Alluka (Leorio se lo había contado sin querer la última vez que se encontraron). Killua nunca mencionó nada de esto en las cartas que ambos intercambiaron; el chico solo le contaba sobre los viajes con su hermana, y algunas anécdotas, pero nunca tocó el tema sobre los eventos pasados que habían sido tan dolorosos para ambos. Gon podía entender por qué, después de todo, él había hecho lo mismo.

Después de llegar a casa, y darse cuenta que no podía usar nen, Gon se había desanimado por algunas semanas. Comenzó a estudiar casi obligado por Mito-san porque según la mujer, era importante que se mantuviera ocupado. Por un tiempo funcionó; cuando tenía la  cabeza llena de fórmulas  matemáticas evitaba pensar en cosas  innecesarias del pasado, pero con el tiempo esto solo hizo que se sintiera más incompleto e intranquilo. Necesitaba hacer algo. Necesitaba moverse de nuevo.
Pasaron unos meses más hasta que se decidió a aprender nen de nuevo. Y ésta vez, tendría que hacerlo solo. Gon sentía que era su castigo por lo imprudente que había sido en la última misión, y eso solo logró que su resolución fuera más fuerte. Eso, y su convicción de volver a encontrarse con Killua y pedirle perdón apropiadamente.

Al final del primer año, Gon ya estaba en Yorkshin, en el coliseo del cielo nuevamente, esta vez aprendiendo nen de la manera tradicional junto al maestro Wing. Sin embargo no habia esperado que fuera mucho más duro para él; primero porque se sentía increíblemente solo sin Killua, como si le faltara la mitad de  su cuerpo. Y segundo, porque el entrenamiento fue mucho más largo, y eso lo impacientaba. Lo único que quería era terminar rápido y volver a reunirse con su amigo.

A principios del segundo año,cuando Gon ya dominaba lo básico del nen, se dió cuenta de algo: aunque podía usar nen de nuevo, seguía siendo débil. Mucho más débil que Killua. Sinlas cosas se salían de control de nuevo no quería volver  a cometer los mismos errores, así que se decidió a hacer las cosas bien, no dejaría que volviera a pasar lo mismo de la última vez, aunque le tomara años, se haría fuerte. El maestro Wing lo ayudó mucho a ser más paciente y a escuchar los riesgos que podían significar sus acciones para otros. Sus días eran para entrenar, trabajar nuevas técnicas y meditar. Gon aprendió a ser paciente, con él mismo y con otros, y a escuchar por su propio bien.

A fines del tercer año, habiendo tomado algunas misiones como cazador, y por fin sintiéndose listo, Gon se decidió a ver a Killua. Nunca le mencionó nada de su entrenamiento en las cartas, y menos los sentimientos que le revolvían el estómago cada vez  que hablaba con Killua. Después de todo, tampoco hubiera sabido cómo explicárselo con palabras.

En la última carta que había enviado a Killua, lo invitaba a pasar algunas semanas a Isla Ballena. Esperó con ansias la respuesta de su amigo, y cuando ésta llegó, apenas pudo contener la emoción por el mes y medio que quedaba hasta su arribo.

Durante noches interminables, lo único que hacía era soñar con Killua, y cuando despertaba sobresaltado al darse cuenta que no estaba durmiendo a su lado, no podía evitar perderse en los recuerdos sobre el chico. No olvidaba su rostro, sus labios, su piel suave, y el tono de su voz al decir su nombre. Muchas veces pensó que lo que hacía al imaginar a Killua era incorrecto, pero sus impulsos latentes por su edad y las hormonas no ayudaban mucho. Podía imaginarse haciendo cosas que nunca hubiera pensado antes con Killua y que no podría hacer con nadie más; tocándolo en partes que creía eran muy incorrectas, sintiendo su piel, abrazándolo y besándolo mientras lo tenía bajo su cuerpo en esa misma cama. Cuando salía de esas fantasías, no podía evitar sentir una añoranza y un agudo dolor en el corazón. Quería a Killua; lo quería mucho más que como un simple amigo, y por supuesto, también podía darse cuenta ahora que lo deseaba desde hace mucho tiempo, solo que antes era muy inmaduro para notarlo. Aun así no tenía claro como ordenar esos sentimientos en su cabeza; era normal tener esa clase de fantasías con un amigo?, Y además, qué diría Killua si  lo supiera? En realidad no tenía muchas esperanzas de que el chico le correspondiera. Incluso estaba asustado de la reacción que tendría éste cuando tuvieran la incómoda conversación donde quería pedirle disculpas. Sabía que Killua intentaría desviar el tema, pero también sabía que debía presionarlo un poco más para que por fin las cosas se aclararan y volvieran a ser como antes. Incluso mejores que antes si tenía suerte.
Aunque Killua no correspondiera sus sentimientos, si podía estar junto a él de nuevo, todo estaría bien. Y él lucharía porque así fuera; no dejaría por ningún motivo que la separación fuera para siempre.
-Me reuniré de nuevo con Killua- pensó para  tranquilizarse  mientras volvía a guardar  la fotografía en su escritorio, y se preparaba para  salir a esperar el arribo de  Killua y Alluka a Isla Ballena.
Aún así no podía evitar sentirse algo intranquilo mientras caminaba hacia el puerto para encontrarlos. Tenía miedo de que Killua se arrepintiera de ir, que lo odiara y que no quisiera verlo nunca más. A pesar de todo, intentó tener fe y siguió caminando.
Ésta era la resolución de Gon después de esos tres largos años; la misma que se hizo aún más fuerte cuando vió a su mejor amigo bajar del barco en el puerto de Isla Ballena.

Dos Caras de una Moneda (GonKillu)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz