Capítulo 27

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Es difícil para mí haber escuchado aquello.

Y fue más difícil aún, ver cómo Eli se caía a pedazos frente a mí. Ver cómo se desmoronaba en mis brazos.

No puedo decir exactamente cómo me siento. No puedo siquiera ponerle un nombre. Solo sé que estoy moviéndome en piloto automático.

Pero eso no es lo importante; lo importante aquí es cómo se siente Elizabeth.

Y sé, por sobre todas las cosas, que no tengo la más mínima idea de lo que debe estar sintiendo por haber perdido a sus padres.

Aunque no les llegué a conocer, no puedo evitar sentir una enorme nostalgia carcomiéndome por dentro. El ambiente del día de hoy se siente diferente.

Se siente como si la capa de algo oscuro y pesado se haya puesto sobre el cielo; siento igual, que el aire sopla diferente. Los pájaros no cantan igual, las personas alrededor no se mueven con normalidad; el sol ya no brilla igual, y todo se siente tan irreal.

La muerte de los padres de Elizabeth es como ese tipo de cosas que te cuesta creer; y que, sin embargo, son ciertas.

Hoy es el día en que van a enterrar a los padres de Eli... O al menos lo que quedó de ellos.

Después de la noticia del oficial —pero que la dio Sebastián—, y que Eli comenzara a llorar, no puedo decir exactamente cuánto tiempo estuvo así; ni tampoco recuerdo el momento en el que entramos a su casa, ni el momento en que la dejé en su habitación y dejó de llorar y estar en ese estado de negación, hasta que se durmió.

Todo pasó como un borrón para mí, que apenas mi cabeza fue capaz de registrarlo.

Ahora me encuentro al pie de la escalera de la casa de Elizabeth; vestido para la ocasión... Esperándola. Para que ella pueda sentir a sus padres por última vez.

Y, lo que sí recuerdo es la cara de sorpresa que Carol me dedicó en la mañana al verme.

Pero nada más.

No hubo algún tipo de odio; ni tampoco me gritó para que me fuera de su casa, como yo esperaba que hiciera. Pero no lo hizo, y eso me confundió. Esperaba cualquier reacción negativa hacia mí, pero no hubo nada de eso.

Supongo que no tiene ánimo de averiguar porqué su hermana y yo veníamos empapados de agua, juntos... Y que Eli venía sujeta de mi brazo, ni el porqué estoy aquí en su casa. Pero ya dije, no voy a abandonar a la chica pelinegra que está en el cuarto de arriba. Porque ahora más que nunca me necesita.

Más temprano en la mañana Carol sólo me dedicó una mirada, sin ninguna emoción. Luego, salió por la puerta principal y trepó al mismo coche que llevó aquella noche en la veterinaria. Pero no lo puso en marcha; después vi al hermano de Elizabeth, que luce más pálido desde la última vez que lo vi, y le dije que yo llevaría a Elizabeth al cementerio, que no habría nada de qué preocuparse. Y con un semblante duro e inexpresivo, solo asintió sin decir nada, para luego subir al auto donde Carol lo esperaba. Y se fueron. Detrás del auto de la funeraria donde llevaban a los cuerpos de sus padres.

Solo han pasado veinte minutos —aproximadamente— desde que se fueron y me quedé aquí, esperando a que Elizabeth baje.

Y no estoy seguro si debería subir para asegurarme que todo esté bien, o debería darle un poco más de tiempo.

Uno...

Dos...

Tres segundos pasan, y la angustia comienza a hacerse presente en mi sistema.

«¿Y si le pasó algo?», pregunta angustiado mi subconsciente. «¿Si cometió... una locura?».

Sacudo la cabeza para ahuyentar esos malos pensamientos que comienzan a hacerse presente, torturando mi cabeza. Decido que lo mejor es esperar a Eli y tranquilizar el caos en mi interior.

Aunque no te pueda ver ©Where stories live. Discover now